2021 ha presentado su candidatura para competir con 2020 y 2021 en la elección del año más difícil para la economía española. La invasión de Ucrania ordenada por Vladimir Putin el pasado 24 de febrero ha vuelto a convulsionar los mercados de materias primas, energéticos, ha disparado la inflación y sembrado de inquietud las bolsas de todo el mundo.
Con el barril de Brent en la frontera de los 100 dólares, los precios de venta al público de gasolinas y gasóleos superando en algunos momentos los dos euros/litro, niveles nunca antes vistos, el Índice de Precios de Consumo en España, durante el pasado mes de febrero ha repuntado hasta 7,6% en tasa interanual y ha hecho saltar todas las alarmas.
El primero en alertar de las consecuencias a las que se expone la economía española ha sido el gobernador del Banco de España. En un desayuno con empresarios, organizado por Hill & Knowlton, Pablo Hernández de Cos ha advertido de la importancia de “evitar que se desencadene una espiral de incrementos de precios y costes que solo agravaría los efectos, ya de por sí nocivos, de la perturbación actual”. La institución monetaria hace un llamamiento a la cordura de sindicatos y empresarios para que “asuman un empobrecimiento de nuestra economía” y eviten el impacto que tendrían “aumentos salariales significativos o el mantenimiento de los márgenes empresariales”.
El hecho de que, en apenas cuatro meses, el Gobierno haya elevado el Salario Mínimo Interprofesional en dos ocasiones (desde 950 a 965 euros mensuales, primero, y de 965 a 1.000 euros por catorce pagas, después) no augura un rápido entendimiento entre empresarios y trabajadores en la negociación colectiva recién inaugurada.
Con los datos estadísticos en la mano, la remuneración de los asalariados, en porcentaje de PIB, está en los mismos niveles de hace diez años, incluso por debajo si la comparación se extiende hasta los años 2008, 2009 y 2010. En 2021, el conjunto de las retribuciones salariales rozó los 578.000 millones de euros, un 48,04% del valor a precios de mercado del Producto Interior Bruto. Es un porcentaje algo inferior al que alcanzaba en 2011 (el 48,33%), cuando los trabajadores recibieron 514.202 millones de euros.
En ese mismo periodo, las empresas que componen el Ibex 35, es decir, las 35 mayores empresas de España, obtuvieron, en términos agregados, 308.902 millones de euros. El conjunto de todas las empresas cotizadas retribuyó a los accionistas con 311.707 millones, a razón de 28.340 millones de euros anuales.
La remuneración de los asalariados, en porcentaje de PIB, está en los mismos niveles de hace diez años, incluso por debajo si la comparación se extiende hasta los años 2008, 2009 y 2010
La diferencia puede estar en que mientras la remuneración global del factor trabajo apenas ha crecido un 12% en once años, las 35 mayores empresas del país han tenido siempre beneficios (con la excepción de 2020) y siempre han repartido dividendos (de una forma u otra) a los accionistas, también con la excepción de 2020 en los bancos, por recomendación/imposición del Banco Central Europeo. El promedio anual no ha bajado del 5%. Hoy está alrededor del 7%.
El gobernador del Banco de España fue contundente en su aviso a navegantes acerca del acuerdo entre empresarios y trabajadores que sería más beneficiosos para la economía: “debe suponer un reparto, entre empresas y trabajadores, de la merma de rentas de la economía nacional. Todos los agentes implicados han de asumir una pérdida. Ni los trabajadores podrán mantener su poder adquisitivo en el corto plazo, ni las empresas serán capaces de mantener sus márgenes”.
En el año 2009, la remuneración de los asalariados rozó la mitad del Producto Interior Bruto: 527.562 millones de euros frente a un PIB de 1,073 billones. En 2017 se dio el porcentaje más bajo, el 45,27% del PIB. La remuneración de los asalariados mide, según el INE, lo que perciben los trabajadores en efectivo y en especie como contrapartida por el trabajo que realizan. Se desglosa en sueldos y salarios, por un lado, y cotizaciones sociales a cargo de los empleadores, por otro.
Desde la entrada del nuevo siglo, las empresas cotizadas en Bolsa han repartido a sus accionistas, entre dividendos y otras fórmulas de retribución, alrededor de 490.000 millones de euros
En los últimos veinte años únicamente en cinco ocasiones la variación porcentual ha sido inferior a la del año anterior en porcentaje. Además de en 2020, por el cierre de las actividades económicas no esenciales, entre 2011 y 2013 hubo descenso, al igual que en 2009. Fueron años económicamente muy duros para la economía española por el estallido de la crisis financiera internacional. En el resto de ejercicios, los aumentos se han situado entre el 1,4% de 2014 y el 5% de 2021 en términos interanuales.
En 2018, los principales responsables del Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles, escribían que “las políticas de dividendos generosas con los accionistas se han convertido en seña de identidad de las compañías españolas cotizadas de manera amplia, transversal y generalizada. Tanto que, incluso, han innovado en este campo con fórmulas como el 'scrip dividend' y otras, que han jugado un papel relevante en años financieramente difíciles para las empresas”. Desde la entrada del nuevo siglo, las empresas cotizadas en Bolsa han repartido a sus accionistas, entre dividendos y otras fórmulas de retribución, alrededor de 490.000 millones de euros.
El último informe anual de BME acerca de los datos del año 2021 señala que “los dividendos de las empresas cotizadas españolas tienen, históricamente, una gran relevancia. Desde hace años, el mercado español lidera de forma mantenida entre las bolsas de los países desarrollados en rentabilidad por dividendo, uno de los atractivos del mercado para los inversores internacionales, que son propietarios de prácticamente el 50% del valor de las acciones cotizadas, 16 puntos porcentuales más que hace 13 años”.
Política de dividendo
El pasado año, las empresas cotizadas en Bolsa -no solo el Ibex 35- aumentaron un 9,4% la retribución al capital respecto al año anterior, mediante la distribución de 20.475 millones de euros a través de dividendos en efectivo, dividendos pagados con acciones (“scrip”, en la jerga bursátil), devolución de primas de emisión y reducción de capital con devolución de aportaciones.
Entre los años 2011 y 2021, ambos incluidos, las empresas cotizadas han retribuido a sus accionistas con 311.707 millones de euros. El año 2014 fue el “más generoso”, con 43.280 millones de euros. El menos, 2020, con 18.709 millones, como consecuencia de la recomendación del BCE a todos los bancos europeos de prudencia.