Cultura

Zerbino, superviviente de la tragedia que Bayona lleva al cine: "Vivir era alimentarte de los amigos muertos"

'La sociedad de la nieve', aspirante a los Oscar, llega a los cines este viernes antes de estrenarse en Netflix

El 13 de octubre de 1972, un avión de la Fuerza Aérea de Uruguay se estrelló en algún lugar de la cordillera de los Andes. En el avión viajaban 45 pasajeros, la mayoría jugadores de un equipo universitario de rugby y algunos miembros de su familia que viajaban a Chile para jugar un partido. Más de dos meses después, el 21 de diciembre, un total de 16 supervivientes fueron rescatados, por lo que a la tragedia también se la conoce como un milagro que J.A. Bayona ha convertido en la trama de su nueva película, que se estrena este viernes en algunos cines antes de llegar a Netflix el 4 de enero.

La sociedad de la nieve, título de la película, no solo es la representante española que aspira al Oscar a la mejor cinta internacional, sino que también ha pasado el primer corte en la categoría de mejores efectos visuales, y ha logrado entrar también en las nominaciones de los Globos de Oro a mejor película extranjera. Tras clausurar la 80º edición del Festival de Venecia logró el premio del público en el Festival de San Sebastián, donde Bayona estuvo acompañado, entre otros, por Gustavo Zerbino, uno de los supervivientes de aquella tragedia, de la que el cineasta español saca ahora toda la humanidad y emoción. 

"Es la tercera película que se ha rodado sobre este tema. Se han hecho más de 45 documentales y se han escrito 50 libros, pero esta película está relatada de una manera totalmente distinta. Está basada en las emociones, los sentimientos y las vivencias que ocasionó un hecho traumático, donde un grupo de chicos tuvo que enfrentarse a la adversidad, a la muerte, al abandono, a la soledad, a la angustia y a la incertidumbre permanente", señaló durante una entrevista concedida a Vozpópuli durante el festival donostiarra con motivo de la presentación del filme de Bayona. 

Gustavo Zerbino fue uno de los 16 supervivientes de aquel accidente aéreo que en 1993 ya llevó al cine Frank Marshall en ¡Viven!, con un reparto norteamericano, entre quienes se encontraban Ethan Hawke y John Malkovich, entre otros. Mientras que en aquella película la acción se centraba más en la hazaña heroica de algunos de los personajes, en este caso la película de Bayona pone el foco en las cualidades humanas que les ayudaron a sobrevivir en unas circunstancias hostiles y cuando el mundo parecía haberles olvidado. 

"Eso pudo ocurrir gracias a que apagamos la mente, porque todo lo que te informaba la cabeza era que no se podía, que era imposible, que te abandonaba, que estabas solo. Me empecé a transformar en mi mejor amigo y le decía: che, al de arriba no le damos más bola, al inquilino que te habla todo el tiempo. Y lo apagué", explica Zerbino sobre el trabajo psicológico y la fortaleza que necesitó durante la agonía en los Andes. 

Una de las reglas que estableció el grupo fue evitar decir palabras negativas que les pudieran hacer sufrir, como "mamá", "frío" o "miedo". "Aprendimos a sobrevivir un segundo más, un minuto más, y esta película demuestra que lo que parecía imposible se logró con amor. Pedir ayuda era mostrar que no estabas pudiendo, pero esa persona que se quería morir porque no tenías más ganas le decías: yo te necesito a ti porque cuando llego cansado de caminar con los pies congelados tú me los calientas y yo vivo, y si yo vivo te puedo calentar tus pies", cuenta Zerbino. 

"Aquí se combate, se mata, nos escondemos para hacer el amor. Allí, todo lo que hicimos fue a la luz del día, no había nada que ocultar. Decidimos entre vivir o morir"Gustazo Zerbino, superviviente

De esta forma, "ninguno de ellos se murió de frío", ni tampoco "abandonado", sino a causa del propio accidente, desangrados, en las avalanchas que sufrieron o, en el caso de los tres últimos fallecidos, a causa de infecciones. Aquella fue, como indica el propio título de la película de Bayona, una "sociedad solidaria", en la que "los bienes pertenecían a la comunidad" y en la que "el único objetivo era sobrevivir". 

Una de las cuestiones centrales de esta historia y real y también uno de los asuntos más difíciles de comprender para el espectador es la antropofagia, es decir, la alimentación a través de la carne de los cuerpos humanos a la que recurrieron cuando se les agotaron las pocas reservas que tenían de comida y que se convirtió en "la manera normal y habitual" que tenían de vivir, a pesar de "la línea del tabú y la moral" que, según señala, es "cultural".

Por aquel motivo se dijo que aquel grupo de jóvenes se convirtió en "una civilización que retrocedió a las cavernas" y, sin embargo, Zerbino defiende que fueron "una sociedad moderna, avanzada y muy superior" a aquella que está a salvo. 

"Aquí se combate, se mata, nos escondemos para hacer el amor. Allí, todo lo que hicimos fue a la luz del día, no había nada que ocultar. Decidimos entre vivir o morir, y vivir era alimentarte de los cuerpos de tus amigos muertos que no estaban más, que eran como un banco o una mesa. Había que entenderlo, después aceptarlo y lo más difícil era hacerlo", señala este superviviente.

Bayona y el reto de la emoción

Tras el anuncio de La sociedad de la nieve como película elegida para representar a España en los Oscar, Bayona señaló ante los medios en la Academia de Cine que uno de los mayores retos fue el emocional y las conversaciones entre los protagonistas, algo en lo que también coincide el actor Enzo Vogrincic, que da vida a Numa, uno de los jugadores que viajaron en el avión. 

"El desafío físico ya era complicado y después tenías el emocional también. Pensaba de dónde podía saco yo ese nivel de emoción o de no emoción, cómo se actúa eso, de dónde saco yo esa información. Cómo resolver eso era un problema", señaló a Vozpópuli en San Sebastián.

Además del desafío psicológico, también bajó de 70 a 49 kilos de peso, y algunas escenas, como las avalanchas, rodadas en Sierra Nevada, duraron semanas. "Estábamos en mitad del avión, en un sitio chiquito, lleno de nieve, con el cambio de ropa mojado, pasando ocho horas con frío, y no había posibilidades de nada, con dolor de espalda y para descansar había que tirarse en la nieve", afirma Vogrincic, que llegó a sentir cierta "conexión con el Numa real" y en ocasiones tenía que romper la nieve.

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