Cultura

Sabina: "He pasado de la adolescencia a la vejez sin tocar la madurez"

Anuncia nuevo disco y gira en la presentación en San Sebastián del documental 'Sintiéndolo mucho', dirigido por Fernando León de Aranoa

Joaquín Sabina y Fernando León de Aranoa mantienen una bonita amistad y probablemente por ese motivo el primero le ha permitido al segundo entrar en su vida, con su cámara, y ser testigo durante 13 años de algunos de los momentos más desconocidos, íntimos e inéditos que se suceden en el "backstage" de su rutina artística y doméstica. El resultado es un documental titulado Sintiéndolo mucho que se ha presentado este sábado en el Festival de San Sebastián dentro de la sección Velódromo y que promete despertar la curiosidad de cafeteros pero también de los más escépticos.

Giras por México, horas antes de los conciertos, ensayos, viajes en coche, habitaciones de hotel, muchas borracheras, juergas e incluso duchas han quedado registradas en el equipo de rodaje con el que el cineasta se ha aproximado a una distancia imposible para muchos e inasequible para la mayoría. "¿Son las canciones un retrato de tu vida?", le pregunta el director. "Me retratan mejor de lo que pueda contar de mí mismo", contesta Sabina. Ahora, León de Aranoa compite con un documental casi sin secretos.

Antes de Navidad habrá un nuevo disco y que arrancará una gira en febrero por América que más tarde volverá a España

Lejos de retirarse, este "ateo pero semanasantero"; que ama animales pero va a los "toros"; y que es "de izquierdas con un lado anarquisistón y otro liberal" ha avanzado en la rueda de prensa a la que ha asistido Vozpópuli que antes de Navidad habrá un nuevo disco y que arrancará una gira en febrero por América que más tarde volverá a España para volver a América. Sin duda, es una de las noticias más esperadas para los fans, después de la caída que sufrió en febrero de 2020 en el Wizink Center de Madrid y de la actuación que acogió la entrega de los premios Goya.

Hasta entonces, los fanáticos de Sabina pueden disfrutar de un documental que saciará su sed. Según ha señalado Fernando León de Aranoa en esta rueda de prensa, el truco ha sido contar con un protagonista "cómodo" y "tranquilo", que se presenta con sus "virtudes" y sus "defectos", algo que, según ha reconocido, "no es lo habitual". "A veces la gente te cuenta lo que quieres escuchar", ha señalado.

Ante la pregunta acerca de cómo Sabina ha convertido la inconsciencia de los primeros años en la inconsciente de los 70, que ha permitido que León de Aranoa entrase en su vida, Sabina ha hecho referencia a una de las frases con las que también responde al director en este documental. "Tengo la sensación de que he pasado de la adolescencia a la vejez sin tocar la madurez", bromea.

De todos los minutos de grabaciones que se condensan en este documental, lo más valioso son las pruebas de debilidad de Joaquín Sabina, un artista curtido en cientos de salas que, sin embargo, padece una angustia casi enfermiza a medida que se acerca el momento de la actuación. "La hora antes del concierto no debería existir", reconoce el artista, que se convierte en otra persona cuando por fin pisa el escenario. Momentos previos a su último concierto en Las Ventas, en 2010, se ven nervios y vómitos. "¿Para qué sirven los años? Para nada", se resigna el cantante.

También habla de drogas y dice que se quitó de "la coca" sin internarse. "Hay que tener cuidado y no destruirse, porque uno tiene muchos amigos muertos, lo mejor de su generación", señala el artista en este documental. No obstante, admite que las echa "de menos". Tras el ictus y su relación con Jimena, su pareja desde hace tiempo, no ha sido capaz de volver a componer. "El amor es una mierda para escribir canciones", admite.

"Madrid es donde pasaban las cosas y yo siempre he querido estar donde pasaban las cosas", señala Sabina en el documental

En este documental también se ve a Sabina volver a Úbeda, su tierra, donde "nadie es profeta" y donde vivió hasta los 20 años y donde, a diferencia de lo que dicen algunos escritores, no están sus "mejores recuerdos". Allí lee los versos de su padre, poeta, en quien, según confiesa, va reconociendo cosas de sí mismo, y reafirma también que fue Madrid el lugar que le hizo vibrar. "Madrid es donde pasaban las cosas y yo siempre he querido estar donde pasaban las cosas", dice.

Otro de los lugares en los que se reconoce a Sabina es en el contraste con Serrat. Ante el caos y la improvisación del primero, se describe el orden y el estilo metódico del segundo. "Serrat fue Dios desde siempre, pero se perdió tocar en pubs, en el metro", ha señalado Sabina sobre su amigo compañero de gira. Él, en cambio, era "más inconsciente y descerebrado", y llegaba "tres minutos antes del concierto". "Sexo drogas y rock and roll. Duró hasta los 50", ha confesado el artista.

Jaime Rosales: maternidad y relaciones tóxicas

Al margen del documental de Sabina, la Sección Oficial ha dejado en esta segunda jornada del festival algunas películas reseñables: Jaime Rosales y sus Girasoles silvestres; Diego Lerman y El suplente o Runner, de Marian Mathias. Jaime Rosales luchó por la Concha de Oro en 2008 con Tiro en la cabeza y ahora, casi tres lustros después, vuelve a competición con la película Girasoles silvestres, un drama que aborda temas como las relaciones tóxicas, los obstáculos de la maternidad en la juventud y, en líneas generales, la búsqueda de la felicidad y la estabilidad.

Anna Castillo, protagonista de esta historia, da vida a una joven madre de dos hijos que deambula por varias relaciones en busca del difícil equilibrio entre las responsabilidades familiares y mantener la pasión de la pareja. "Hay algo del personaje que he sentido muy cercano siempre: madres con una carga mental absoluta, que quieren seguir adelante por el bien de sus hijos, que apartan sus necesidades y deseos porque están solas, que son chicas muy jóvenes, que viven en un sistema muy patriarcal que tiene masculinidades muy tóxicas a su alrededor", ha resaltado segura la actriz, sin duda lo mejor de la película.

Rosales cae en cierto clasismo que no ha pasado desapercibido entre los espectadores

Esta confianza y determinación de Castillo choca sin embargo con la tesis de Rosales a la hora de retratar a los protagonistas masculinos, a veces demasiado toscos o caricaturizados, en una historia tan visceral en la que por momentos cuesta entender el destino. Lo cierto es que en esta película, contada en tres fases, el director opta por un hombre "más feminizado, de los que sacan espacio de su tiempo para ayudar a su pareja, un hombre moderno", según él mismo ha destacado, como mejor opción para su protagonista no sin caer en cierto clasismo que no ha pasado desapercibido entre los espectadores.

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