-Estoy indignada.
-Qué novedad.
-No te burles. En este caso estoy indignada como votante madrileña.
-¿Y eso?
-Porque estos días he visto varias tertulias políticas en televisión y no doy crédito.
-Eso sí es una novedad.
-Ya sabes que me aburren muchísimo. No me gustan las tertulias. Prefiero Sálvame, digas lo que digas. Somos muchos los que pensamos así. Pero estos días, como está la campaña electoral de mi comunidad, pensé que era bueno ver varios debates, en diferentes canales además, para estar al tanto de cómo están las cosas.
-Bien hecho. No sólo de Supervivientes vive la especie. ¿Y qué es lo que te indigna?
-Me indigna que he visto que muchos tertulianos, no todos pero muchos, están en campaña como si fueran políticos.
-Bienvenida a la realidad.
-Hombre, es que aunque esto sea habitual, me parece gravísimo. Sobre todo ahora que se habla de cosas tan serias como las amenazas de muerte que están recibiendo algunos políticos. Me esperaba ver y oír a gente cabal, más tranquila y menos partidista, tocando un tema así.
Esta campaña del 4-M en Madrid está batiendo récords de obscenidad pero no sólo por culpa de los políticos. Los medios tenemos mucha culpa. No polarizan solamente los candidatos
-Está claro, querida, que esta campaña del 4-M en Madrid está batiendo récords de obscenidad pero no sólo por culpa de los políticos. Los medios tenemos mucha culpa en lo que está ocurriendo. No polarizan solamente los candidatos.
-¿Por qué hablas de "récord de obscenidad" de la campaña?
-Para empezar, vamos con lo de las amenazas. Todos los que alguna vez hemos escrito sobre temas policiales sabemos que tradicionalmente las amenazas no se hacen públicas, entre otras cosas para no dar ideas a posibles imitadores, pero sobre todo para no regalar publicidad a actos que tienen que investigarse. La idea era que no se magnificasen estas chaladuras propias de cuatro cafres. Pero aquí y ahora, por el interés electoral de algunos, sin duda favorecido por la tibia condena de Vox que reventó el famoso debate, parece que esas amenazas sean lo más relevante que pasa en España. Cierto es que si desde Vox fueran más claros en su condena, no habría discusión posible. Pero, en todo caso, la utilización política de las amenazas no tiene nombre. Es delirante, pero no es sorprendente viendo el nivel predominante. Y ni siquiera eso me parece lo peor de esta campaña.
-¿Y qué es peor que esa utilización?
-Por ejemplo, los eslóganes. "Libertad o comunismo". "Democracia o fascismo". ¿Pero en serio alguien cree que estamos en los años treinta del siglo pasado? Esas palabras, las cuatro, son demasiado importantes como para frivolizar con ellas de esta manera. Como dijo el otro día Carlos Alsina, el 4 de mayo se van a repartir los escaños de la Asamblea de Madrid, pero nada más. ¿Y alguien cree que estas soflamas van a movilizar a los votantes en mitad de una pandemia como esta?
-Bueno, en todo caso hacer eslóganes es libre. Los políticos siempre exageran. Quiero decir que están en su papel. Lo que me extraña es que los medios sigáis ese juego y, todavía más, como te decía, me escandaliza la postura de tantos tertulianos que parecen extensiones de los partidos, que entran a estos debates absurdos con tanta pasión o más que los políticos, como si ellos mismos se jugasen su propio futuro.
-Quizás es que se lo juegan. Hay que entenderlos.
-Tampoco me ha gustado que se hayan suspendido un par de debates en televisión. Yo quería verlos.
-Esa es otra, sí. Se ha robado a los ciudadanos la posibilidad de escuchar a los candidatos confrontando ideas. Para mí es un error de la izquierda decir eso de 'ahora no debato como veto a Vox'. La mejor manera de desnudar a un adversario es con la palabra, cara a cara. Empiezo a pensar que lo de suspenderlos ha tenido más que ver con la ausencia anunciada de Ayuso que con el motivo esgrimido. ¡Pero si en las generales, hace un par de años, Pedro Sánchez sólo aceptaba debatir en televisión si iba Vox!
-Yo aún no he escuchado una propuesta interesante en esta campaña.
-Yo tampoco, quizás las ha habido, pero esas no abren los telediarios. En general, políticos y periodistas estamos cada vez más lejos de la gente, creo yo. En las tertulias con el "fascismo" y el "comunismo" cuando a la gente le importan otras cosas, como por ejemplo que haya soluciones a los problemas de la sanidad desnudados por el virus. Luego llegan las sorpresas en las urnas y los tertulianos habituales expresan su extrañeza porque no entienden nada.
-Qué pena todo.
Fue una delicia escuchar durante un rato al pedagogo José Antonio Marina, a la filósofa y catedrática Adela Cortina, al catedrático en Ciencia Política Víctor Lapuente y al paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga. Con esos tertulianos, otro gallo cantaría. Pero no dan tanto juego ni tanta audiencia
-Bueno, déjame que te niegue la mayor, al menos televisivamente hablando. Porque a raíz de la suspensión de los debates, El Objetivo se sacó de la manga en La Sexta un especial sobre la convivencia que mereció la pena. No me gustaba su enfoque inicial, porque creo que contribuía a esta suerte de alarma exagerada que se ha creado en la campaña, pero repito que tuvo un momento maravilloso.
-¿Por qué?
-Porque allí se sentaron durante un rato el pedagogo José Antonio Marina, la filósofa y catedrática Adela Cortina, el catedrático en Ciencia Política Víctor Lapuente y el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga. Una delicia escucharlos. Reflexión en vez de confrontación. Sabiduría en lugar de griterío. Esos sí que fueron tertulianos de altura. Con ellos a menudo en televisión, otro gallo cantaría. Pero quizás no dan tanto juego ni tanta audiencia como los que se pelean.
-O sea, que aburren.
-A veces la verdad es aburrida.
-Por cierto, ¿y tú a quién vas a votar?
-Te recuerdo que yo ya no voto en Madrid.
-Qué suerte.
-Hasta otra, amiga.