La calle Fuencarral de Madrid llegó a tener siete salas de cine. Ahora sólo quedan dos. Bueno, dos… y una convertida en supermercado. En el lugar donde hasta 2013 funcionaron las salas Roxy -una de ellas inaugurada durante los años cincuenta-, los madrileños conseguirán ahora un autoservicio. Así lo decidió el pleno del Ayuntamiento el pasado 28 octubre, al autorizar el cambio de licencia del local.
La aprobación de la conversión de los Roxy en el local de un supermercado se realizó con los votos a favor del Partido Popular y Ahora Madrid
La medida hizo a muchos llevarse las manos a la cabeza, no sólo por la sustitución de un espacio de difusión cultural por un lugar para comprar tomates –que sí, llenan el estómago, eso nadie lo duda-, sino por el hecho de que la iniciativa saliera adelante con el voto favorable de los concejales del Partido Popular y Ahora Madrid. Sí, ocurrió con el beneplácito de las fuerzas que apoyan a la regidora que en la Cabalgata en lugar de Reyes Magos colocó Reinas Magas y sustituyó a los camellos por bicicletas.
Desde el anuncio del cambio de licencia de uso recreativo a comercial de los Roxy, la protesta no ha parado. La plataforma salvemoslosroxy.org ha comenzado una acción reivindicativa para evitar que los dos cines –la sala A y B- que quedan abiertos se transformen en la tienda de una cadena de supermercados. La protesta se basa en la colocación de carteles irónicos. Parodiando títulos de películas como Qué bello es consumir, Solo en Salsa, Quesadilla en Elm Street o Pescadilla antes de Navidad para denunciar y pedir la colaboración ciudadana firmando en la plataforma Change.org.
"Durante el pleno del pasado 28 octubre se aprobó el cambio de licencia de este local situado en la Calle Fuencarral 123, que pasará de tener licencia de uso recreativo a licencia comercial. Así, este local dejará de ser un cine para convertirse, presumiblemente, en un supermercado", indican en la petición, en la que llaman a la Administración a paralizar el cambio de licencia y fomentar el uso cultural de los locales de la ciudad.
La plataforma salvemoslosroxy.org ha comenzado una acción reivindicativa para evitar que los dos cines que quedan abiertos se transformen en la tienda de una cadena de supermercados
El delegado de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo, declaró entonces que la desaparición de espacios culturales emblemáticos como el Roxy eran algo dramático, pero matizó inmediatamente al asegurar que "la ciudad evoluciona en el tiempo". Calvo aseguró además que no están para juzgar el proceso sino para trasladar un expediente, que es un "acto reglado que cumple con todas las prescripciones técnicas y jurídicas".
La portavoz socialista, Mercedes González, reprochó a Ahora Madrid no sólo el apoyo a la medida, sino que además acusó a la formación de contribuir a que la ciudad perdiese su identidad cultural. El popular José Luis Martínez Almeida zanjó la polémica al preguntar al PSOE si estaban dispuestos a pagar las entradas del cine a los ciudadanos para "obligarles a ir". Polémicas al margen, está previsto que abra sus puertas a lo largo de este 2016.
El ocaso de las salas de Cine en Madrid, de Botella a Carmena
El cine ha vivido un resurgir de sus cuentas desde 2014. El efecto Ocho apellidos vascos y catalanes formó parte del lento milagro. Sin embargo, la realidad es algo más cruda en lo que al tejido comercial se refiere. Medio centenar de salas han cerrado, desaparecido o cambiado de uso en los últimos años en la capital, especialmente en calles tan significativas como Gran Vía, Fuencarral o Bravo Murillo, una cifra que sigue en aumento. La piratería, la crisis económica, la subida del IVA de las entradas al 21% o la caída del gasto fueron algunas de los causas que explicaban el desplome de una actividad que atravesaba en 2012 y 2013 sus días más oscuros. Tan sólo en Madrid, coincidiendo con la gestión de Ana Botella, llegaron a cerrar cerca de 40 salas de cine.
En la última década, según la plataforma Salvemos los cines, la Gran Vía madrileña, otrora conocida por sus espectaculares cines, ha perdido el cine Azul, que se ha convertido en una hamburguesería; el cine Rex; los Avenida, que han pasado a ser recientemente un centro comercial; el Imperial, convertido en tiendas; o el Cine Pompeya, transformado en una cafetería. En la calle Fuencarral han desaparecido el Cine Bilbao, que ha pasado a ser una parte sala de ensayos y otro parte centro comercial; el Fuencarral, derribado para hacer pisos; y por supuesto, las salas A y B de los Cines Roxy, situados en el número 126.