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¿Comprar nos hace más felices? Así puede perjudicar a tu salud mental unas compras excesivas

Cuidar nuestra salud mental debería ser un objetivo. Te contamos qué sucede con esa satisfacción efímera a la hora de comprar regalos

La salud mental debería ser un objetivo marcado a fuego para el inicio del año que está al caer. Cuidar nuestro bienestar físico y mental es clave para vivir más y mejor y es hora de tirar abajo tabúes a la hora de hablar de nuestras emociones y sentimientos. Buscar la felicidad no debería ser un objetivo en sí mismo, ya que puede llevar a grandes frustraciones, y mucho menos hacerlo en un hábito tan común en estos tiempos como es comprar o gastar en regalos. 

Pocas cosas son tan universales como la satisfacción que sentimos al comprar algo: desde el simple placer de adquirir nuestro café favorito hasta los regalos de Navidad para amigos y familiares, el consumo tiene un poder emocional profundo. “Sin embargo, la compra tiene un impacto emocional y psicológico y también puede convertirse en una fuente de estrés o en un problema psicológico cuando se descontrola”, explican desde la plataforma de psicología online Unobravo. 

Pero, ¿qué sucede en nuestro cerebro cuando consumimos, y cómo podemos asegurarnos de que esa felicidad no se convierta en una trampa emocional? “El acto de consumir es una experiencia profundamente emocional: comprar algo que nos gusta o deseamos para otra persona activa el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina, un neurotransmisor que nos hace sentir placer y satisfacción. Este proceso explica por qué muchas personas encuentran en el consumo una fuente de alivio y un escape emocional, especialmente en momentos de estrés o tristeza”, añaden los expertos.

La felicidad (efímera) de comprar

El placer del consumo no se limita al momento de la compra: anticipar la satisfacción que un producto o experiencia nos proporcionará también genera bienestar, lo que se conoce como gratificación anticipada. Además, tiene un componente social: comprar y regalar fortalece vínculos, mientras que adquirir ciertos productos puede ayudarnos a sentirnos aceptados o parte de un grupo. Sin embargo, este circuito de placer no está exento de riesgos. 

La salud mental debería ser una prioridad.La salud mental debería ser una prioridad. Foto: Pixabay.

En el contexto de las compras de Navidad, estas dinámicas psicológicas del regalo se intensifican: la búsqueda de regalos perfectos, la preparación de reuniones familiares y las promociones de fin de año crean un entorno de consumo cargado de estímulos emocionales. “Durante esta época, el acto de comprar no solo responde a necesidades materiales, sino también a deseos de generar felicidad en los demás, cumplir con tradiciones y reforzar vínculos sociales”, añaden desde Unobravo. 

Cuando el consumo se convierte en una herramienta para lidiar con emociones negativas o en un hábito compulsivo, pueden surgir problemas psicológicos importantes. Comprar en exceso puede llevar a sentimientos de culpa, estrés financiero e incluso a conflictos en las relaciones personales. Según el Colegio Oficial de Psicólogos de España, aproximadamente un cinco por ciento de la población experimenta comportamientos de compra compulsiva, caracterizados por una incapacidad de controlar los impulsos de consumo, lo que genera un círculo vicioso de satisfacción y malestar.

Personas más “vulnerables” 

Se puede afirmar que algunas personas o perfiles son más vulnerables a experimentar dificultades relacionadas con el consumo. Por ejemplo, las personas emocionalmente sensibles pueden recurrir al consumo para regular emociones negativas como el estrés o la tristeza. “Los perfeccionistas tienden a gastar en exceso para cumplir con estándares autoimpuestos o expectativas sociales, lo que a menudo conduce a frustración cuando no logran alcanzar esas metas. Los jóvenes hiperconectados, expuestos constantemente a ofertas y estímulos de marketing digital, también son propensos al consumo y compras impulsivas”, explican. 

Por último, las familias con presupuestos ajustados enfrentan una presión añadida al intentar equilibrar recursos limitados con sus deseos y necesidades. “Reflexionar sobre nuestras emociones y necesidades y establecer límites claros nos permite disfrutar del consumo sin que este se convierta en una carga emocional o económica. Comprender que el valor de nuestras elecciones no radica en lo que compramos, sino en cómo nos conectamos con nuestras emociones y nuestras prioridades, puede marcarla diferencia en cómo vivimos nuestra relación con el consumo”, aconsejan.

Cómo moderar la gratificación del consumo 

Es posible disfrutar del placer que el consumo nos ofrece sin que esto se convierta en un problema. Una estrategia clave es establecer límites claros y realistas, definir un presupuesto puede, aunque se aumente ahora en fechas prenavideñas, ayudarnos a evitar decisiones impulsivas y a mantener el control sobre nuestras finanzas. 

Además, practicar la compra consciente - cuando se trata de cosas para nosotros mismos- implica reflexionar sobre si realmente necesitamos un producto antes de adquirirlo, y nos permite tomar decisiones más alineadas con nuestros valores y objetivos personales. Por otro lado, es fundamental identificar las emociones que nos impulsan a consumir: si utilizamos las compras como una forma de escapar de problemas o aliviar el estrés puede ser útil explorar otras fuentes de bienestar emocional, como la actividad física o las relaciones sociales. 

Si el consumo empieza a generar malestar recurrente, como ansiedad, problemas económicos o conflictos interpersonales, buscar apoyo profesional es una decisión valiosa. La terapia psicológica puede ayudarnos a comprender nuestras motivaciones, identificar patrones perjudiciales y desarrollar estrategias para gestionarlos de manera más saludable.

Comprar mucho no puede ser un motivo para ser más feliz.Comprar mucho no puede ser un motivo para ser más feliz. Foto: Pixabay.

Cuida tu salud mental en 2025

Con el nuevo año al caer, te damos tres pequeños consejos para cuidar tu salud mental desde el 1 de enero:

-Desconexión digital consciente: Establece límites de tiempo en redes sociales y noticias para reducir la sobrecarga de información y evitar el agotamiento. Practicar detox digital durante algunas horas al día puede ayudar a mejorar el enfoque y reducir la ansiedad. Es bueno dedicar tiempo a tus aficiones, a tu familia o a tus amigos y pareja en los que no tengas el móvil en la mano. Sobre todo, no lo uses antes de dormir para descansar mejor.

-Prioriza el autocuidado y el descanso: Dedica tiempo a actividades que promuevan tu bienestar, como la meditación, el ejercicio regular y el sueño adecuado. La práctica de mindfulness y descanso activo puede fortalecer tu resiliencia emocional. Cuídate para poder cuidar también a los demás.

-Fomenta conexiones sociales significativas: Mantén y cultiva relaciones con amigos, familiares o grupos de apoyo. Cuida a tu pareja y déjate cuidar por ella. El contacto cara a cara y las conversaciones genuinas pueden combatir el aislamiento y mejorar el estado de ánimo.

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