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Los taxistas juran: no habrá paz para Competencia por el regreso de Uber

Los taxistas echan humo contra la comisión de competencia, que consideran está "al servicio de las grandes empresas extranjeras que quieren venir a destruir un mercado de autónomos en España, que son los taxis".

  • Concentración de taxistas contra Uber en Barcelona

Los taxistas han jurado que no habrá paz para la Comisión Nacional de la Competencia. Los movimientos que está realizando el organismo regulador para modificar un real decreto aprobado en noviembre que dictaba condiciones muy restrictivas para la implantación de licencias VTC (coche con conductor que no puede recoger a clientes por la calle) son toda una agresión a su negocio tal y como y está planteado y las asociaciones de taxis han pedido el amparo del Ministerio de Fomento para que defienda su postura. Según aseguran, el departamento de Ana Pastor está que trina contra la CNMC (cuyas estructuras han sido creadas por Luis de Guindos bajo el paraguas de Economía) por su empeño de echar para atrás 2 artículos de un decreto que fueron muy celebrados por el sector toda vez que controlaban las nuevas licencias VTC que podían aparecer en el mercado y también quién podía gestionarlas.

"Los movimientos de CNMC son previsibles porque siempre van a favor de las grandes empresas", dicen desde el sector del taxi

"Los movimientos de CNMC son previsibles porque siempre van a favor de las grandes empresas que quieren controlar el negocio del transporte privado en España que ahora está en manos de autónomos", dijo su representante legal. Para el líder de una de las patronales del taxi. Competencia no ha hecho sino actuar como "ariete de Uber" en base a supuestas conexiones entre la institución pública y la empresa privada que no pueden pasar de meras especulaciones al no haber pruebas. Pero para el sector del taxi, la total parcialidad de la comisión que vigila la competencia (que fue fusionada por el gobierno de Mariano Rajoy para darle más poder y atribuciones) la ha convertido en institución non grata y le han jurado venganza.

Mirando a Francia

Los taxistas han convocado manifestaciones masivas para el próximo 18 de febrero para denunciar "que la CNMC defiende a las redes ilegales de transporte y maniobra para entregarles en bandeja un servicio público prestado por 70.000 autónomos que da sustento a 100.000 familias". No hay medias tintas en su discurso: "Con la falsa bandera de la economía colaborativa van a precarizar la prestación del servicio público del taxi, promover una elusión fiscal colosal, dejar de contribuir a la seguridad social y acabar con la protección al usuario". Los puntos del decreto que Competencia quiere derogar sirven para limitar el número máximo de VTC a una por cada 30 taxistas, impedir a las VTC que puedan recoger a gente por la calle sin haber sido previamente contratados y también limita a la comunidad autónoma donde esté domiciliada la actividad de esta licencia de vehículo con conductor. Para Competencia, todo ello quiebra la ley de Unidad de Mercado y ha instado a Fomento a cambiarla so pena de llevarlo al contencioso administrativo.

El miedo en los taxistas es creciente y observan con mucha atención lo que pasa en países vecinos como Francia, donde esta semana se han sucedido dramáticas huelgas contra Uber por pate de los taxistas, que han acabado en enfrentamientos, taxistas detenidos y mucha tensión. Durante días, un bulo que circulaba por los taxistas españoles decía lo siguiente: "Francia aprueba la desaparición del taxi y todas las licencias de taxi se convierten en VTC mediante el pago de un justiprecio". El pánico llegaba a todos ante la posibilidad de perder la inversión en sus licencias, pagada a precios de burbuja durante los últimos años.

Esta misma semana, taxistas y Uber protagonizaron un desencuentro público a través de sus representantes en un foro organizado por Sharing España, futuro lobby de la economía compartida. Mientras el representante legal del taxi, Emilio Domínguez, advertía contra los peligros de que el gran capital "se quede con un negocio de 4.000 millones en manos de autónomos", el representante de Uber en el sur de Europa, Carles Lloret, trataba de vender una imagen amable de una empresa que entró con muy mal pie en 2014 al intentar quebrar por la vía de los hechos la normativa que regulaba la necesidad de licencias VTC para operar transporte privado en las ciudades.

Pero el sector del taxi ni olvida ni perdona y no está dispuesto a colaborar con aquel que ha sido declarado enemigo público número 1. 

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