Una relación sana es una relación feliz y fuerte. En muchas ocasiones, los grandes amores pueden convertirse en cuestión de años o meses en grandes desamores. Incluso a veces, en auténticas pesadillas. Del amor verdadero al odio más fuerte. De la atracción física (y mental) a la completa incompatibilidad. Y del matrimonio, en muchas ocasiones al divorcio. Pero no siempre es así y hay veces que hay que saber ver cuándo se está en una relación sana que nos hace crecer y ser mejores a los dos miembros de la pareja.
Según explican Juanjo Poyg y Mariana González, fundadores de Árbol Dúo, la Escuela de Relaciones Conscientes, “las relaciones tóxicas de pareja son más frecuentes de lo que pensamos, a veces muchas personas sufren estas experiencias sin darse cuenta del escenario sentimental que está arruinando sus vidas, ni qué rol juegan en su relación amorosa”.
Todos merecemos ser felices, tener una relación sana donde reine el amor, la paz y el respeto. Es cierto que eventualmente habrá desacuerdos, pero lo ideal es buscar solucionarlo y no llegar al extremo de una relación tóxica.
Las relaciones tóxicas son aquellas en las que una de las partes, o ambas, se ven afectadas por la conducta y/o actitudes del otro, en las que salen a relucir peleas y discusiones constantes, violencia, reproches e insatisfacción mutua. Las banderas de ‘alerta roja’ se presentan incluso desde el comienzo de la relación, sin embargo, si la persona no ha hecho una evaluación consciente de cuáles son sus patrones al momento de elegir una pareja, es muy probable que seguirá repitiendo estas mismas elecciones sin saber que está desarrollando la misma pauta cuando elige un compañero o compañera sentimental.
“Una relación tóxica se siente como si estuvieras caminando entre un campo de minas, no se sabe qué va a detonar una situación que nuevamente haga explotar un problema nuevo, que no tendrá ninguna resolución real a largo plazo”, explica Juanjo Poyg.
La persona se siente insegura, no se siente auténtica, no puede expresar sus sentimientos o su forma de pensar sin alguna repercusión; parece que los momentos de tranquilidad y felicidad son pocos, porque las situaciones de tristeza y dolor parecen ser los que abarcan más el tiempo de la relación. Este lazo se siente forzado, como si tomara mucho esfuerzo y dolor continuarla.
Así es una relación sana
El amor se encuentra justo en ese punto medio, tan fácil de teorizar y tan complicado de alcanzar. Nada tiene que ver con la obsesión y la anulación, pero tampoco con la perfección y las mariposas. “En el amor tiene que haber independencia sin despreocupación, madurez y respeto. Idealizar al otro desenfoca la realidad y te sitúa en segundo plano”, explican los expertos.
Los expertos en relaciones conscientes, nos dan algunos ejemplos de hábitos generalizados en la vida en pareja que se suelen establecer como la raíz de la mayoría de los problemas emocionales. Si en tu pareja no existen estas situaciones, enhorabuena, vives en un ambiente sano y feliz que hay que ‘regar’ cada día.
- No hay reproches. A lo largo de una relación, lo más normal es que se cometan errores. Errar es humano, al fin y al cabo. Sin embargo, esos errores no pueden ser tomados como un arma arrojadiza. Es común usar los fallos del pasado para justificar los conflictos del presente, algo que para los expertos de Árbol Dúo es un signo de toxicidad en las relaciones. Como indican los expertos, lo más justo es siempre tratar los problemas individualmente a menos que estén conectados de forma legítima. La comunicación es esencial y si en tu pareja la hay, tenéis mucho ganado.
- No os lanzáis indirectas de forma pasivo-agresiva. Las indirectas son tóxicas precisamente por eso, por no ser directas. En lugar de manifestar un deseo o un pensamiento abiertamente, la pareja trata de empujar a través de insinuaciones lo que está ocurriendo. Lo que revela este hábito, también muy extendido, es la imposibilidad, o al menos dificultad, de la pareja de establecer una comunicación fluida, abierta y clara entre sí. “Es fundamental expresar con total claridad los sentimientos y deseos en una relación, y dar a entender que, aunque nadie está obligado a hacerlo, el apoyo para escuchar y afrontar los problemas está ahí”, explica Mariana González.
- No culpáis al otro de las emociones propias. Para los expertos, culpar a la pareja por nuestras propias emociones es una sutil forma de egoísmo, y un ejemplo clásico del pobre mantenimiento de los límites personales. Esta práctica termina desarrollando siempre tendencias codependientes en la relación. Asumir la responsabilidad de las emociones propias es la forma más sana de sobrellevar los días menos buenos de una pareja.
- Vuestra relación no es ‘un secuestro’. El chantaje emocional puede convertirse en un denominador común en el día a día de la pareja. Cada pequeño contratiempo en el flujo de la relación termina resultando en una crisis de compromiso. No estar de acuerdo con algún aspecto de la personalidad del que tenemos enfrente está bien, es algo normal en la construcción de la identidad del ser humano.
- No se compra el bienestar de la relación. Una relación de pareja no es un mercado ni las emociones pueden convertirse en un trueque. Si cada vez que surge un conflicto, la pareja lo cubre con la compra de regalos o con la planificación de un viaje, no estará enfrentando nunca esa problemática. Para los expertos, cubrir los problemas reales con placeres superficiales nunca es una opción, y al final se refiere de nuevo a uno de los puntos claves de toda relación tóxica: la imposibilidad de comunicar sus emociones o de enfrentar las contrariedades.
- No hay celos. Los celos nunca pueden ser concebidos como una muestra de afecto. Esta práctica puede arrastrar comportamientos totalmente tóxicos, siempre generados desde la desconfianza y la falta de autoestima, como la intromisión en la privacidad del otro. Que la confianza es la base de toda pareja es ya una muletilla que se ha repetido hasta la saciedad, pero no por ello deja de ser verdad.