El Rayo Vallecano sigue viviendo su propia espiral de sucesos rocambolescos. La vuelta de Carlos Santiso como entrenador del femenino tras enaltecer la violación de los jugadores de la Arandina en un grupo privado de Whatsapp tiene encendida a la afición rayista, que el pasado fin de semana, antes del viaje del equipo a Lezama (Bilbao), colgó una pancarta en la ciudad deportiva que ponía "por respeto a la mujer, Santiso fuera de Vallecas". En el audio de marras, el ahora entrenador rayista afirmaba que había que "hacer como los de la Arandina", coger "a una" y "cargárnosla juntos".
El capítulo acabó con varias unidades de la policía interviniendo. Según cuentan a Vozpópuli diversos testigos presenciales, la mujer de Santiso, que está embarazada, se abalanzó sobre la pancarta y arrancó un pedazo. Después, increpó a los aficionados que trataron de impedir que siguiese rompiendo el escrito. Cuando esto ocurrió, ella dijo "no me toquéis, que estoy embarazada".
Según fuentes allí presentes, la policía identificó a varios de los aficionados para permitir que la esposa de Santiso interpusiese una denuncia contra ellos. El Rayo Vallecano, según declaraciones de Raúl Martín Presa a Unión Rayo, también denunciará a los hinchas que se vieron envueltos en esta polémica.
Fue el primer capítulo de una nueva entrega de la novela negra en la que se está convirtiendo el Rayo Vallecano. Uno tibio, si lo comparamos con lo que sucedió el pasado miércoles por partida doble. Primero, en el partido que enfrentaba al Rayo femenino en su ciudad deportiva contra el Valencia. El re-debut del técnico se vivió sin incidentes, más allá de la multitud de pancartas que se colocaron en las instalaciones para mostrar su rechazo hacia Carlos Santiso.
"No queremos perdones, Santiso, te queremos fuera", "machistas fuera de Vallecas" o "por nuestras hijas, hermanas, madres, amigas,... Santiso fuera del Rayo". Todos estos mensajes se pudieron leer el pasado miércoles en la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano. El rechazo por parte del aficionado rayista es absoluto, pero Raúl Martín Presa no lo tiene en cuenta. De hecho, ratificó al técnico ante los micros de Unión Rayo: "Se lo ha explicado todo al Rayo Vallecano y el Rayo Vallecano ha aceptado todas las explicaciones”.
Vozpópuli ha tratado de ponerse en contacto con el entorno del presidente para conocer de primera mano su versión de los hechos, pero no hemos obtenido respuesta.
Situación de riesgo extremo en el partido de Copa
Tres horas después del partido del femenino, la sección masculina estaba ante una noche histórica: podía jugar las semifinales de la Copa del Rey por primera vez desde 1982. El ambiente era festivo en los aledaños del estadio, pero el problema surgió en los cuarenta minutos previos al choque. Sucedió en la puerta que da entrada al único fondo del estadio. En plena 'Crisis Santiso', Martín Presa no quería a sus críticos más fieros dentro del estadio.
El presidente, que ya impide a sus aficionados introducir bombos y banderas al campo -algo que el público ha acatado-, decidió sin previo aviso que todo aquel que portase algo de la peña Bukaneros (camiseta, bufanda, chaqueta,...) no podría acceder al campo. Esto produjo un embudo de miles de personas que se extendió hasta la Avenida de la Albufera, incluida la calzada.
Tras muchos minutos sin que la gente pudiese acceder al estadio, la Policía recibió la orden de reabrir la calle al tráfico, lo cual es lógico: hubo coches que estuvieron detenidos durante más de media hora por el exceso de público, cuando lo normal es que este ya estuviese acomodado en sus localidades. Los agentes de la UIP organizaron dos cordones policiales a ambos lados de la calle para que los aficionados se situasen sobre la acera. ¿El problema? Demasiada gente y muy poco espacio.
Los empujones se sucedieron, el espacio era ínfimo y, por supuesto, la distancia de seguridad covid brillaba por su ausencia. Entre los nervios del aficionado y el poco espacio disponible, la tensión se podía cortar con un cuchillo
Los empujones se sucedieron, el espacio era ínfimo y, por supuesto, la distancia de seguridad covid brillaba por su ausencia. Entre los nervios del aficionado que veía que no entraba al campo -ya con el partido iniciado- y el poco espacio disponible, la tensión se podía cortar con un cuchillo. Por fortuna, la afición franjirroja se comportó de manera ejemplar y la UIP hizo un trabajo profesional. Gracias a eso, no hubo mayores problemas: de haberlos, se podría haber producido una peligrosa avalancha de gente.
Los aficionados que no portaban simbología de Bukaneros pudo acceder al campo, pero 15 minutos tarde. Los que sí lo llevaban, pudieron acceder, ya pasada la media hora de partido, pero sin camisetas y bufandas. ¿El resultado? Una grada vacía que después se llenó de gente semidesnuda, algo poco recomendable desde el punto de vista sanitario para una tarde-noche en el mes de febrero.
¿Reclamar? El club pone todas las trabas posibles. Para pedir una hoja de reclamaciones, el club exige salir del estadio e ir a taquillas, pero de hacerlo impide el reingreso al estadio para disfrutar del encuentro. La ley permite redactar este documento durante las 72 horas posteriores al suceso a protestar, pero la taquilla tras el partido está cerrada y no vuelve a abrir hasta la próxima semana, cuando el club saque a la venta las entradas para el siguiente encuentro liguero. Al preguntar a la seguridad sobre qué estaba pasando, la respuesta era clara: "Órdenes de arriba" o "yo no mando aquí". Una realidad que difiere de la versión del club, reproducida en un comunicado y que acusa a los medios de comunicación de emitir informaciones falsas respecto a lo ocurrido.
¿Reclamar? El club pone todas las trabas posibles. Para pedir una hoja de reclamaciones, el club exige salir del estadio e ir a taquillas, pero de hacerlo impide el reingreso al estadio para disfrutar del encuentro
Recordemos que Raúl Martín Presa ha tomado muchas medidas polémicas con el pretexto de la situación epidemiológica. Al Rayo femenino o al filial no le deja utilizar el gimnasio para dárselo en exclusiva al primer equipo y meterlo en una burbuja, además de no contratar un médico para ellas, entre otras cosas, porque "los médicos están escaseando para atender la pandemia y estos tienen que estar donde tienen que estar", en palabras del propio presidente a Radio Estadio de Onda Cero.
En esta misma entrevista afirmó que si todos los equipos llevasen médico -desde el femenino al benjamín, a los que equipara- estaría "dejando en desabastecimiento el sistema de salud pública porque no hay los suficientes sanitarios”. Esta preocupación por la situación epidemiológica no la reflejó en la tarde-noche del miércoles con sus aficionados.
El interior del estadio, una caldera
El central Alejandro Catena miraba a la grada y torcía el gesto. Los jugadores esperaban ser llevados en volandas hacia la victoria, pero nadie les observaba: todas las miradas se dirigían hacia el palco. Los "Rayo sí, Presa no" o los "Presa vete ya" sustituyeron a los cánticos de aliento, a lo que había que sumar una de las tres gradas vacía, cuando lo esperado es que estuviese llena. El presidente observaba el espectáculo inmóvil: ya son muchos años recibiendo el rechazo de su propio público.
El interior del estadio fue una caldera, especialmente durante los primeros minutos. Martín Presa, que siempre afirma ante los micros que los que piden su marcha "son unos pocos en el fondo", vio como todos menos estos -que estaban fuera tratando de entrar al estadio- arrojaban su enfado contra él. En la que tuvo que ser una noche mágica para el rayismo, el presidente se encargó de crear un clima de tensión máxima. Todo por intentar acallar a sus aficionados tras una semana más de noticias extradeportivas vinculadas con la institución.
Desde las distintas peñas del Rayo Vallecano sienten cómo la reputación del club se desvanece semana tras semana con noticias como la contratación de Carlos Santiso, lo cual produce reacciones negativas desde organizaciones como el sindicato de futbolistas (AFE) o el Consejo Superior de Deportes hasta políticos de primera fila.