Detrás del inmovilismo del gobierno español hay una paradoja, según el Wall Street Journal, que implica la incómoda danza entre el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el presidente del BCE, Mario Draghi. Los bonos españoles se reforzaron en la primera mitad de septiembre en la esperanza de que el BCE realizara alguna compra. Pero el líder del BCE dejó claro que no actuaría hasta que España pidiera un rescate. Por ello, asegura, ahora el fin del 'rally' en los mercados para España está cerca, lo que añade "presión" al país.
El rendimiento de los bonos cayó (algo que ocurre cuando el precio sube), otra razón por la que Rajoy tendría que solicitar el rescate. “Todo el mundo está esperando un movimiento de España”, señaló Marchel Alexandrovich, un economista de Jefferies & Co. En Londres. “Cuanto antes ocurra, mejor”.
Para Rajoy, en cambio, es más fácil decirlo que hacerlo. Un rescate significa aceptar la supervisión de las autoridades internacionales, que presionarían a España para llevar a cabo dolorosos recortes y reformas impopulares.
Los políticos que han llevado a sus países a los rescates no les ha ido bien: El gobierno de Portugal se derrumbó en los frenéticos días anteriores a la solicitud de la ayuda. El primer ministro de Irlanda duró tres meses en el cargo. El griego George Papandreou vivió un año y medio doloroso antes de dejar el cargo en medio de la aniquilación del poderoso partido que su padre había forjado.
El sistema electoral español dio a Rajoy a una sólida estabilidad parlamentaria (mayoría absoluta), pero su gobierno está pagando un precio político muy alto por sus incómodas medidas. Decenas de miles de manifestantes protestaron en Madrid este fin de semana para oponerse a las medidas que incluyen recortes a las prestaciones por desempleo y a los salarios del sector público, y sus índices de aprobación han caído en picado. El PP de Mariano Rajoy se afronta ahora, además, elecciones en el País Vasco y Galicia el próximo 21 de octubre.
Por su parte, Simon Tilford, economista jefe del Centro de Londres para la Reforma Europea, dijo que el gobierno español tenía razón al considerar la solicitud de rescate con precaución.
"Si una de las condiciones es un nuevo endurecimiento de la política fiscal, el riesgo es que los que la economía española podría deprimirse aún más, y no será capaz de cumplir con los términos del rescate”, señala. Esto a su vez aumenta el riesgo de que el BCE rompa sus compras de bonos, lo que podría dejar a España en una situación aún peor, explica Tilford.
Otro riesgo: el plan del BCE es nuevo y no ha sido probado. En un mundo ideal, el banco central y el fondo de rescate de la zona euro podrían comprar algunos bonos de los inversores privados. Pero los inversores privados podrían mantenerse alejados, o incluso deshacerse de sus tenencias existentes si no están seguros de que el BCE y el fondo son unos compradores sólidos.