No es el disco más vendido de nuestro país, pero seguramente es el que más está dando que hablar. Se titula Ep.01.Causa y viene firmado como Taifa Yallah, un proyecto de estética militar islámica (estandartes, caballos negros, túnicas de combate…) donde se reconoce la voz del prestigioso trapero Dellafuente (Granada, 1992). Al escuchar estos ocho cortes surgen muchas preguntas, pero el grupo no concede entrevistas. Unos dicen que por timidez de su líder, otros que tiene que ver con su reciente paternidad y siempre están los retorcidos que recuerdan que no hacer promoción suele ser la mejor promoción. En estos momentos de estandarización sonora del trap, Dellafuente entrega un álbum donde resuenan ecos de Extremoduro, del rock flamenco de Medina Azhara y del hip-hop más tenebrista.
Su mezcla de rock, crescendos flamencos y salmodias islámicas tiene los mismos ingredientes que los dos últimos discos de Los Planetas, pero alcanza mayor voltaje poético y sonoro. Entre las influencias para el proyecto destaca la del el poeta y matemático persa Omar Jayam, que vivió entre los siglos XI y XII. Citan dos líneas de su poema “Iconoclasta”: ”¿Crees tú que en el alma del artista que un día ideó y cinceló la copa/ puede nacer el demoníaco sueño de verla rota?” Las letras del álbum, por ejemplo la de “400 Demonios”, tratan el impulso creativo como regalo divino envenenado, que siempre acarrea un lado oscuro. Algunos periodistas subrayan la influencia de Omega (1996), el álbum donde Enrique Morente y Lagartija Nick arrimaron a Lorca con Leonard Cohen al flamenco más sombrío. La conexión no es literal, pero ambos discos comparten espíritu épico, la lógica de rock progresivo y el gusto por los ritmos más tortuosos.
"Enrique Morente decía que se perdía en las inmensidades del flamenco y cuando lo escuché me cuadraba mucho porque lo que yo quería hacer no estaba hecho", explica Dellafuente.
Cuando se investiga un poco, aparecen más claves para relacionar ambos proyectos. “Yo estaba de costalero en la Virgen de los Gitanos. Una vez nos llamaron para hacer una salida y nos dijeron que teníamos que ir oscuros. En esa época me estaba empezando a interesar el rap y fui a comprar la ropa oscura a una tienda de raperos, Doctor Fli. Dio la casualidad de que por una compra superior a no sé cuántos euros te regalaban grabarte un tema. No tenía nada escrito ni conocía productores, así que me llevé a un colega que tocaba la guitarra, a otro que tocaba el cajón y a un chaval que cantaba flamenco. Sería en el 2011”, explicaba hace cosa de un año. La historia recuerda a otra donde Erik Jiménez (batería de Los Planetas, Lagartija Nick y Enrique Morente) recordaba que muchos ritmos de Omega tenían que ver con sus recuerdos infantiles de los sonidos de pasos de Semana Santa. “Enrique Morente decía que se perdía en las inmensidades del flamenco y cuando lo escuché me cuadraba mucho porque lo que yo quería hacer no estaba hecho. No es que me sintiera perdido, pero no encontraba una referencia”, dijo también Dellafuente.
Bajo la alfombra está Al-Andalus
De momento, no se ha anunciado gira, una decisión extraña y sin duda frustrante para muchos, ya que estamos ante uno de los pocos proyectos surgidos de la escena urbana española que podría ir más allá del playback, las bases pregrabadas y las coreografías sexys. También se desmarca de la escena con un discurso que no se conforma con el paradigma de “Soy el mejor, os traigo lo bueno y todo lo que me paguéis es poco”. Queda claro en los vídeos donde se explica el álbum: “Si levantas la alfombra del paisaje, debajo, prendida en nudos con la misma yerba, el suelo de Al-Ándalus está ahí (…) Taifa Yallah no es ninguna mixtificación sobre la convivencia de las distintas culturas, ninguna se dio nunca en puridad y su fe, si acaso, es la fe del converso, la Santa-Fé”. Se trata de un acercamiento intuitivo y poético al encuentro de culturas que encarna la ciudad del rapero. Otra de las canciones, “Corazón de agua”, se inspira libremente en el poema “El paseo e los tristes”, del poeta granadino Javier Egea. También es emblemático la actuación que ofreció en Palacio de Carlos V de La Alhambra.
¿Qué posición ocupa Pablo Enoc -nombre real del artista- dentro de la escena urbana española? Sin duda, un lugar donde no se siente del todo a gusto y donde probablemente incomoda a muchos de sus compañeros. En 2006, por ejemplo, dejó en fuera de juego a los traperos con la publicación de “La vida es”, un himno donde reivindicaba sus raíces de clase trabajadora. En las antípodas de los clips con drogas, chicas y coches de lujo, que monopolizan el trap español, Dellafuente y su amigo Maka rimaban entre pescaderos, señoras de la limpieza y puestos de mercadillo. “Gloria bendita pa' las amas de casa/ que ponen el corazón en todo lo que hacen/ y que mal lo pasan”, reza la primera línea. “Venimos de donde no había, fuera tonterías”, completaba después. La letra sonaba inofensiva, pero también fue una bofetada en los morros de los niñatos traperos del bling bling.