Si es que penas tiene todavía, lo que se dice serias y hondas penas. En cualquier caso, a falta de marido, se agolpan las amigas. Las nuevas amigas. Las nuevas amigas famosas. Alba parece seguir el lema “vida nueva, amistades nuevas”, y ahí entran Mónica Martínez, Sandra Barneda y Rocío Carrasco, todas colegas del programa de televisión “Hable con ellas”.
Rocío Carrasco, en concreto, está convirtiéndose en una muy benéfica compañía de esta temporada de novedad de Alba. Por momentos, en esa benéfica compañía entra también Fidel Albiac, novio eterno de Rocío y marido en puertas de la gran boda inminente de ambos, a la que también Alba estará invitada, según nos cuentan quienes saben del acontecimiento.
Es curiosa esta amistad última y renovadora de Alba Carrillo y Rocío Carrasco. Es curiosa, que es como decir que es celérica. La amistad proviene del trato de plató, y luego ha ido prosperando fuera del plató. Casi diríamos que Rocío y Alba se han vuelto íntimas por la vía de urgencia. Como que Alba celebró su treinta y dos cumpleaños, hace días, invitando a Rocío y a Fidel a un almuerzo, en Madrid.
En el año pasado, por estos mismo días, estaba Alba en lo alto de la luna de miel, con Feliciano, y en sus oficios de modelo. Quién le iba a decir a aquella recién casada que en el verano siguiente, o sea, éste, iba a ser la separada nacional, con polémica incluida. Quién le iba a decir que Feli sería felicidad del pasado, y amargura del presente, y que Rocío Carrasco iba a ser de pronto la amiga del alma a la que llorarle las penas. O las incipientes alegrías. Quién le iba a decir que le tocaba a Alba eso de “Año nuevo, vida nueva”, pero en verano.
Rocío se habla poco o nada con su familia dispersa, y sus razones tendrá, naturalmente, pero atiende a Alba, que es compi, y le va al cumpleaños con alegría fraterna, y en vísperas de boda. No es seguro que Alba está triste, ni tampoco contenta, pero no para. A todo esto, Feliciano, como siempre. Callado, y dándole a la raqueta.