Asomarse a TikTok es hacerlo a una ventana aparentemente inofensiva que, cuando topa con la salud, se puede convertir en un peligro. Así ocurre con la -esperemos- última tendencia, bautizada como 'Frozen Honey', o lo que es lo mismo, miel congelada, que los usuarios consumen como si fuera un caramelo, desoyendo todo tipo de información médica.
Desde dos frentes distintos llega la alerta. Por un lado, dentistas y odontólogos ponen el grito en el cielo por una práctica que pone en riesgo la salud bucodental. Por el otro, lógicamente, todos aquellos profesionales dedicados a la nutrición, que ven cómo esta azucarada bomba se convierte en una peligrosa moda.
La idea, que estalló el pasado 9 de julio 'gracias' al usuario Dave Ramírez, se ha extendido así como un reguero de golosa pólvora que puede hacer estallar -metafóricamente- dientes y el equilibrio nutricional, llenando la boca de ingentes cantidades de azúcar con un peligro asociado en el que quizá no reparemos.
Los riesgos de abusar de la miel congelada
A pesar de una magnífica prensa, donde la miel se ha considerado un edulcorante natural y relativamente saludable por contener minerales y vitaminas (no todas, ojo), no debemos nunca perder de vista que no dejamos de hablar de una cantidad exageradamente alta de azúcares. Lo cual no resta que, si hablamos de miel natural frente a la comparativa de miel industrial, la primera opción sea más recomendable. En cualquier caso, no conviene abusar de ella.
Para distinguir la una de la otra, salimos de dudas con esta publicación de QuirónSalud, donde establecen la diferenciación entre ambas. Así encontramos que la miel natural no ha sido sometida a ningún tipo de tratamiento, por lo que tiene propiedades beneficiosas para la salud gracias a "la presencia de minerales, enzimas, vitaminas y antioxidantes".
En el bando contrario encontramos lo que denominan desde QuirónSalud como 'miel industrial', que ha sido sometida a una serie de procesos térmicos, responsables en la mayoría de casos que nunca se solidifique. Lo que se convierte en una aparente ventaja de uso -todos nos hemos topado con el engorro de una miel cristalizada o muy densa- es en realidad una desventaja, ya que tienen menos sabor, aroma y propiedades, según esta reseña en el blog de la OCU.
Nos plantamos así ante un alimento que tiene más de 300kcal por cada 100g de producto, algo menos que las 400kcal por cada 100g de producto del azúcar blanquilla, pero en cualquier caso una auténtica barbaridad. La ventaja está en que su poder edulcorante es mayor, así que necesitaríamos una menor cantidad de miel para lograr el mismo efecto.
Esto no significa que convirtamos la miel en una barra libre, puesto que no deja de ser un alimento compuesto en su práctica totalidad por fructosa (alrededor del 38%), glucosa (sobre un 31%) y agua (que ronda el 18%). Teniendo esto claro, ¿por qué los dentistas y nutricionistas ponen el grito en el cielo por el #FrozenHoney o miel congelada?
La opinión del dentista
De sobra sabemos que cualquier producto lleno de azúcar es un enemigo natural de la salud bucodental si descuidamos nuestra higiene dental. Eso no impide que haya estudios que avalen que el uso tópico de la miel podría tener beneficios para combatir la gingivitis, el mal aliento o la caries, pero en cualquier caso siempre que vengan aparejados de una buena higiene bucal.
Por este motivo, consultamos al doctor Jorge Ferrús, periodoncista, implantólogo y cofundador de Ferrus & Bratos, que advierte de los posibles riesgos de este fenómeno viral de la miel congelada. "Un consumo excesivo y en grandes cantidades de miel puede ser muy perjudicial para la salud oral", comenta.
"Es una solución acuosa concentrada de azúcares y ese consumo puede propiciar la aparición de caries y la aceleración de dicha enfermedad bacteriana en los dientes", explica. Un problema que podríamos imaginar pero que en el caso de la miel congelada tiene aún otra vuelta de tuerca que complica a nuestros piezas dentales.
"Más allá de dañar los dientes, el consumo de miel congelada también puede producir un dolor breve, aunque muy agudo y localizado en aquellos pacientes que sufren de sensibilidad dental", aclara. Remarcando los problemas que un alimento como la miel tiene.
"Siempre recomendamos evitar los alimentos pegajosos y gelatinosos, especialmente en pacientes con ortodoncia con brackets", ilustra. Las razones, lógicas, es que "estos alimentos pueden quedar incrustados entre los dientes o en el aparato, siendo muy difíciles de limpiar".
La mala noticia nutricional y estomacal
Podemos calibrar que todo aquello que significa azúcares en grandes cantidades nunca va a ser la niña bonita de cualquier especialista en nutrición. Lógicamente la miel no iba a ser menos. De las 2.000kcal diarias que debemos ingerir de promedio, las estimaciones de la OMS indican que los azúcares no deben sumar más del 5% de ese total. Traducido a gramos, apenas 25 gramos de azúcares libres al día.
Si tenemos en cuenta que una cucharada sopera de miel tiene entre 15 y 20 gramos -dependiendo de cómo la colmemos-, nos topamos con que prácticamente consumimos la totalidad en un solo bocado. A eso hay que añadirle el resto de los productos de nuestra dieta, donde encontramos azúcares añadidos en prácticamente cualquier precocinado.
Una ecuación que en el caso de la miel tiene otras contrapartidas, ya que al un abuso de ella implica un chute de fructosa brutal, el cual está relacionado con ciertos problemas gastrointestinales como la distensión abdominal, el meteorismo o la diarrea, según este estudio de la Universidad Católica de Santiago (Chile), que pueden complicar otras patologías como la mala absorción de la fructosa o el desarrollo del hígado graso no alcohólico.