Entrevista

Cultura

Marta Nieto aborda la infancia trans: "Son temas muy recientes, muy explosivos, que generan mucha polarización"

La actriz debuta en la dirección con 'La mitad de Ana', donde explora los conflictos que atraviesa una madre, perdida e incapaz de encontrar su lugar

  • Marta Nieto -

Marta Nieto fue uno de los nombres elegidos en 2019 para participar en la primera edición de las Residencias de la Academia de Cine, un programa que oferta una beca para cineastas en el proceso de desarrollo de sus trabajos, así como mentorías, programas formativos y contacto con la industria. Aquel privilegio cristalizó en La mitad de Ana, un largometraje que, tras su puesta de largo en la pasada edición de la Seminci, llega este viernes a los cines. Así, esta actriz, que ha trabajado a las órdenes de cineastas como Rodrigo Sorogoyen, Jaime Chávarri, Kike Maíllo, Dani de la Orden o Daniel Calparsoro, y ha protagonizado un cortometraje nominado a los Oscar (Madre, de Sorogoyen) da el salto a la dirección con un proyecto que lleva tiempo gestándose.

Directora, guionista y actriz protagonista, Nieto aborda en su ópera prima los conflictos que atraviesa una madre, perdida e incapaz de encontrar su lugar, así como la búsqueda de su propia hija, que prefiere que su familia y amigos la llamen Son. El elenco se completa con Noa Álvarez, Nahuel Pérez Biscayart y Sonia Almarcha, entre otros. La actriz y cineasta ha hablado con Vozpópuli sobre el encaje de esta película en la actualidad, la búsqueda de la identidad y la aventura de adentrarse en una profesión familiar para ella aunque, en esta ocasión, a los mandos del proyecto. 

Pregunta: ¿Cuál fue el germen o el detonante de esta película, contar el amor de una madre, la historia concreta de una niña que quiere transicionar, o cómo se encajan los dilemas?

Respuesta: Empecé con el proyecto hace cinco años y había una idea de querer ver a mujeres haciendo cosas. Me pregunté qué quería hacer yo y descubrí la pulsión de hablar de la maternidad, una situación que he atravesado y que fue un tema muy complejo para mí. Desde ahí, plantear este espejo de identidades, una identidad fraccionada, que es la de la madre, que no se ha encontrado todavía en el nuevo rol, y la exploración de género de su hijo que, en realidad, la coloca en su sitio. 

P: La protagonista se encuentra en un bucle complicado: ser buena madre y no descuidar a su hijo, pero también no perder de vista quién es, qué ha estudiado y cuál debería ser su papel profesional. ¿Tenías la intención de profundizar en esto?

R. Sí. El punto de partida de Ana es muy precario, emocional y materialmente, porque la conciliación, la maternidad y el trabajo artístico o pseudoartístico. La vida en una gran ciudad estando separada es un cóctel molotov que, además, se acentúa con las narrativas. En mi caso, había un silogismo: cuanto mejor está el niño, mejor. Hasta que me di cuenta de que no funciona así y que es: cuando mejor está la madre, mejor está el niño. No se puede llegar a ninguna meta porque tú eres el ejemplo, no solo estás educando con lo que dices y con lo que transmites, sino con todo lo que haces, con cómo te tratas tú. Educar es enseñar a vivir. Si no sabes vivir, si no haces lo que te gusta, si no disfrutas, si no haces lo que te gusta ni tienes herramientas para lidiar con los conflictos inesperados de la vida, no puedes enseñar. Ella tiene que volver a aprender cómo se vive para enseñar a su hijo algo. 

P: ¿Crees que has optado por un asunto peliagudo, sobre el que no hay consenso social ni científico, o que, al contrario, es un tema ya asumido en la sociedad? Incluso a pesar de rodar una película muy sensible, respetuosa y fiel al amor entre padres e hijos, que no busca el blanco y el negro. 

R: Cuando empezamos a escribir la historia no había Ley Trans ni 20.000 especies de abejas, una película que ha visto mucha gente. Durante todo el proceso hemos ido adaptando la historia para que tuviera sentido para nosotras seguir hablando del asunto. Lo que hemos encontrado, apoyadas por pensadores como Miquel Missé, que ha sido un referente total, tiene que ver con generar estas herramientas para la educación. Ahora hay un marco legal, la búsqueda de la expresión de género es un derecho, pero cómo se lleva a cabo es parte de la conversación que propone la película. Tiene que ver con esto, con el amor propio y la serenidad, con las herramientas que Ana tiene que conquistar para poder enseñarlas. Sí hay algo que todavía tiene sentido. Son temas muy recientes, muy explosivos, que generan mucha polarización, pero que al final tienen que ver con el día a día de mucha gente. Normalizarlo llevándolo a un lugar neutro nos parecía interesante, porque son las mismas herramientas que necesita un niño cis, las herramientas de la educación. 

"Son temas muy recientes, muy explosivos, que generan mucha polarización, pero que al final tienen que ver con el día a día de mucha gente"

P: ¿Crees que 20.000 especies de abejas te ha abierto camino, a pesar de abordar aquí la perspectiva de una madre?

R: Es una película que hace mucha pedagogía y que en su momento tuvo mucho sentido, porque acababa de salir el asunto a la opinión pública y mucha gente ni sabía ni entendía. Nosotras ya no necesitábamos hacer pedagogía, porque ya todo el mundo tiene una opinión más o menos formada, sino contar qué pasa ahora, cómo se gestiona desde la edad adulta, desde el sistema. Proponemos hablar desde la tranquilidad, porque nos parecía igual de peligroso ir muy rápido y frenar. 

P: Al margen del asunto de la identidad que aborda, ligado a la actualidad, hay también un retrato atemporal del amor, a través de la mirada de un padre y una madre que lo hacen lo mejor que pueden, aunque no siempre aciertan. ¿Voluntad de mostrar ese amor ilimitado, pero también atropellado, torpe incluso a veces, de los padres?

R: Son dos puntos de vista diferentes, pero igualmente movidos por el amor radical. Funcionan en contraste porque son dos maneras diferentes de ver las cosas. Cuando te separas hablas otro idioma y cada uno de los dos ve cosas diferentes cuando mira lo mismo. Eso también nos parecía interesante, generar esta libertad propia de mirar de forma diferente, asumir la parte de responsabilidad. A veces es muy fácil ser la víctima o el verdugo y es difícil avanzar.

P: No son muchas escenas en las que coincidís, no al menos en toda la película, pero sí un buen puñado de momentos clave, como aquel en el que los dos mirando por la ventana de una puerta de un aula. Se aprecia una historia previa, una comprensión, un choque, muchos momentos en los que Nahuel y tú compenetrados, y que debían ser creíbles porque van más allá de la crisis concreta de su hijo: habla de separación, de acertar, de cuestiones legares, temas complicados que afectan a muchos padres y parejas. 

R: Era muy importante que el personaje lo encarnase alguien que no hiciera inclinarse la balanza hacia ningún lado. Nahuel es un actor superdotado y fue una suerte tenerle en la película porque es verdad que hay algo que tiene que ver con cosas muy sutiles, con las masculinidades y las feminidades, cuando hablas de género, los roles y las relaciones que tienen entre sí los adultos. Había algo de estos elementos que encarnado en él era muy interesante, porque tiene una masculinidad muy particular y nos parecía que le daba una especie de interés extra. 

El referente de Aftersun

P: En tu película hay un gran simbolismo, en pinturas y también en decisiones estilísticas y de fotografía, en juegos de espejos y reflejos. ¿Crees haber bebido de algún cineasta o incluso artista en particular, aunque sea de manera inconsciente?

R: Teníamos un referente muy claro que era Aftersun, de Charlotte Wells, entre otras cosas porque el punto de partida para traducir el guion a imagen tenía que ver con cómo ve el mundo una artista frustrada. Esto tiene que ver con el borrador que tiene su vida. Ella no está nítida, no está clara. Ella recuerda la historia con su padre y hay algo borroso. Desde ahí, no solo estéticamente, sino emocionalmente, es una historia que nos interesaba mucho. Había una tesis también: la mitad de Ana es eso que no tiene, su arte, y ella no está completa, por lo tanto, la imagen tampoco. 

P: Este proyecto de Residencias Academia de Cine. ¿Ha costado levantarlo? ¿Cuáles los baches y cuáles las ventajas quizás de pertenecer a la industria?

R: Me puse a escribir con muchísimo pudor. Que te elijan en un proyecto como el de las Residencias te valida. Se presentaron casi 1.000 proyectos y se eligen 20. La industria te mira, este filtro es casi una labor social. A partir de ahí te sientes muy privilegiada, no solo validada, porque la Academia pone a tu servicio todos los recursos que tiene y el programa además se ha ido afinando y cada vez es mejor. Además, yo tenía una carrera de actriz y tienes ya un ecosistema hecho. No sé si me ha ayudado, pero todo lo que he ido haciendo ha sido la primera vez, también para las personas con las que he trabajado. Siento que se ha abierto un abanico de posibilidades, pero soy fundamentalmente actriz también. 

"Al igual que como actriz no leo todos los comentarios, no lo voy a hacer como directora. Va directo a la autoestima, y la autoestima es muy frágil"

P: ¿Te has sentido acogida como directora, o quizás observada con celos? ¿Has tenido quizás un síndrome de impostor más duro?

R: En el momento en el que me presento a las residencias lo hago casi en secreto, me ha mucho pudor contar que me estoy atreviendo a hacer algo que se supone que no puedo hacer. Inevitablemente, uno se dice las peores cosas a sí mismo. Mi exigencia o mi carácter hace que me tenga que ponerme de mi parte conscientemente, porque inevitablemente el esfuerzo tiene que ver con saber eso que está mal y que es mejorable. No me van a decir nada que no me haya dicho ya, pero el ejercicio que hago es otro porque si no, no se puede vivir. Todos los días de una manera voluntariosa me pongo de mi parte y no estoy dispuesta a dejar entrar opiniones así porque sí. Al igual que como actriz no leo todos los comentarios, no lo voy a hacer como directora. Va directo a la autoestima, y la autoestima es muy frágil. 

P: Paz Vega, otra actriz que ha debutado recientemente en la dirección, comentaba que no quiere volver a actuar en una película dirigida por ella. ¿Cuál ha sido tu experiencia?

R: En la práctica es muy doloroso, es muy difícil estar concentrada en dos cosas a la vez con una sola cabeza. Tienes que hacer renuncias todo el tiempo. Si te gusta mucho actuar, yo he sufrido porque no era lo más importante. En el pulso ha ganado la directora y la actriz está un poco enfadada. Tienes la mitad de tiempo, para empezar. Aunque te disocies, no hay tiempo. El tiempo es dinero. 

 

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