En sus páginas hay ficción, crónica, retrato, picaresca y mucha -pero mucha- mala leche. Se trata del libro Catalanes todos (Tusquets), la reescritura que ha hecho Javier Pérez Andújar (San Adrián del Besós -Barcelona-, 1965) de un texto aparecido en 2002 y en el que, en una primera parte, reconstruye la Barcelona del franquismo, y en una segunda, decide resucitar a tres de sus personajes principales el 11 de septiembre de 2013, en pleno debate soberanista, y lo hace con una parodia al estilo vodevil.
En su libro anterior, Paseos con mi madre, Pérez Andújar estudiaba el fenómeno de la periferia urbana y la migración, pero en Catalanes todos se permite el afilado bisturí del humor, que usa sin piedad para arrojar luz sobre las conveniencias y oportunismos, las desmemorias intencionadas y los sentimientos patrióticos, de los que se mofa ácida y largamente en un libro que hace las veces de díptico.
Catalanes todos, primera parte
Un ex combatiente del bando nacional, Juanito Oliva; el agente nazi, conspirador, y espía Santiago Salvatierra; José Batiste, funcionario del Ayuntamiento de Barcelona; un cura, Leopoldo Roca; una médium, Ramona Codolls; el franquista Jaime Casellas o el novillero Alfonso Bovill... forman un heterogéneo y delirante grupo de catalanes que se han conocido en el ejército franquista durante la guerra civil. Al volver a Barcelona, sus destinos se cruzan con muchos personajes históricos en una trama mordaz que muestra los cambios de la sociedad catalana a lo largo de los años de dictadura, transición y democracia, hasta llegar a la más latente actualidad.
Las 15 visitas que Franco hace a Barcelona conforman la columna vertebral del libro y sirven para retratar las estampas políticas de la ciudad en aquellos años: desde un temprano servilismo que sirvió a muchos barceloneses para amasar fortuna y que dará paso a un largo rosario de imposturas, genuflexiones y contradicciones que la presencia del caudillo desata en la ciudad condal: los desfiles de la Victoria, las fiestas en el Club de Polo, los negocios de unos y las penurias de otros, todo a la manera de un gran fresco que terminará en la distancia política, parodiada en una segunda parte donde no queda títere con cabeza.
La dimisión, el vodevil que vino de la transición
La edición que publica Tusquets se caracteriza por un cierre especialmente mordaz y crítico: La dimisión, un texto que el autor ha agregado y que se ambienta en la Gran Vía Catalana en 2013, cuando tres de los personajes más franquistas del libro –Oliva, Salvatierra y Casellas- resucitan el 11 de septiembre, el día de la diada.
A través de una estructura de actos, y de en el que se retrata la figura de Adolfo Suárez, acaso como estropeada estampa de la transición. Porque algo de esperpéntico hay en este apartado. Así, el autor recrea la dimisión de Suárez parodiándola como si fuera un vodevil en el que entran y salen personajes esperpénticos y se escenifican diálogos disparatados entre políticos y personajes de la época: el rey, Rafael Arias Salgado, Fernando Abril Martorell, Landelino Lavilla, Martín Villa…
El autor, quien se ha reconocido como un anti-nacionalista catalán y español, se ha propuesto un libro con el que ha pretendido acaso, sí, sembrar la polémica, pero también componer un potente artefacto en el que el humor se convierte en el más afilado bisturí para desmontar un debate político en el que nadie es inocente del todo.