Cultura

La obsesión por el éxito profesional y el rechazo a la maternidad como engaños del nuevo feminismo

Muchas veces la dimensión maternal es olvidada, fruto del virus inoculado por los sesentayochistas, que es una “liberación” de esta “limitación”

  • Imagen de archivo de una madre con su hijo. -

Está, y con razón, Enrique García-Máiquez asombrado con las mentiras públicas, y me imagino que con las privadas, porque están destruyendo nuestra sociedad. Y citaba a Hannah Arendt, el otro día en un artículo en El Debate: «Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras».

Una de estas flagrantes mentiras es el feminismo de la última oleada, engaño con el que han intentando vendernos una visión de mujer empoderada y resolutiva en su vida pública, profesional y personal, liberada de la carga de ser madre. Pero esta mirada parcial y sesgada de la realidad está claramente en crisis, porque la libertad no es plena si no exploramos todas nuestras dimensiones como persona. 

Erótica y materna

La doctora italiana Mariolina Ceriotti habla en su libro de un feminismo auténtico, describiendo las dos dimensiones de la mujer: la erótica y la materna. Ambas se complementan y tienen su momento. La erótica es fundamental para una autoestima adecuada de la mujer, intrínseca a su esencia y una manera de despertar la atracción complementaria entre ambos sexos. Nace de la mirada adecuada del varón, empezando por la de su padre y hermanos. Y se desarrolla con el trato con otros hombres, hasta alcanzar una primera relación.   

A su vez en la relación con sus hijos biológicos, adoptados o “espirituales” desarrolla otra faceta esencial en la vida de una mujer. Muchas veces esta dimensión maternal es olvidada, fruto del virus inoculado por los sesentayochistas, que es una “liberación” de esta “limitación”, lo que genera un feminismo incompleto.

La mujer de éxito

María Calvo Charro, profesora titular de Derecho Administrativo en la Universidad Carlos III de Madrid, habla de la obsesión de muchas mujeres que solo se ven en su versión erótica, en la que se realizan plenamente en su vida profesional y personal, pero no en la dimensión materna. 

Describe un perfil de mujer obcecada por ser perfecta, empecinada en alcanzar altas cotas de éxitos y convencida de que eso le llevará a la felicidad. Cuando la realidad es que muchas mujeres después de una vida laboral y personal intensa, llegan tarde a la maternidad y se lamentan por el fracaso que supone, una frustración difícilmente remontable. 

Ana Iris Simón, la famosa y sugerente escritora y periodista, madre de dos hijos indicaba en una acertada columna titulada “Maternidad real” en ELLE una de las claves para entender la maternidad: “Aunque incluso convertir la crianza en una competición de plañideras tiene su aquel: como el mensaje que una recibe de las redes es que es un valle de lágrimas, cuando va experimentándola se da cuenta de que no es para tanto. Y de que maternidad real es llevar el sujetador de lactancia con restos de vómito, unas ojeras hasta los pies y el bolso lleno de pinturas, piezas de Lego y sándwiches a medio comer. Pero también –y sobre todo– es la alegría y la plenitud de estar viviendo para que otros vivan”. 

Claramente un feminismo pleno consiste en hacer valer tu identidad como mujer, lo que supone un regalo para los tuyos y una gran felicidad.

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