El precio de la luz en abril y mayo se ha pagado a precio de oro. Y se espera que siga en junio. Europa está registrando precios de electricidad que duplican la media de los últimos cinco años, con España y Portugal a la cabeza durante muchos momentos del día. Un hecho que no se produce por la nueva factura, el coronavirus o la estrategia de las energéticas. La culpa de este escenario es del mercado de emisiones de la Unión Europea.
Un mercado donde los miembros de la Unión Europea y sus empresas negocian los derechos de emisiones de dióxido de carbono (CO2). Un sistema similar a la Bolsa donde, en vez de pagar euros por acciones de una empresa, se compran y venden las toneladas de CO2 que se puede emitir. Estos derechos son demandados por los dueños de industrias que necesitan contaminar, como centrales térmicas, cogeneración o refinerías. Lugares con gran protagonismo en la producción energética que, si tienen que pagar muy alto ‘la multa’ de contaminar, la energía que producen se dispara.
El precio de estos derechos cerraban el mes de mayo en 51,99 euros por tonelada de CO2. Un nivel que es un 68% más caro de lo que cerraba en 2020, un 160% mayor que en el mismo mes del año anterior y ha multiplicado por diez el precio que tenía hace cinco años. Estas cifras de crecimiento han sido una llamada de atención para los inversores. Porque las autorizaciones de emisión sólo la pueden explotar ciertas fábricas de los países miembros, pero los derechos de emisión se pueden comprar y vender en el mercado.
“En el mercado primario de estos derechos siempre hay grandes países contaminantes que demandan contratos de emisiones de contaminación, mientras que otros países que tienen excedentes de cuota que pueden vender”, explica Darío García, analista de XTB. “Lo que ha pasado ahora es que muchos de los que vendieron su excedente ahora demandan títulos para poder emitir CO2 mientras los grandes demandantes no bajan el ritmo y por eso se está pagando cualquier precio”, apunta.
Este aumento del coste de contaminar es lo que buscaba la Unión Europea en 2005 cuando creó este mercado. La intención era desincentivar con este pago las emisiones para cumplir el protocolo de Kyoto y reinvertir los ingresos de este mercado en proyectos medioambientales. Aunque los analistas consideran que, en parte, se ‘les ha ido de las manos’.
Los inversores se han unido a empresas y países miembros para competir en la rentabilidad de este mercado de emisiones compuesto en cerca de 2.000 millones de toneladas de CO2, en torno al 45% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero que tiene la Unión Europea, de los que pueden hacer uso 10.000 instalaciones con autorización para explotar estos derechos. “Existen tanto pequeños inversores como institucionales (grandes inversores) que cuentan en su cartera con este tipo de títulos en busca de rentabilidad”, detalla el analista de XTB, Darío García.
Un mercado que impacta en la luz
La importancia de esta especulación es que afecta directamente en el bolsillo de los consumidores. “El aumento del precio de las emisiones impacta de forma directa en los precios eléctricos diarios en Europa”, explican los expertos energéticos del Grupo ASE. “Las subidas del 100% del mercado de emisiones en los últimos seis meses han provocado una subida en el mercado mayorista de la energía (POOL) español del 20%”, añaden.
Estos analistas consideran que este mercado se ha disparado por la respuesta política europea de intensificar los objetivos de emisiones y establecer un nuevo “acuerdo verde”. Lo conoceremos con mayor detalle a lo largo de este verano, cuando se reúna la Comisión y se apruebe el paquete de medidas del gran pacto verde de Bruselas.
“Aunque ha entrado a corto plazo una gran cantidad de especuladores, existe el riesgo de una corrección por la escasa generación con carbón en Europa y por la puesta en marcha de un mercado de emisiones en Reino Unido, que reducirá la demanda futura”, pronostican desde el Grupo ASE.
¿Dependerá la factura siempre de este mercado?
La dependencia sobre el mercado de emisiones estará marcada por la rapidez de la descarbonización de la economía. Y lo que están viendo los inversores es que a corto y medio plazo contaminar, y mucho, seguirá siendo necesario para la economía.
“El sector de la creación de energía es el más afectado”, describe Arianna Fox, analista de renta variable europea de Schroders. “La subida de los precios del carbono encarece la energía procedente de los combustibles fósiles. Al mismo tiempo, hace que la energía verde -como la eólica o la solar- sea más competitiva, lo que debería fomentar un cambio en el comportamiento de los consumidores y de los proveedores”, puntualiza.
El impacto también es diferente según el país. En Alemania y Polonia, según los analistas de Schroders, todavía hay mucho margen para descarbonizar el sector eléctrico. “Eso significa que un precio elevado del carbono es clave en esos países, ya que las empresas que dependen de los combustibles fósiles, como el carbón, para producir electricidad verán aumentar sus costes. En cambio, los sectores eléctricos de los países nórdicos, España y Francia ya están cerca de la descarbonización total”, concluye.