Brian Chesky nació en Niskayuna (Nueva York) y en su formación académica destaca una Licenciatura en Bellas Artes en Diseño Industrial, obtenida en la escuela de diseño de Rhode Island. Fue allí donde conoció a Joe Gebbia, originario de Atlanta (Georgia), que se graduó de una Licenciatura en Diseño Gráfico y Diseño Industrial. Ambos, nacidos en 1981, emigraron a la Costa Oeste tras la universidad, pero mientras Chesky lo hizo en Los Angeles, Gebbia se fue a San Francisco, ambos por el afán de conseguir buenos trabajos. Mantuvieron el contacto y en 2007 Gebbia convenció a Chesky para que se mudara con él a San Francisco. Allí compartieron piso con otro joven -de Boston, nacido en 1983- llamado Nathan Blecharczyk, quien era licenciado en Ciencias de la Computación de la Universidad de Harvard y se dedicaba al desarrollo de software.
A finales de ese año les notificaron que el precio del alquiler del piso que compartían subiría un 25%. Blecharczyk entonces se mudó a otro apartamento más barato, lo que encareció aún más el alquiler a los otros dos jóvenes. Fue entonces, justo cuando el país estaba entrando en la mayor crisis en 75 años, cuando se les ocurrió rentabilizar la habitación que había quedado vacía.
Gebbia fue el que propuso llenarla con tres colchones inflables y ofrecer alojamiento más internet y desayuno, a tres desconocidos. Tenían la ventaja que en ese momento una convención había llenado la ciudad de visitantes y los hoteles a precios asequibles estaban llenos. Sus primeros tres clientes (dos hombres y una mujer) pagaron 80 dólares cada uno por quedarse una noche y recibir su desayuno. Durante el tiempo que duro la convención ganaron cerca de 1.000 dólares, suficiente para pagar la renta. Y se les ocurrió que su idea podía convertirse en un gran negocio.
Recurrieron a Blecharczyk por sus dotes de programador y los tres se propusieron que fuera tan fácil alquilar una habitación en una casa como lo era en un hotel. Pero en marzo del 2008 intentaron aprovechar otra convención en la ciudad y solo consiguieron dos reservas durante el evento. El proyecto parecía ser un fracaso, además no lograban obtener financiación adicional. No se rindieron. Su primer éxito parcial lo consiguieron en verano de 2008, consiguiendo 80 reservas en Denver durante la convención del partido demócrata. La televisión ya hablaba de "Air bed and breakfast" (Cama hinchable y desayuno).
Siguieron explotando la política para darse publicidad y hacer negocio, y crearon cajas de cereales con las caras de los dos candidatos para las presidenciales de noviembre: 500 en azul de Barack Obama, y 500 en rojo de John McCain. Los paquetes los rellenaron con cereales de marca blanca pero gracias al diseño -en lo que en teoría eran expertos- lograron 30.000 dólares de beneficio que invirtieron en el proyecto, además de conseguir que la CNN hablara de ellos.
Cada vez conseguían atraer más tráfico a su web y la plataforma funcionaba correctamente, pero la cantidad de reservas era demasiado baja. Apenas ganaban 200 dólares por semana. Se les ocurrió que quizás se debía a la baja calidad de las fotografías que subían desde sus móviles (no tan avanzados como los actuales) los anfitriones, deduciendo que ello aumentaba la desconfianza de los posibles clientes.
Hicieron la prueba: alquilaron una cámara profesional, visitaron a varios anfitriones de Nueva York, su principal mercado en ese momento, hicieron nuevas fotos y, al publicarlas, las reservas se duplicaron. Además, ese contacto personal, ese acercarse a sus usuarios y clientes y empatizar con ellos, fue determinante en el éxito de la compañía. En marzo del 2009, rebautizaron a la empresa como “Airbnb”. Al hacerlo no pensaron en los castellanoparlantes que nunca nos ponemos de acuerdo en cómo se pronuncia.
Ese contacto personal, acercarse a sus usuarios y clientes y empatizar con ellos, fue determinante en el éxito de la compañía
Pero el mayor cambio no fue el nombre sino la transformación de la actividad: se pasó de un servicio de alquiler de habitaciones, donde el anfitrión siempre estaba presente y proporcionaba un desayuno, a uno que rompía esa autolimitación y se transformaba en, además, una plataforma de reserva de distintos tipos de alojamientos, como apartamentos, casas y alquileres vacacionales. Es cierto que esto encareció el producto; por algunas denuncias de robos, tuvieron que asumir el coste de contratar seguros. Pero, finalmente, consiguieron la financiación de los bancos de inversión, necesaria para expandirse por el mundo.
Expansión de Airbnb
Efectivamente, para 2011 ya estaba presente en 89 países. Y el resto de la historia ya es demasiado reciente y conocida, incluidas muchas polémicas (la mayoría derivadas de la mala reacción de los negocios tradicionales de hostelería y que incluyen hasta acusaciones de ser corresponsables del fuerte aumento del coste del alquiler en muchas ciudades). Su actual logo se hizo público en verano de 2014.
Cuando llegó la pandemia de 2020 hubo quien pronosticó su quiebra, pero lo cierto es que iniciaron su andadura bursátil en diciembre de 2020, justo cuando los mercados descontaban la recuperación del turismo gracias a las vacunas; y fue un éxito, tanto por la captación de fondos que consiguió la empresa como para los accionistas que fueron a ella ya que pudieron vender con un gran beneficio las semanas siguientes. En general es una empresa con muchas posibilidades y bajos costes, aunque siempre puede surgir otra que haga lo mismo de una mejor forma, claro.