La brecha orgásmica es la desigualdad en el alcance de orgasmos durante el sexo, en los que los hombres llegan al clímax en mayor proporción que las mujeres. Aunque la gente suele desconfiar del concepto brecha orgásmica, cabe recalcar que es un hecho muy estudiado por la ciencia. Básicamente, se han realizado muchas investigaciones en las que se ha observado que las mujeres tienen menos probabilidades de alcanzar orgasmos en encuentros sexuales heterosexuales que sus compañeros.
Concretamente, las mujeres lo alcanzan en el sexo el 65 por ciento de las veces, frente a los hombres que llegan al clímax en alrededor del 90 por ciento de los encuentros.
“Seguramente leyendo esto alguien podría pensar que la causa de esto está en la biología. Se nos ha vendido que los cuerpos de las mujeres son 'más complejos' y que complacer a una mujer es más difícil que a un hombre. Sin embargo, esto es un mito que deslegitima el placer y que nos aliena de la satisfacción sexual”, nos explica Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub España.
Por qué hay brecha orgásmica en el sexo
La psicóloga nos explica los cinco motivos por los que se sigue dando esta brecha orgásmica entre hombres y mujeres a la hora de tener sexo:
-Poca y mala educación sexual: La razón principal de los problemas sexuales que tenemos todas las personas independientemente de nuestro género, es la falta de una educación sexual de calidad y esto se nota en la llamada brecha orgásmica. La mayoría hemos aprendido de sexualidad a través de lo que nos cuentan nuestros colegas y a través del porno.
Todo ello y los vestigios de una sexualidad plagada de tabús y castigos, ha hecho que nuestro marco erótico actual esté plagado de mitos y estereotipos absurdos que nos limitan y que no nos permiten expresarnos eróticamente.
“Las personas jóvenes, y no tan jóvenes, conocen un montón de conceptos, pero no saben cómo funciona una vulva, qué es el clítoris, cómo funciona el ciclo menstrual, cuántas zonas erógenas pueden darnos placer, cómo consensuar una actividad sexual…”, recalca Bizzotto.
-Coitocentrismo: “A hombres y a mujeres los han educado en que el centro del placer está en el coito y que no hay actividad sexual "plena” que no pase por la penetración. Eso es a lo que llamamos “sexo” y todo lo que se sale de ahí son “preliminares”. El coitocentrismo, esa percepción tan limitada de la sexualidad y la erótica es especialmente negativa para las mujeres, puesto que muy pocas son capaces de alcanzar orgasmos por vía penetrativa (se calcula que sólo un 20-30 por ciento de las mujeres)”, añade.
-El sexo como una necesidad masculina: “Culturalmente, el sexo se ha articulado como una “necesidad” que tienen los hombres, algo que ellos requieren por una presunta naturaleza diferencial y que para nosotras es prescindible", dice.
"Ellos, supuestamente, tienen un deseo irrefrenable que, de no ser satisfecho mediante un encuentro sexual que acabe con su orgasmo, les genera causas negativas para su salud mental o física. Pero nosotras podemos vivir sin sexo y, desde luego, sin orgasmos. Nuestra satisfacción erótica nunca ha sido una prioridad”, afirma la psicóloga.
-Falta de conocimiento sobre el cuerpo femenino (también en el sexo): “Los cuerpos de las mujeres apenas han sido investigados por la ciencia (la anatomía del clítoris no se descubrió hasta casi el 2000), nosotras mismas hemos sido educadas para no mirarnos la vulva y estas son percibidas como una parte “desagradable” del cuerpo”, dice.
-Deslegitimación de la autoerótica femenina: “A esta falta de autoconocimiento se suma la falsa idea de que las mujeres no deberían masturbarse (algo muy normalizado en hombres de cualquier edad). Por ende, si como mujer no conoces tu cuerpo y no sabes qué te gusta, crees que el placer te lo tiene que dar un hombre que probablemente sabe menos de tu sexualidad que tú misma”, aclara.
Qué podemos hacer para combatirla
“La responsabilidad de los hombres es ser curiosos con nuestros cuerpos, estar dispuestos a buscar nuestro placer y escuchar nuestras indicaciones con humildad. La comunicación es fundamental en cualquier relación y más si hablamos de relaciones sexuales. Los hombres con los que se mantiene una relación íntima no tienen porqué saber lo que “le gusta a las mujeres” porque cada cuerpo es distinto y es nuestra responsabilidad comunicar lo que nos satisface”, explica Bizzotto.
Para tratar de derribar la brecha orgásmica que aleja a hombres y mujeres a la hora de mantener relaciones sexuales, “lo que deberíamos promover es el empoderamiento sexual femenino, el conocer nuestros propios cuerpos y no esperar que el otro sepa qué teclas tocar para que suene la música. Debemos aprender nosotras mismas para comunicar asertivamente lo que deseamos y dejar de ser objetos pasivos, diseñados para el disfrute del otro”, recalca.
“Si eres mujer y no tienes orgasmos con tanta facilidad como tu pareja, si no te sientes satisfecha y te es difícil llegar al clímax, antes de nada, recuerda que el orgasmo nunca debe ser la parte central de la actividad sexual ni el único objetivo del sexo”, añade.
No obstante, “es normal que te sientas frustrada e insatisfecha si sientes que tu pareja no atiende a tu cuerpo, no te presta atención o le preocupa poco que tú sientas tanto placer como él. Si sientes que la actividad sexual gira alrededor de su placer y no del tuyo, ¡cómo no te vas a sentir molesta! Por lo que no quites crédito a tu insatisfacción y busca herramientas para solucionar el problema”.
Lo primero que debes tener claro es qué necesitas para disfrutar. “Dile a tu pareja lo que te gusta con detalle, comparte tus fantasías… Además, también debes ser comunicativa durante el encuentro sexual”. Por último y muy importante, “recuerda que si hay problemas dentro de las relaciones sexuales que no se resuelven con estos consejos o hay un cierto malestar con tu pareja que va más allá de un momento puntual, la terapia de pareja o la terapia sexológica siempre es una opción para tener herramientas que te hagan disfrutar más sola o en pareja”, concluye Bizzotto.
nataliany
Huele a un poderoso motivo para crear toda una estructura carísima destinada a corregir la brecha y proteger a las "brechadas"