El Gobierno es muy consciente de que precisa una reanimación del crédito si quiere que florezca algo de actividad. Por eso, se ha planteado la existencia de un fondo que simplemente aporte liquidez y descuentos de papel a aquellas pequeñas y medianas compañías que lo necesiten. Sin embargo, el Ejecutivo se ha topado con la negativa del Santander y La Caixa. Tanto Emilio Botín como Isidro Fainé se han mostrado muy reacios a la creación de este instrumento financiero, pues consideran que les haría la competencia en cuanto repunte la economía.
Tal y como adelantó Vozpópuli, el Gobierno planea la creación de un fondo participado por inversores públicos y privados. La idea consiste en que, por un lado, el Instituto de Crédito Oficial y el Banco Europeo de Inversiones pongan el capital público, y que, por otro, se atraiga como socios capitalistas a la banca e inversores privados.
El negocio se antoja poco arriesgado porque no se apalancaría y sólo prestaría los recursos disponibles. Al tratarse de brindar exclusivamente circulante, gozaría de una alta rotación y por tanto menos riesgos y más beneficios.
Otra vez el platillo
Una vez más, al igual que con el banco malo, el FLA o el pago a proveedores, el Ejecutivo aspiraba a pasar el platillo entre las entidades a la hora de constituir esta sociedad. Sin embargo, el apartado de la financiación de liquidez supone un negocio básico para la banca. Y si este nuevo instrumento funciona bien, podría acaparar en el futuro una porción importante de esa tarta.
Las grandes entidades no podían permitir de ningún modo que les entre un rival en este terreno, ni mucho menos que se haga a costa de su inversión; así que se han plantado y han rechazado de plano colaborar.
Y mientras sin financiación
El sector financiero español apenas facilita liquidez a las pymes, debido a que las entidades necesitan todos sus recursos para recomponer sus cuentas y no quieren asumir más riesgos y más crédito que les consuma capital. Además, reconocen que hay escasa información sobre el perfil de riesgo de las nuevas pymes que solicitan el crédito.
El crédito comercial, una de las principales fuentes de liquidez para las empresas, se ha derrumbado por encima del 50 por ciento, desde los 100.000 millones de 2007 hasta los 40.000 millones de la actualidad. Las pólizas y el factoring, otras dos fórmulas con las que se puede conseguir el ansiado circulante, también se han desplomado.
Desde el comienzo de la crisis, las entidades han alegado que se presta poco porque no hay demanda solvente y la economía española está atravesando un lógico proceso de desapalancamiento tras la explosión de la burbuja. Durante los últimos cinco años, la banca ha reducido el crédito a familias y empresas en 285.000 millones, casi un tercio del PIB. Al mismo tiempo, la liquidez facilitada por el BCE sólo se ha destinado a financiar al sector público.
No obstante, a instancias del Ministerio de Economía, los bancos sanos han anunciado a bombo y platillo diversas líneas diseñadas exclusivamente para otorgar crédito a pymes y sectores productivos.