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¿Ayudarán los Juegos Olímpicos de Río a la recuperación de la economía brasileña?

Es poco probable que la economía de Brasil gane la medalla de oro por acoger los Juegos Olímpicos, ya que debe afrontar problemas demasiado profundos, según los expertos de la gestora Robeco.

  • Niños juegan junto a los anillos olímpicos, creados en material reciclado, en la playa de Copacabana en Río de Janeiro (Brasil).

Los Juegos de Río de Janeiro deberían, normalmente, proporcionar un impulso económico gracias a nuevas infraestructuras, más turismo y mayores ingresos por televisión y otros derechos deportivos. Otros países han registrado un gran crecimiento económico debido a la celebración de este evento, y Brasil podría haber disfrutado de un doble impulso después de haber acogido también la Copa del Mundo de Fútbol en 2014.

“El mayor crecimiento en el año de los Juegos Olímpicos era atribuible a una aceleración de las inversiones, pero no vemos que eso ocurra en Brasil”, asegura Daniela da Costa-Bulthuis, gestora del equipo de mercados emergentes de renta variable de Robeco. “El impacto positivo esperado de las inversiones en infraestructuras previas a la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos han decepcionado por una mala ejecución del plan de inversiones del gobierno y un entorno de inversión difícil, con excesiva interferencia del gobierno, una alta carga tributaria y la baja rentabilidad de los proyectos”, subraya.

Los retos que enfrenta el país este año son mucho más grandes que cualquier efecto positivo que las Olimpiadas pudieran aportar", señala Daniela da Costa-Bulthuis, gestora del equipo de mercados emergentes de Robeco.

Da Costa-Bulthuis menciona un estudio realizado por los patrocinadores olímpicos EY que estimaban que los Juegos crearían 1,79 millones de puestos de trabajo permanentes y temporales en Río y sus alrededores. Pero “si es verdad, no será suficiente para hacer frente a los actuales 11 millones de brasileños en paro, lo que representa el 11,2% de la fuerza de trabajo”.

El país ha estado pasando por una crisis política y una recesión desde 2014, año en que fue sede de la Copa del Mundo. Desde entonces, Brasil ha enfrentado protestas en las calles, una de las mayores investigaciones por corrupción involucrando empresas de propiedad estatal y políticos del gobierno, así como un proceso de destitución presidencial

“Todo ello se combina con bajos niveles de inversión y crecimiento económico durante tres años consecutivos. Brasil ha sufrido su más profunda contracción del PIB en más de 20 años durante 2015, encogiéndose un 3,8%. Las expectativas para 2016 son de una nueva contracción del 3,5%. Los retos que enfrenta el país este año son mucho más grandes que cualquier efecto positivo que las Olimpiadas pudieran aportar, señala la gestora de Robeco.

Sin embargo, hay algunas señales de progreso, a juicio de Da Costa-Bulthuis. “No todo es pesimismo durante los Juegos Olímpicos en Brasil, a pesar del inicio del proceso legal para destituir a Dilma Rousseff de su cargo por la manipulación ilegal de las cuentas fiscales. Cifras recientes demuestran que los negocios y la confianza del consumidor han mejorado ligeramente después de que el Congreso de Brasil aprobara un proceso formal de destitución presidencial en abril pasado”, añade.

“El gobierno interino está presionando con medidas liberalizadoras y una agenda de recuperación del PIB. Hay conversaciones sobre posibles reformas estructurales después del juicio de destitución presidencial, que se espera comience en la primera semana después de los Juegos Olímpicos. Así que los Juegos Olímpicos podrían cerrar el capítulo de la crisis política en Brasil, y su éxito podría contribuir al máximo al ayudar a mejorar la confianza. Después, Brasil podría entrar en un momento de flujo de noticias positivas procedentes de ambos frentes, político y económico, que pueden marcar el inicio de la recuperación del PIB del país”, concluye.

No somos insensibles a los beneficios que el impulso de los Juegos Olímpicos aportará al crecimiento. Pero la construcción de macroestadios es poco probable que mejore la productividad económica", asegura Paul Murray-John, gestor de Robeco.

Valoraciones atractivas de los bonos

El fondo de deuda emergente de Robeco invierte en bonos del gobierno brasileño, que se han vuelto más atractivos en los últimos meses debido a la caída de la inflación y una apreciación de la moneda. “Sin embargo, para los inversores de renta fija los Juegos Olímpicos es la cara del espectáculo”, explica Paul Murray-John, gestor de Robeco.

“Por un lado, no somos insensibles a los beneficios que el impulso de los Juegos Olímpicos aportará al crecimiento. Por otro lado, la construcción de macroestadios es poco probable que mejore la productividad económica. Brasil sí ofrece valoraciones atractivas de bonos en este momento -estamos ligeramente sobre expuestos- pero sobre todo por otras razones, como los altos rendimientos reales, la reducción de la inflación y un gobierno que tiene un plan para tratar la incontinencia fiscal de la presidencia de Rousseff”.

A su juicio, “si los Juegos Olímpicos dejan un legado de infraestructuras de transporte mejoradas, será más que suficiente para satisfacer a los titulares de los bonos a largo plazo”.

Correcciones económicas

Mucho dependerá de cómo la economía brasileña sea reformada, con o sin los Juegos Olímpicos, dice el economista jefe de Robeco, Léon Cornelissen. "Se dice que los planes de sustitución temporal de Dilma como presidenta son ambiciosos, pero son necesarias medidas drásticas. Después de 13 años de legado del Partido de los Trabajadores, el nuevo presidente interino Michel Temer ha hecho interesantes sugerencias para abordar reformas que gustan a los mercados", afirma. La más destacada es una enmienda a la Constitución para congelar el gasto público en términos reales durante 20 años. Dado que la constitución y otras leyes blindan de recortes un 90% del gasto, esta iniciativa obligaría al gobierno a cambiar las leyes.

“El equipo de Temer está dirigido por un ex gobernador del Banco Central, Henrique Meirelles, que quiere romper con las políticas anteriores en un amplio frente: el insostenible sistema de pensiones ha de ser reducido, y las onerosas regulaciones impuestas a las corporaciones tienen que ser levantadas, comenzando con el sector del petróleo y el gas. Las desfasadas regulaciones laborales y un sistema fiscal excesivamente complicado tienen que ser reformados”, según Cornelissen.

“La privatización estará de nuevo en el orden del día. El presupuesto del próximo año tendrá que ser presentado al Congreso el 31 de agosto, y las elecciones locales se llevarán a cabo en octubre. Será interesante ver qué reformas se dictarán en las próximas semanas y meses que ofrezcan esperanzas para los inversores de que la novena economía más grande del mundo se sitúe en una trayectoria sólida para salir del embrollo actual”, subraya.

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