La agencia de calificación financiera Fitch recortó hoy un escalón la nota de la deuda soberana portuguesa, hasta "BB+" desde "BBB-", lo que la coloca a nivel de "bono basura", y decidió mantenerla bajo pronóstico negativo, sujeta a sufrir otras posibles rebajas.
Fitch informó en un comunicado de que advierte un "adverso" panorama macroeconómico en el país, con serios problemas de déficit fiscal, previsiones de una caída del PIB del 3 % el próximo año y un fuerte endeudamiento que afectan a la calidad de su deuda.
Pese a este entorno negativo, la agencia considera posible que Portugal, que pidió el rescate financiero internacional en mayo, cumpla sus metas de reducción del déficit y elogia el programa de ajuste económico aplicado por su Gobierno conservador.
El país está paralizado por una huelga general
La huelga general convocada hoy en Portugal en protesta por las medidas económicas del Gobierno contra la crisis ha arrancado con cortes generalizados en los transportes y fuerte incidencia en los servicios públicos.
Diversas fuentes laborales, de las entidades afectadas y los medios de comunicación, aseguraron que en la salud, la educación y los servicios municipales, el paro, organizado por las dos grandes centrales sindicales lusas, lo secunda una gran mayoría de los trabajadores.
Pero las televisiones portuguesas también mostraron los atascos habituales de tráfico en las autopistas de entrada a Lisboa y Oporto, mientras la actividad comercial se iniciaba con normalidad en las zonas céntricas de ambas ciudades.
Desde el Gobierno conservador luso y las entidades empresariales no se ha dado aún información sobre el alcance de esta huelga general, la tercera que se organiza en Portugal desde 1988.
La anterior se celebró hace justo un año contra la política de austeridad del Ejecutivo, entonces de signo socialista, y los sindicatos, que la consideraron un éxito, y el Gobierno, que calculó su influencia en un 20 por ciento de los funcionarios públicos, no se pusieron de acuerdo sobre su incidencia.
Desde entonces, la delicada situación económica de Portugal, que llevó al país a recurrir al rescate financiero de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, el pasado mes de abril, ha llevado a aplicar varios planes de austeridad aún más estrictos.
Congelación y rebajas en pensiones y salarios de los trabajadores públicos, cortes en la inversión estatal y un incremento generalizado de los impuestos son algunas de las medidas de ajuste presupuestario más criticadas por los sindicatos que piden menos sacrificios para los trabajadores.