Internacional

Vivendi desafía el pensamiento único, la dictadura woke... y a Prisa

La irrupción del Grupo Bolloré, y otros menos potentes, ha supuesto una convulsión espectacular en el panorama informativo francés

  • Bolloré -

Por primera vez en décadas, el monopolio mediático ejercido por la izquierda en Francia se tambalea. Los medios de prensa y edición del grupo Vivendi son en buena parte responsables de la encarnizada batalla que agita el panorama político y cultural. Defensores de una derecha sin complejos, las tropas periodísticas de Vincent Bolloré desestabilizan un panorama dominado por un mayoritario mensaje progresista.

El accionista francés de PRISA, acosado por los enviados de Pedro Sánchez, según informaba el semanario “Le Point” la semana pasada, se ha propuesto desafiar “el pensamiento único” que sus rivales en prensa escrita, radio y televisión, defienden con pocas diferencias, incluso desde medios considerados conservadores, como el histórico “Le Figaro”, que ha tenido que reaccionar para evitar ser considerado como portavoz del centroderecha.

Desde la cadena generalista Canal+, pasando por la televisión todonoticias CNEWS, la emisora de radio Europe1, el semanario “Paris Match” o el diario dominical “Le Journal du Dimanche” (JDD), los franceses tienen ahora la oportunidad de recibir un mensaje informativo que antes se les ocultaba o se les ofrecía siempre desde un punto de vista uniforme. 

Inmigración ilegal, aumento de la criminalidad y de la inseguridad, penetración del islam, cuestionamiento del neofeminismo, de la llamada política de género, de la eurofilia, del “indigenismo” del “descolonialismo” y, en general, de todo lo que durante los últimos años ha barnizado de “wokismo” cualquier obra cultural o intelectual entra en la programación de esos medios. Un intercambio temporal de redactores e editorialistas del grupo Vivendi con sus pares de “El País” o “La Ser” podría acabar con todos ellos en un psiquiátrico. 

La izquierda mediática pierde el monopolio del relato

La irrupción del Grupo Bolloré, y otros menos potentes, ha supuesto una convulsión espectacular en el panorama informativo francés, hasta hoy - y desde hace más de 50 años - dominado sin disimulo ni discusión por una mayoría de periodistas de izquierda. Una nueva generación de informadores, acompañados por veteranos más o menos marginados en el pasado, ha irrumpido con estruendo y éxito en la batalla cultural que se libra en el país y que está privando a la izquierda mediática y política del monopolio del relato del que disfrutaban hasta hace muy poco tiempo.

Por supuesto, ese contenido no hubiera alcanzado el éxito de audiencia del que disfruta, por ejemplo, CNEWS, si el debate no se hubiera abierto a voces hasta entonces silenciadas por ese “cordón sanitario” que pretende frenar el auge de la derecha dura no solo en la política, sino en todos los aspectos de la sociedad. Verdaderos especialistas - y no “todólogos” – vetados en los medios tradicionales por no adaptarse a la “doxa” oficial, aparecen por primera vez en pantalla poniendo fin a una censura que contradice el éxito de muchos de sus libros y trabajos. 

Tras hacerse con la propiedad de esas cabeceras, el empresario Vincent Bolloré no ha dudado en nombrar responsables de confianza y equipos que defiendan sus postulados ideológicos. Eso le ha valido iniciales huelgas de redacciones y las protestas de partidos y organizaciones de extrema izquierda, algo habitual en Francia, donde los periodistas descontentos con un nuevo accionista mayoritario pueden acogerse a la “cláusula de conciencia” y abandonar voluntariamente el grupo con una consecuente indemnización. 

Que un empresario de prensa elija a sus colaboradores alarma a quienes no se inmutan cuando es el poder ejecutivo el que tiene la última palabra para nombrar a los directores de medios públicos. El verdadero problema es que el nuevo dueño del conglomerado mediático de Vivendi es un “millonario”, adjetivo que la prensa de izquierda utiliza cada vez que se le menciona (Como en España ocurre con Amancio Ortega, salvando las distancias) y, sobre todo, claro está, es un personaje de derechas. 

Bolloré, por la unión de las derechas

Vincent Bolloré, al frente de un imperio industrial heredado de varias generaciones, tiene, según aseguran algunos de sus allegados, el anhelo de unir a las derechas francesas, es decir, de acercar a los conservadores tradicionales de “Los Republicanos”, con el partido de Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional (RN).

A Bolloré se le reprocha un pecado original, como es el haber contratado a Eric Zemmour en uno de los programas de debate televisivo. Zemmour, antes de convertirse en político y aspirante frustrado a la presidencia de Francia, era el periodista y ensayista que batía todos los récords de la edición impresa. Hoy es boicoteado en los medios de izquierda y poco invitado en general, pues sus comentarios deben contar en el tiempo de palabra registrado para los políticos de cualquier signo. 

El “cordón sanitario” de los representantes de la izquierda a la prensa de Bolloré se va reduciendo a medida que las audiencias crecen y el impacto se multiplica. Así, solo una minoría irreductible, como la secretaria general de la CGT y la líder de los ecologistas se niegan a responder a las preguntas de los periodistas de CNEWS. Sin embargo, la mayoría de los líderes y portavoces de La Francia Insumisa – a excepción de Jean-Luc Melenchón – o los secretarios generales de los socialistas y comunistas acuden a los platós de esa cadena. 

En el oficialismo macronista, como en cualquier otro terreno, impera la ambigüedad. El presidente Macron insta a sus ministros a participar en todos los medios de comunicación de Vivendi. El mismísimo “premier”, François Bayrou, lo ha hecho esta semana. Que el jefe del Estado y Vincent Bolloré no comparten  “weltanschauung” es evidente. Pero sus relaciones han pasado por momentos de calma, como cuando el semanario “Paris-Match” dedicó, en octubre de 2023, diez páginas con su correspondiente despliegue fotográfico a la pareja inquilina del Elíseo. 

Tras la “toma” por Vivendi del “JDD” - único diario que se publicaba el domingo –, un nuevo periódico nació súbitamente para hacerle la competencia. “La Tribune du Dimanche” es considerado como un rotativo centro-macronista, creado para no dejar en manos de Bolloré la única fuente informativa escrita del séptimo día. 

Censura y “Radio KGB”

Las cosas se han torcido en los últimos tiempos para el empresario bretón. El ARCOM, conocido como el gendarme de los medios audiovisuales, en teoría nacido para defender la libertad de expresión, retiró la frecuencia a una de las cadenas más populares del grupo Vivendi. El canal C8, el más visto de la TNT francesa, fue eliminado por este organismo presidido por dirigentes nombrados también con el acuerdo del jefe del Estado. 

La ofensiva contra el grupo mediático de Bolloré se acentúa en los últimos días, por tierra, mar y aire, desde el conglomerado público de radio y televisión, pasando por los reportajes de “investigación” de “Le Monde”, el vespertino que un día se autodefinió como “de referencia” y que hoy se ha convertido en el portavoz del wokismo progre.

Los ataques a CNEWS se han agudizado por el supuesto “putinismo” de sus editorialistas. Pascale Praud, una de sus principales figuras manifestó en uno de sus editoriales que “Ucrania ha perdido la guerra”. Por las mismas fechas, Praud entrevistó a la periodista rusa, Xenia Fedorova, exdirectora de la versión francesa de “Russia Today TV” y autora del reciente libro “Bannie” (Prohibida), donde critica la censura francesa hacia medios como el suyo. Su obra está editada por “Fayard”, una de las editoriales con las que Bolloré se ha hecho, con el consecuente revuelo del mundo de la edición, otro coto tradicional de la izquierda. Es la misma editora que publicó el libro de Jordan Bardella (“Ce que je cherche”), presidente del partido de Marine Le Pen, y que hizo temblar a la oficialista – y única agencia de prensa – la estatal “France Presse”, que escribió horrorizada: “Fayard es la primera gran editorial que acoge a un dirigente de un partido de extrema derecha”. 

La supuesta “putinofilia” de los periodistas Vivendi ha provocado un inusual comunicado del propio Emmanuel Macron, que exigió “el respeto a la veracidad de los hechos”. El Elíseo no parece soportar que se critique el discurso guerrero del presidente, a quien se le achaca instigar un exagerado miedo a eventuales ataques rusos en territorio europeo. Para “Le Monde”, la prensa de Bolloré defienden abiertamente a Rusia”; es “Radio KGB”, se alarma un consejero del presidente. 

Pluralidad en peligro

Resulta curioso este tremendismo con puntos de vista diferentes de la línea oficial. No es el mismo caso cuando la prensa que hoy critica a sus colegas de Vivendi apoya o enmudece cuando otros medios, como el mismo “Le Monde”, han sido denunciados por actuar sin disimulo como portavoces de Hamás. 

La “cruzada” progre contra Bolloré he hecho reaccionar a conocidos y veteranos periodistas “liberales”, alarmados ante el poco respeto a la libertad de expresión y el ánimo censor de muchos de sus colegas. Así, Franz-Olivier Giesbert, editorialista de “Le Point” y exdirector de “Le Figaro, y de “Le Nouvel Observateur”, asegura que “no es el populismo lo que está matando a la prensa francesa, sino el discurso único”. Christophe Barbier, editorialista de BFMTV y exdirector del semanario “L’Express”, afirma que “algunos intentan suprimir el pluralismo para obtener una especia de neutralidad en los medios. Cuando nuestro tesoro es el pluralismo y no la uniformidad”. 

El exministro de Cultura, Frederic Mitterrand, fallecido recientemente, manifestaba que CNEWS es una TV “con todo el derecho a ser de derechas”.   “Veo CNEWS a veces” – decía el sobrino del antiguo presidente socialista– “y me chocan mucho más las declaraciones antisemitas de “La Francia Insumisa” o los gastos de estancia de los dirigentes de la televisión pública en el Festival de Cannes”. 

CNEWS se ha convertido en el buque insignia del grupo de información de Vivendi a base de debates de ideas, “con un tinte soberanista, euroescéptico, conservador y reaccionario” para sus críticos, que no soportan ver agujereada su burbuja cultural. Esta misma semana, la cadena ha batido todos sus récords y deja muy atrás a sus principales rivales, las privadas “BFMTV” y “LCI”, y deja descolgada, a años luz, a la pública “France-InfoTV”. El canal de noticias de la “fachosfera”, el más odiado por la izquierda, es el favorito de los franceses.



 

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