Una indiscreción de Nerea Llanos, la número dos del PP en el País Vasco, ha puesto en marcha de nuevo las quinielas de una posible sucesión de Mariano Rajoy en el caso de que no logre ser investido presidente. La dirigente vasca aseguró días atrás que el actual ministro de Sanidad y presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, se presentará como cabeza de cartel en las elecciones autonómicas de este otoño. Alonso ha orientado buena parte de su actividad política en los últimos meses hacia su comunidad, donde ejerció tiempo atrás como alcalde de Vitoria. El desliz de su fiel Llanos fue inmediatamente desmentido, pero en el PP regional se daba ya por hecho que el futuro de Alonso pasa por su retorno al País Vasco, tras haber desarrollado una excelente labor como presidente del grupo parlamentario 'popular' y como ministro de Sanidad. Durante la campaña de las generales, Alonso participó muy activamente en los actos de su partido, junto a Javier Maroto, vicesecretario general del PP, que no logró su escaño por Álava.
Algunas versiones emanadas de las filas socialistas, en especial de su grupo parlamentario, hablaron en su momento de que Alonso podría ser una buena alternativa en la sucesión de Rajoy. Para atajar esas quinielas y rumores, el presidente adelantó que quiere presentarse como candidato en el caso de que no se logre formar gobierno y tengan que celebrarse de nuevo unas elecciones generales. El ruido sobre una posible renuncia de Rajoy ha bajado notablemente en el seno de su partido. Hay malestar interno, hay abatimiento ante la gravedad de la situación, pero nadie levanta la voz. Tan sólo lo hizo José María Aznar, en el Comité Ejecutivo celebrado tras el 20D, pero sin demasiada repercusión interna, de acuerdo con lo que comentan fuentes de Génova. Aznar reclamó la celebración de un congreso nacional "abierto", anticipándose sin duda a la actual situación de bloqueo que vive el país. Y hasta ahora.
El presidente del Gobierno en funciones se reunió discretamente, tras la jornada electoral, con algunos de los dirigentes de su formación para pedirles que trasmitieran a su gente tranquilidad y paciencia durante las arduas jornadas de negociación para la investidura. Así está siendo. Pero la noticia de la salida de Alonso rumbo al País Vasco ha agitado de nuevo el juego de la figura del próximo candidato. Núñez Feijóo figura siempre como principal heredero del presidente, aunque el actual titular de la Xunta ha procurado no alimentar esos rumores, que circulan entre su militancia a la velociad de vértigo.
En el horizonte de la sucesión tan sólo aparece un nombre, el de Sáenz de Santamaría, la eterna candidata
Feijóo parece decidido a presentarse de nuevo a las autonómicas gallegas, también previstas para este otoño. El hecho de que no figurara como aspirante a un escaño en el Congreso alimentó la versión de que está decidido a no moverse de Galicia. Hubo informaciones que abonaban las intrigas, en especial el imprevisto relevo en su equipo de gobierno de este septiembre pasado. La designación de Rey Varela como su segundo abonó todo tipo de lucubraciones. La figura de Feijóo es posiblemnte la más respetada de entre los barones del PP, por su experiencia y su excelente tirón electoral. Sin embargo, el PP resultó bastante tocado en estos últimos comicios, ante el empuje de las mareas, que ya le había arrebatado mucho poder territorial en las municipales de mayo. El líder gallego todavía no se ha pronunciado sobre si piensa o no recurrir a las elecciones de su comunidad, un asunto sujeto a todo tipo de interpretaciones. El propio Rajoy declaró en su momento que "todo el mundo en Galicia queire que Feijóo repita como presidente", con lo que pareció cerrarle las puertas a un viraje político rumbo a Madrid.
Hay otro factor importante que entre la cúpula del partido no pasa inadvertido. El presidente gallego forma parte de ese sector del PP que ha sido castigado en las elecciones generales. Por generación, por trayectoria, Feijóo no aparece precisamente como alguien que pudiera encarnar la renovación del PP, según estas fuentes, que señalan ya sin titubeos a Sáenz de Santamaría como quien mejor podría encarnar ese papel. Con Alonso en el País Vasco y Feijóo posiblemente anclado en Galicia, el camino de la vicepresidenta en funciones rumbo a la cabecera de cartel del PP para unas generales anticipadas parece quedar expedito. No hay más nombres ahora mismo en liza. Dolores Cospedal, eterna rival de Sáenz de Santamaría, ha conseguido su escaño en Madrid, pero nadie piensa ya en ella para ejercer ese papel. El cambio iría hacia la figura de la vicepresidenta, a quien Rajoy le concedió una oportunidad de oro cuando la envió a batirse en el debate televisivo contra los otros tres candidatos.
Todo queda pendiente de despejar la incógnita sobre la investidura. Si Rajoy supera la prueba, ningún problema. Si se queda en el camino y hay que visitar de nuevo a las urnas, casi todo es posible. De momento se ha descartado la posibilidad de celebrar el Congreso Nacional del PP en el que se elegiría presidente de la formación, y, por ende, candidato en unas legislativas. Todo está abierto pero de momento ya se ha caído un participante en la carrera de la sucesión, otro está a punto de hacerlo y en el horizonte tan sólo aparece un nombre. Sáenz de Santamaría, la eterna candidata, tendría quizás entonces su gran oportunidad.