Ocurrió un día de 2013, cuando Marta Chávarri, fallecida esta madrugada en su domicilio de Madrid, hacía años que había dejado de ser una celebridad que hizo de su figura una de las más seguidas por la prensa del corazón. Refugiada en su casa y dedicada a la pintura, una de sus grandes aficiones, disfrutaba de los suyos en un régimen de vida apacible, muy alejado del frenesí de sus años de juventud, cuando sus relaciones sentimentales y sus pleitos con algunos medios de comunicación habían hecho de ella un objetivo prioritario para los fotógrafos y las portadas de las revistas. Pero ese día, todo cambió: un terrible accidente sufrido en uno de los baños de su casa le desfiguró el rostro. Necesitó dos operaciones para recuperarse, hubo de ser intervenida en un ojo y colocarle una placa de titanio en la mandíbula. Se recuperó, pero la experiencia la sumió en una profunda depresión y la llevó a convertirse en alguien más solitario, alejada de las relaciones sociales que tanto había cultivado en su pasado.
Lejos, muy lejos, quedaba su momento más intenso en la prensa rosa por su relación sentimental con Alberto Cortina, entonces casado con Alicia Koplowitz, como ella lo estaba con Fernando Falcó.
Y mucho más atrás, su elección como "Lady España", en 1988, o aquel controvertidísimo robado que fue portada en 'Interviú'.
Chávarri era bisnieta del conde de Romanones, hija del diplomático Tomás Chávarri y sobrina de Natalia Figueroa, esposa de Raphael. Su único hijo, Álvaro Falcó, fue fruto de su matrimonio con Fernando, con quien contrajo matrimonio cuando ella tenía solo 22 años. Su última aparición en público fue por la boda de su sobrina Tamara Falcó con Íñigo Onieva, quienes estarían valorando interrumpir su luna de miel por su fallecimiento.