El 25 de mayo de 2020, George Floyd fue retenido por la policía en una calle de Minneapolis y, después de repetir en varias ocasiones que el agente que le retenía no le permitía respirar, murió por asfixia. Casi un año después, el policía que no levantó su rodilla del cuello de Floyd fue declarado culpable. Su muerte provocó una oleada de indignación y protestas que viajó más allá de las fronteras estadounidenses. Sin embargo, la brutalidad policial y la tensión racial hace mucho tiempo que se convirtieron en una situación habitual que, lejos de menguar, se ha acentuado.
La historia se repite una y otra vez y el cine se ha convertido en uno de los mejores lienzos para reflexionar sobre el origen, las causas, los responsables o las posibles soluciones, pero pasan los años y las películas que en su día parecieron novedosas en su contenido y en su perspectiva tienen réplicas en el presente porque reflejan los mismos problemas que no cesan. Shorta. El peso de la ley, un thriller danés dirigido por Anders Ølholm y Frederik Louis Hviid, es uno de esos ejemplos que muchos han comparado con la reciente película francesa Los miserables, de Ladj Ly (2019), o incluso la serie española Antidisturbios (2020), de Rodrigo Sorogoyen.
Esta pareja artística ambienta la acción de su película en la Dinamarca actual. Talib, un joven inmigrante de segunda generación, entra en coma cuando se encuentra bajo tutela policial. En plena tensión racial en una sociedad multicultural, la noticia de la muerte de este joven desata violentos disturbios en el vecindario. Los agentes de policía Høyer y Andersen hacen patrulla rutinaria por el gueto de Svalegarden cuando sucede todo y la zona se convierte en un infierno sin salida para ellos.
En Occidente existe la tendencia a dividirlo todo con un código binario: o eres bueno o eres malo, y es la vertiente nefasta de la corrección política, en la que es muy fácil demonizar a cualquiera que supuestamente dice algo incorrecto o hace una pequeña cosa incorrecta, no deja espacio para los matices"
¿Emoción? ¿Impacto? ¿Remover conciencias? La idea de estos jóvenes cineastas era conseguir todo esto y más en el espectador pero, sobre todo, conseguir hacer reflexionar acerca de algo que lleva mucho tiempo rondando por sus cabezas. "La película trata de recordarnos que todos somos seres humanos con muchos matices, muy complejos", apunta Anders durante una entrevista por videoconferencia a Vozpópuli con motivo del estreno de este filme este viernes en los cines españoles.
"En Occidente existe la tendencia a dividirlo todo con un código binario: o eres bueno o eres malo, y es la vertiente nefasta de la corrección política, en la que es muy fácil demonizar a cualquiera que supuestamente dice algo incorrecto o hace una pequeña cosa incorrecta, no deja espacio para los matices, tienes que ser siempre correcto. O eres bueno o eres malo, y nosotros queríamos alejarnos de eso", agrega Anders.
Tensión racial y la tridimensionalidad de los personajes
A los ojos de estos cineastas, "la policía y estos chicos jóvenes de estos barrios en realidad tienen muchos elementos en común y, sin embargo, se demoniza a ambos, tanto a los policías como a los chicos". "Ambos se sienten incomprendidos y tienen una mentalidad, tanto el uno como el otro, un poco subversiva", cuentan los directores, quienes encontraron el gancho de la historia en el enfrentamiento de estos dos grupos.
"Nos pareció muy interesante que tuvieran puntos en común y que se viera en la película, así como mostrar la humanidad de ambos. La película habla de prejuicios sobre todo, pero no queríamos hacer una película política porque nuestro deseo era que uniera a la gente, que todo el mundo pudiera ir a verla y hablar de ello", precisan.
Desde el momento en el que los productores aceptaron su proyecto, en el que llevaban más de diez años pensando, empezaron a documentarse y a hablar con policías "de todo tipo" y con "jóvenes de barrio similares" a los que se retrata en esta cinta. Aunque no se basaron en ningún caso concreto, afirman que la muerte de un joven hace 30 años a manos de agentes de la policía que se sentaron encima de él y le provocaron la muerte influyó en su proyecto, así como la muerte de George Floyd. Pero lejos de caer en cierta inocencia, decidieron llenar la película de matices.
"No se trataba ni de glorificarlos ni de tratarlos como los malos malísimos. Era más bien tener una perspectiva, una visión real de los personajes, darles una tridimensionalidad, hacerlos reales, personajes de carne y hueso", concluye Louis Hviid.