El Banco de España (BdE) ha revisado al alza en tres décimas el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) esperado este año, hasta el 1,9%, más cerca del 2% que estimó el Gobierno. Para el 2025 y 2026, lo mantiene sin cambios las proyecciones de diciembre en el 1,9% y 1,7%, respectivamente.
Los motivos de la revisión del PIB de este año son, fundamentalmente, los datos de Contabilidad Nacional publicados por el INE sobre los últimos trimestres de 2023. En el cuarto la economía creció el doble de lo que esperaba el BdE, un 0,6%, lo que "provoca un ajuste mecánico en la tasa de crecimiento prevista para 2024", ha destacado el director de Economía y Estadística, Ángel Gavilán.
Sin embargo, el supervisor bancario ha alertado de que la composición del crecimiento observado a finales de 2023 "deja entrever algunos elementos de debilidad, al tiempo que los indicadores coyunturales más recientes sugieren que el ritmo de avance del PIB se habría ralentizado ligeramente en el primer trimestre del presente año, hasta el 0,4%".
En concreto, las principales sorpresas positivas en la evolución de la actividad económica estarían asociadas al dinamismo del consumo público y a la acumulación de inventarios. En cambio, la formación bruta de capital fijo y el consumo privado, "que habitualmente constituyen los principales soportes de crecimiento estable para cualquier economía, habrían mostrado un comportamiento peor de lo esperado", advierte el BdE.
La inversión y el consumo privado
Para este año, sus perspectivas para el consumo privado son que, tras moderarse algo más de lo previsto en los últimos meses de 2023, habría mantenido en el arranque de 2024 un ritmo de crecimiento similar al del cuarto trimestre del año pasado.
Este avance estaría apoyado, entre otros factores, en la fortaleza que continúa mostrando el mercado laboral, en los elevados niveles de partida de la tasa de ahorro y en la recuperación gradual de la confianza de los consumidores, en particular de aquellos situados en los estratos de renta media y alta.
En todo caso, la evolución reciente del crédito al consumo y de las ventas de automóviles sugiere que el impulso al consumo proporcionado por el gasto de los hogares en bienes duraderos estaría disminuyendo, como ya se anticipaba en el ejercicio de proyecciones del Banco de España de diciembre.
De cara a los próximos trimestres, en un contexto de progresiva moderación de las presiones inflacionistas, de relativa robustez del mercado de trabajo y de condiciones financieras algo más favorables, se espera que el gasto de las familias prolongue su tendencia expansiva, de forma que el ritmo de avance de este componente de la demanda sería, en el conjunto de este año, algo superior al observado durante 2023 (2,3% frente al 1,8%).
La inversión empresarial, tras tener un comportamiento peor del anticipado en el cuarto trimestre de 2023, con una caída del 2% intertrimestral (frente al 0,7% del trimestre anterior), seguirá lastrada este año, con un crecimiento de sólo el 0,4% (frente al 0,6% de 2023). El Banco de España apunta a "la acumulación de diversas sorpresas negativas en este componente".
En definitiva, la inversión empresarial estaría mostrando "una mayor debilidad estructural que la considerada unos meses atrás". De hecho, la evolución reciente de distintos indicadores cualitativos apuntaría a una "cierta fragilidad" por parte de la inversión empresarial también a principios de este año.
Desde el Banco de España también han apuntado que a finales de 2023 la inversión empresarial seguía un 5% por debajo del nivel prepandemia y calcula que no se recuperará hasta finales de 2025 o principios de 2026.
Además, el Banco de España destaca que "la productividad sigue registrando una notable debilidad", lo que podría actuar como un factor limitante del crecimiento económico. Avisa de que esta atonía de la productividad estaría contribuyendo a un aumento de los costes laborales unitarios que podría redundar en una mayor persistencia de la inflación y en posibles pérdidas de competitividad internacional.
El Banco de España mejora la inflación
En todo caso el crecimiento del PIB en 2024 se revisa al alza también por los menores precios de la energía que se han observado en los últimos meses, unas perspectivas más favorables en cuanto a su evolución futura y la extensión parcial, no anticipada en las proyecciones de diciembre, de algunas de las medidas desplegadas por las autoridades para combatir los efectos del episodio inflacionista.
Estos mismos factores son, a su vez, los principales determinantes de la revisión a la baja de la inflación general promedio que se proyecta para 2024, de seis décimas, hasta el 2,7%. Todo ello en un contexto en el que se prevé que el proceso de moderación de la inflación siga avanzando en los próximos años, para alcanzar el 1,9% en 2025 y el 1,7% en 2026.
Un ajuste fiscal necesario
De cara a 2024, como el Gobierno ha extendido de forma parcial algunas de las medidas antiinflación, como la rebaja del IVA de los alimentos, las reducciones de impuestos energéticos o la subvención al transporte de viajeros, el Banco de España estima un coste presupuestario de seis décimas del PIB.
Asimismo, se ha incluido en este ejercicio la prórroga del impuesto a las grandes fortunas. En conjunto, se estima que, con respecto a la previsión de diciembre, estas nuevas medidas elevarían en dos décimas de PIB el déficit público en 2024, mientras que apenas tendrían efecto en los dos años siguientes.
"Para asegurar el cumplimiento de la recomendación europea para 2024 —lo que requiere que el crecimiento nominal del gasto primario neto financiado a nivel nacional en 2024 no supere el 2,6%—, podría resultar necesario implementar medidas compensatorias adicionales de ajuste del gasto o de incremento de los ingresos", avisa el supervisor.
Con todo, el tono de la política fiscal —teniendo en cuenta el efecto del programa NGEU— previsto en este ejercicio de proyecciones es ligeramente contractivo en 2024. En el resto del horizonte de proyección, y en ausencia de medidas adicionales, el tono de la política fiscal sería prácticamente neutral. A este respecto, es importante tener en cuenta que la aplicación de las nuevas reglas fiscales europeas implicará la necesidad de un tono contractivo a partir de 2025.