Fue una ceremonia discreta. Sin estridencias. En cada uno de los discursos, los premiados evitaron enzarzarse con la realidad. Desde el hermético y lírico discurso de Felipe VI en la clausura del acto -prodigó, es cierto, algunas expresiones contra las divisiones en las sociedades, a manera de guiño sobre el tema catalán- hasta el filósofo Emilio Lledó, premio de Comunicación y Humanidades. Abundaron las fórmulas genéricas. Lledó hizo un alegato a favor de las humanidades en la educación en contra del pragmatismo; lo hizo, eso sí, sin meter los dedos en la llaga de la actualidad, como ya lo había hecho en días anteriores. Defensor radical de la escuela pública, no aludió -al menos no directamente- al recorte de la enseñanza de filosofía llevada a cabo por el Gobierno de Mariano Rajoy.
En cada uno de los discursos, los premiados evitaron enzarzarse con la realidad. Fue una ceremonia discreta y sin estridencias.
"El cielo ideal de las Humanidades está en realidad lleno de nubarrones violentos. Basta abrir los periódicos o escuchar las noticias. Y esa oscuridad nos lleva a pensar si esa prodigiosa invención de las humanidades no se nos ha deteriorado y si, a pesar de los indudables progresos reales, el género humano no ha logrado superar la ignorancia y su inevitable compañía, la violencia, la crueldad", dijo el filósofo en presencia de los reyes Felipe y Letizia, quienes presidieron un acto marcado por la extremada corrección.
Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, fue el primero de los galardonados en leer su discurso ante los 1.600 invitados que asistieron al Teatro Campoamor de Oviedo este viernes. Las suyas fueron unas palabras humildes y emotivas, aunque políticamente huidizas. "Tres patrias tengo yo, Cuba, mi lengua y el trabajo", dijo. "Con ellas tras a cuestas he recorrido un camino largo (...) Estoy donde nunca soñé estar, aunque sé por qué estoy, porque soy un empecinado".
Ser escritor, dijo el cubano, ha sido "una bendición" que asumió como una responsabilidad artística y civil, que ha sido y será ardua" y que le ha generado incomprensiones y marginaciones cuando era considerado "apenas un autor de novelas policiacas". Se mostró agradecido con España, adonde acudió por primera vez en 1988 para asistir a la primera edición de la Semana Negra de Gijón, donde fue galardonado en 1995 con el Premio Café Gijón, recordó a su familia. Mencionó Padura a su madre, allá en Cuba, donde no podía ver la retransmisión del Premio.
Padura evitó en todo momento un posicionamiento político con respecto a Cuba, aunque dejó caer algunas palabras con matices al respecto. "Hoy es un día de vino y rosas y así quiero guardarlo en mi memoria", proclamó antes de advertir de que pese a "las luchas, las dudas, los silencios y los resquemores", las recompensas que debe a sus patrias son "un pretexto de lujo para disfrutar y compartir esta felicidad". Y así lo hizo. Disfrutó como cuando era un chico en su cuba natal, con una pelota de béisbol en la mano con al que subió a recibir el Premio entregado por los reyes Felipe VI y Letizia.
Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, evitó referirse políticamente a Cuba, a pesar de algunos matices.
El cineasta estadounidense Francis Ford Coppola, Premio Princesa de Asturias de las Artes, quien desde su llegada a Oviedo ha acaparado la atención de la prensa, leyó un discurso que reivindicó el poder de la libertad en la creación y la experimentación como única forma posible de producir un discurso propio. Incluso se refirió a la posibilidad de utilizar el cine como un instrumento de intervención. “Ahora en Italia creen que tengo la capacidad de resolver los problemas que aquejan el mundo, pero desafortunadamente, por ahora no soy capaz. Como Prometeo, estoy encadenado por el mercantilismo”, dijo. Más Sancho que Quijote, el suyo fue un alegato de gratitud.
Aunque perdió la primera página de su discurso, Esther Duflo, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2015, no perdió los papeles. Su discurso fue contundente e interpeló en buena medida el papel e la sociedad ante el debate de la pobreza. La economista francesa subrayó que la sociedad "no puede permitirse el lujo de dar la espalda" a la situación por la que atraviesan los refugiados, ya que "sus problemas, mucho más graves, no están tan lejos como parece". "Sean cuales sean nuestras dificultades, los problemas que otros padecen en países que no están tan lejos como parece son mucho más urgentes y mucho más graves. Y en un mundo cerrado no podemos permitirnos el lujo de darles la espalda”. Tras manifestar su agradecimiento por el premio recibido, la economista francesa habló del trabajo del Laboratorio de Acción contra la Pobreza Abdul Latif Jameel (J-PAL), en la que trabaja.