La presidenta del Consejo de Estado, la socialista Carmen Calvo, comentó recientemente con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que el 'modus operandi' de la derecha política y su reacción para tumbar a la izquierda cuando está en el Gobierno "es el mismo desde la Segunda República", en referencia a tramas y ataques de los poderes del Estado. Según ha sabido este diario, Calvo -doctora en Derecho Constitucional por la Universidad de Córdoba, donde además es profesora titular del ramo en la Facultad de Derecho- conversó con el líder socialista para valorar la situación política y le instó a resistir y a defenderse del asedio al que, considera, están sometiendo algunos jueces y medios críticos al Ejecutivo.
La exvicepresidenta primera es partidaria de arropar a Pedro Sánchez y al Gobierno y evitar todo debate interno dentro del PSOE hasta que llegue otro momento más propicio para la confrontacion de ideas dentro de la organización. De hecho, los socialistas, que celebraron el pasado fin de semana su 41 Congreso Federal que reelegió a Pedro Sánchez como líder del partido por cuarta vez, denunciaron una trama en forma de cacería humana que alimenta una industria "del odio" en televisiones, medios digitales, prensa de toda la vida e incluso en sede judicial.
Pero la realidad es, a priori, muy distinta de la que se ve con las gafas del PSOE. El partido está asediado por la trama Koldo; por un caso que afecta a la mujer de su líder, por otro que toca a su hermano, por otro que apunta directamente a la Moncloa en una filtración ilegal para aniquilar a una rival política y por una quiebra de la férrea obediencia, comandada por el ya ex secretario general de Madrid, Juan Lobato, y seguida por Castilla-La Mancha, Castilla y León y Aragón.
Todos estos casos son "bulos y denuncias falsas". Y aquellos socialistas que estén dispuestos a darles un mínimo de credibilidad, están sentenciados. El delirio de esa estrategia de 'todos al búnker', como la define el propio presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, es tal que Santos Cerdán -número tres del partido- llegó a comparar la crítica con la persecución política que miles de socialistas soportaron durante el franquismo: "Antes sufríamos cárceles, ejecuciones y exilio. Ahora están asediando nuestras casas del pueblo", dijo el pasado fin de semana en Sevilla.
La sensación dentro del PSOE es que 'van a por ellos'. Por ello, figuras relevantes del partido explican que toca guardar toda discrepancia en el cajón, porque ahora solo hay una cosa que hacer: defender al PSOE y a su líder del acoso ultra, en el que meten a jueces y medios de comunicación. "Mientras Pedro Sánchez siga siendo presidente hará lo que quiera en el partido", sintetiza un resignado diputado autonómico. No cabía sorpresa alguna. Sánchez ha ampliado su ejecutiva y ha encajado los bolillos por territorios a la espera de su adiós definitivo. El presidente parece decidido a no dimitir. Y quienes le conocen dicen que se irá cuando los españoles lo decidan. El problema que, en privado, descatan relevantes dirigentes socialistas, es que la expectativa política de la organización es "estirar la legislatura". "¿Qué proyecto es ese?", se preguntan.
Lo cierto es que Sánchez vive su peor momento desde que llegó al Palacio de la Moncloa hace más de seis años. El presidente del Gobierno prosigue su huida pese a los obstáculos, cada vez mayores, que se le ponen en un camino de incierto final. Pero por difícil que lo tenga, por mucho que la ética de la asunción de responsabilidades le demande volver a reflexionar sobre su dimisión -como le pide la oposición e hizo durante cinco días de abril-, está obcecado y dispuesto a agotar los mil días de legislatura. Sánchez quiere resistir. Lo hizo ante el asedio al que le sometió la vieja guardia del PSOE antes de que se hiciera definitivamente con las riendas, en 2017, y está dispuesto a hacerlo ahora de la "cacería humana", contra él y los suyos.