Economía

El despertar de los 'halcones' que tiene en vilo a Pedro Sánchez

Bastaron sólo unas palabras para que Pedro Sánchez comprendiera cuál es su lugar en el tablero europeo. El mismo presidente que mendigó un paseíllo fugaz con Joe Biden había logrado

  • El canciller alemán, Olaf Scholz.

Bastaron sólo unas palabras para que Pedro Sánchez comprendiera cuál es su lugar en el tablero europeo. El mismo presidente que mendigó un paseíllo fugaz con Joe Biden había logrado atraer a su casa al canciller alemán. La cita  con Olaf Scholz, que tantas horas de esfuerzo ha costado al aparato diplomático, tuvo lugar este lunes en el Palacio de La Moncloa. Todo iba sobre ruedas hasta que el sucesor de Angela Merkel hizo ver a Sánchez que es socialdemócrata, sí, pero también, o sobre todo, alemán

El presidente español, que defiende una relajación de las reglas fiscales en Europa, se topó con una advertencia inesperada, y en público, del canciller: Alemania quiere seguir construyendo Europa "sobre las experiencias del pasado". Y eso implica recuperar cuanto antes las reglas fiscales del Pacto de Estabilidad, el máximo rigor con el gasto, "para dar respuesta a las tareas del futuro". 

No es casual que Scholz eligiera España, un país 'manirroto' a ojos de algunos vecinos del norte, para exhibir la postura alemana en el debate que se avecina. Las reglas fiscales, que ponen coto al déficit y la deuda nacionales desde el Tratado de Maastricht (1992), quedaron suspendidas por la pandemia. El paréntesis debería cerrarse, en teoría, en 2023. Así pues, los países comunitarios deben decidir en los próximos meses cuando y cómo se reactivan las reglas. Es decir, si la UE post-Covid debe regirse o no por los mismos parámetros con los que Bruselas ha intentado meter en vereda a sus socios durante tres décadas. 

"Las reglas fiscales no han facilitado una política fiscal contracíclica; es decir, que fomente el ahorro en los tiempos buenos y el gasto en las épocas de vacas flacas", asegura, de entrada, Luis Garicano, economista y eurodiputado de Ciudadanos.

El debate está servido y se calentará a marchas forzadas. Se van definiendo las posiciones de partida. Emmanuel Macron y Mario Draghi aclararon en vísperas de la Navidad que trabajarán codo con codo a favor de una revisión profunda del marco actual, que topa el déficit (3%) y la deuda (60%) de manera lineal, sin distinguir las fortalezas y las debilidades de cada economía. Olaf Scholz, por su parte, aprovechó su visita a Madrid para recordar a los países del sur -a la vez los más endeudados- que el futuro pasa por retocar poco lo que, a su juicio, ha funcionado en el pasado. O sea, la disciplina fiscal

Pedro Sánchez, junto al canciller alemán, Olaf Scholz, tras su reunión en Moncloa.
Pedro Sánchez, junto al canciller alemán, Olaf Scholz, tras su reunión en Moncloa.EFE

La gran incógnita, sin embargo, es el grado de dureza que los países 'frugales' aplicarán a la negociación. En 2020, en lo peor de la pandemia, Países Bajos, Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia llevaron al límite el desbloqueo del fondo europeo de recuperación. Y en la crisis de 2008, apretaron las tuercas hasta el límite de lo soportable a los conocidos -despectivamente- como 'PIGS' (Portugal, Italia, Grecia y España).

Ahora, en el debate de las reglas fiscales, la postura de los 'halcones' de la UE volverá a ser decisiva para el futuro de las economías menos saneadas y de sus respectivos gobiernos. Con el español a la cabeza. La flexibilidad en materia de deuda y déficit es, junto a los fondos europeos, la baza fundamental para que Sánchez pueda llegar a los próximos comicios sacando pecho de la recuperación. 

Los mensajes del PP a Sánchez

Esos cálculos electorales son, precisamente, los que han llevado al PP a alinearse inmediatamente con la línea que defiende Alemania. "Se pueden hacer retoques y ajustes en las reglas fiscales, pero los fundamentos hay que mantenerlos", explica José Vicente Marí Bosó, portavoz de Presupuestos del PP en el Senado. "Si queremos seguir desarrollando políticas públicas de gasto, tenemos que cumplir primero con nosotros mismos, no podemos hacernos trampas al solitario. Se necesitan reglas claras, disciplina, para que las administraciones puedan ayudar cuando toca, para no estar ahogadas cuando se necesita, como ocurrió en la crisis de 2008".

«La verdadera recuperación de la economía solo llegará con la responsabilidad fiscal y no con el despilfarro, esa es la receta», se apresuró a advertir Pablo Casado tras el encuentro entre Sánchez y Scholz.

Marí Bosó recuerda que la ausencia de "margen fiscal" cuando se desató la anterior crisis financiera, con José Luis Rodríguez Zapatero en el poder, condenó a España a asumir mayores sacrificios, como el ajuste de 16.000 millones aplicado en 2010 o los tres millones de parados que provocó la doble recesión. 

La apuesta por una 'mano más dura' es, no obstante, una de las opciones depositadas en la mesa de debate. "La discusión se puede dividir en tres corrientes", recuerda CaixaBank Research en un 'paper' recién publicado: "Una: los que defienden que el marco actual no necesita reformas. Dos: los que reconocen que las reglas fiscales deben adaptarse, pero dentro del marco actual. Y tres: los que exigen una revisión completa, incluyendo la sustitución de los objetivos numéricos incorporados en los tratados europeos".

El servicio de estudios de CaixaBank no alberga ninguna duda sobre la necesidad de actualizar el marco actual, precisamente, porque están claras deficiencias que lleva arrastrando desde hace años: "Su falta de flexibilidad para adaptarse al ciclo económico y a la realidad de cada Estado miembro, su escasa transparencia, su excesiva complejidad y la ausencia de mecanismos que aseguren su cumplimiento".

Lo cierto es que la realidad ha dejado anticuadas las cuentas de quienes diseñaron los límites fiscales. Por ejemplo, el de deuda se estableció en el 60% coincidiendo con la media europea en la década de los 90. El PIB nominal crecía entonces cerca del 5%. La UE actual presenta un endeudamiento desorbitado, con una media del 90,1%, según los datos publicados esta misma semana por Eurostat. Y a la cabeza están los 'PIGS': Grecia (200,7%), Italia (155,3%), Portugal (130,5%) y España (121,8%).

La flexibilidad en materia de deuda y déficit es, junto a los fondos europeos, la baza fundamental para que Sánchez pueda llegar a los próximos comicios sacando pecho de la recuperación

Son muchos los economistas que abogan por aprovechar la crisis del Covid para modernizar un sistema con demasiadas grietas. Por ejemplo, Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea, defiende la supresión del objetivo de déficit y que el tope de deuda siga "jugando un papel importante de 'ancla' a largo plazo". Paralelamente, debería dejarse "una regla de gasto como elemento central". "El límite de gasto debería fijarse de forma que a lo largo del ciclo se genere un superávit que nos vaya acercando gradualmente al objetivo de deuda", explica. "Al final, el objetivo de déficit se incumple cuando vienen mal dadas. Si vamos a una regla más realista, debería haber menos peligro de incumplimiento reiterado", añade el economista. 

Esta misma semana, Luis Garicano también ha defendido ante Emmanuel Macron una 'tercera vía'.  "Mi propuesta es eludir el sistema existente y construir uno paralelo", aseguró en el Parlamento de Estrasburgo, en presencia del mandatario francés. "Tenemos una oportunidad política para un acuerdo que consiga que los países se comprometan a tener unas cuentas públicas sostenibles y, al mismo tiempo, que permita acometer inversiones públicas verdes", confiesa a Vozpópuli

¿Cuáles deben ser las líneas maestras del nuevo marco fiscal? Garicano defiende la creación de "una Agencia Fiscal Europea que asegure que los países que hayan cumplido con esas reglas de gasto contracíclico obtengan más apoyo". Los economistas de CaixaBank Research hablan de "un mecanismo de control y coordinación fiscal sencillo y creíble, que pueda dotar a los Estados miembros de una arquitectura suficientemente sólida para afrontar los principales retos de la UE". Esas metas son conocidas y todas han sido autoimpuestas: "convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro, adaptarlo a la era digital, reducir la desigualdad y paliar los efectos del envejecimiento".

Las cartas van destapándose sobre el tapete. Pero habrá que esperar meses para conocer si la negociación avanza sin sobresaltos por la 'tercera vía' o deriva hacia un nuevo choque entre 'halcones' y 'PIGS'. Una vez más, lo que se decida en Viena o Copenhague influirá sobremanera en la planificación política y en los cálculos electorales que se pergeñan ahora en el Palacio de La Moncloa.

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