Las actas de la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) del 14 de abril, publicadas este jueves, revelan la discusión que tuvo lugar entre los participantes sobre cómo contener el aumento de los precios y su disposición a subir los tipos de interés. Al término de aquel encuentro, la presidenta, Christine Lagarde, advirtió de que las compras de deuda concluirían en el tercer trimestre del año, aunque no detalló exactamente cuándo, tras lo que llegaría una subida de tipos.
Las actas muestran que, a pesar del debate interno, prevaleció la visión de que, en vista de la elevada incertidumbre motivada por la guerra en Ucrania, el "carácter opcional, la naturaleza gradual y la flexibilidad" deben seguir guiando la política monetaria del Consejo de Gobierno.
Los participantes se mostraron favorables a retrasar la decisión sobre el momento preciso del fin de las compras netas de deuda hasta la reunión del mes de junio, para beneficiarse de datos adicionales y nuevas proyecciones. Reconocieron la importancia de "dejar la puerta abierta" a la toma de todas las opciones en junio, entre ellas la posibilidad de decidir de poner fin a las compras incluso a finales del segundo trimestre.
Según estos documentos, el enfoque consensuado por el Consejo implica que, por una parte, este mantiene el curso de una normalización gradual de la política monetaria, coherente con su advertencia de que los tipos de interés subirán en algún momento tras el fin de las compras de deuda.
Subida rápida de tipos
Por otro lado, no excluye la posibilidad de una subida rápida a tiempo si las condiciones lo requieren. Los participantes en la reunión también consideraron importante tratar la cuestión de un posible "resurgir" de la fragmentación en las condiciones financieras de la Eurozona para garantizar la continuidad de la política monetaria.
Así, hicieron referencia al "principio de separación", que implica que se pueda establecer una postura monetaria adecuada con independencia de que se desplieguen o no los instrumentos correspondientes para evitar un repentino trastorno de los mercados.
En la reunión también se hizo oír el argumento de que esta flexibilidad debería ser una opción permanente dentro de la caja de herramientas del Consejo de Gobierno y que todos los instrumentos del BCE podían ajustarse para incorporarla. De esta forma se podría asegurar que la inflación se estabiliza a medio plazo en torno al objetivo del 2%.