Cultura

Las empanadillas que el Rey no pudo colar en el cine (y otras anécdotas)

El expresidente de la Academia de Cine Enrique González Macho repasa en un libro sus 50 años en la profesión

A pesar de tratarse de una de las personalidades más relevantes del panorama cinematográfico español, el nombre de Enrique González Macho -distribuidor, exhibidor, productor y expresidente de la Academia de Cine- pasa desapercibido para la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo, su contribución al cine es infinita y sus anécdotas incalculables, por lo que ahora, con casi medio siglo de experiencias a sus espaldas, ha decidido narrar sus aventuras en el libro 'Mi vida en V.O.' (Atticus), escrito con la colaboración de la periodista Begoña Piña y que, más allá de abarcar sus memorias, se convierte en un relato imprescindible del cine en España desde todas sus facetas.

La publicación de este libro en este momento probablemente no es casual: hace apenas un año fue absuelto de dos causas relacionadas con el fraude del 'taquillazo', por las cuales se le acusó de haber hinchado la taquilla para recibir subvenciones del Ministerio de Cultura. Aquello le llevó a dimitir de su cargo como presidente de la Academia de Cine, institución en la que estuvo al frente entre abril de 2011 y febrero de 2015 y que abandonó por "motivos personales". 

Es muy duro que durante un mes no suene el teléfono, que cuando caminas por la calle se crucen de acera, o que cuando cenas en un restaurante con tu mujer alguien pida al camarero que le cambien de sitio porque huele mal"

"Es muy duro que durante un mes no suene el teléfono, que cuando caminas por la calle se crucen de acera, o que cuando cenas en un restaurante con tu mujer alguien pida al camarero que le cambien de sitio porque huele mal", señaló hace unos días González Macho durante la presentación de este libro, en referencia al calvario que sufrió con motivo del juicio mediático al que se vio sometido, un "ensañamiento" en una etapa "terrible". Sin embargo, este libro "no es un ajuste de cuentas" y con él ha decidido pasar página.

Más allá de este punto negro en su larga trayectoria, González Macho reivindica en este libro su labor como distribuidor, uno de los oficios más desconocidos y menos agradecidos de la profesión, que no se aprende en las escuelas de cine y que, sin embargo, está detrás de las grandes y pequeñas películas con las que ha disfrutado el público español. Entre todo el material que aún atesora, guarda películas, cintas, DVD y carteles de alrededor de los 1.400 títulos con los que ha trabajado y que ha llevado a las pantallas del país. Además, es productor de películas emblemáticas del cine español como 'Miel de naranjas', de Imanol Uribe, o 'Te doy mis ojos', de Icíar Bollaín, y también de otras cintas menos afortunadas. "Sé lo difícil que es hacer la peor película española", afirmó en la presentación de estas memorias.

González Macho (Santander, 1947) fue dueño de la distribuidora Alta Films y fundó la famosa cadena de Cines Renoir, a la que en un principio quiso llamar Buñuel. Las primeras salas se inauguraron el 14 de mayo de 1986, noventa años después de la primera proyección de cine en España que, según recuerda en este libro, se celebró en el edificio en el que continúa el famoso restaurante Lhardy, en la Carrera de San Jerónimo de Madrid. El gran despegue de estos cines (próximos a los ya desaparecidos Alphaville, que ahora ocupan los Golem) se produjo con el reestreno de 'El apartamento' (1960), de Billy Wilder, y con 'Sexo, mentiras y cintas de vídeo' (1989), de Steven Soderbergh. Más tarde, sus cines estrenaron 'Senderos de gloria' (1957), de Stanley Kubrick, que solo se había visto en el Festival de San Sebastián en 1980.

Al rey Felipe VI, cuando todavía era príncipe, le hemos requisado las empanadillas que compraba en el bar de al lado; como a todo el mundo, no le dejábamos pasar con comida"

Una de sus decisiones más arriesgadas fue negarse a incluir publicidad en las pantallas de sus cines, permitir pagar con tarjeta de crédito, así como prohibir comer en las salas y renunciar a los ingresos de los ambigús. "Al Rey Felipe VI, cuando todavía era príncipe, le hemos requisado las empanadillas que compraba en el bar de al lado; como a todo el mundo, no le dejábamos pasar con comida", cuenta González Macho en una de las divertidas anécdotas que aparecen en este libro. El ahora monarca y la Reina Letizia son algunos de los espectadores habituales de estos cines, en los que se les sigue viendo de vez en cuando.

Mientras que la presencia del Rey Felipe VI es discreta, no lo era tanto la presencia del histórico socialista Alfonso Guerra cuando era vicepresidente del Gobierno, tal y como cuenta en este mismo capítulo. "Montaba un cristo del carajo, cerraban incluso la calle Martín de los Heros", relata acerca de Guerra, a quien le gustaban las películas "con música de Mahler", tal y como recuerda. El alboroto fue especialmente notable el día que además de Guerra aparecieron también el entonces embajador de Israel y el antiguo ministro de Educación Jordi Solé Tura. "La Plaza de los Cubos parecía una manifestación de la policía", rememora.

En estas memorias también hace alusión al futuro del cine y, tal y como señaló en la presentación, cree que "las burbujas existen" también en el sector cinematográfico y que al final va a haber "más plataformas que películas". En cualquier caso, no es muy optimista: "Las salas probablemente no resistan. Es materialmente imposible mantenerlas. Estamos cubriendo entre el 18% y el 30% del coste que supone tenerlas abiertas. Las aguantamos porque el pasado año fue el mejor de los últimos años, pero si en marzo esto no levanta, apaga y vámonos", dijo. 

Con la política "hemos topado"

También ha encontrado espacio en este libro para atacar sin ninguna contemplación las decisiones políticas que fueron contra el cine español. Así, critica con ahínco las políticas culturales durante el Gobierno de José María Aznar, quien se vanaglorió de haber conseguido un aumento de la cuota del cine español del 9% al 13% que, según matiza González Macho, fue consecuencia de las políticas implementadas anteriormente por la ministra socialista Carmen Alborch. También aplaude la llegada de Carmen Calvo al Ministerio de Cultura en 2004, bajo cuyo mandato comenzó a fraguarse la Ley de Cine que se aprobó tres años más tarde, con César Antonio Molina como ministro. Además, alude al "buen recuerdo" que dejó Ángeles González-Sinde en la profesión, sobre todo por su lucha contra la piratería, y afirma que, aunque el "popular" José Ignacio Wert, -ministro de Educación y Cultura con Rajoy- se interesaba más por los temas de educación que por los culturales, le mostró su disposición a ayudar cuando cerró Alta Films. "¿Qué puedo hacer por ti?", le dijo.

Lo cierto es que atribuye la mala relación entre Wert y el entonces secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, al incumplimiento de las promesas del Gobierno, aunque precisa que el verdadero enemigo del cine estaba en otro departamento ministerial. Tal y como critica, Cristóbal Montoro, titular de Hacienda, fue la verdadera pesadilla del cine español entre 2012 y 2018, con un IVA al 21% que redujo en primer lugar en el resto de sectores excepto en el cine, mientras que el Partido Popular fue responsable de "ensuciar la imagen de los artistas españoles, convenciendo a buena parte de la población de que 'los del cine' no pagan sus impuestos en España".

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