Gran jurista, especializado en Derecho Laboral y Sanitario, después de su etapa en CEOE fue, entre otras muchas responsabilidades, secretario general técnico del Ministerio de Trabajo (1996) y subsecretario del Ministerio de Sanidad (2000). Pero fue en su etapa de CEOE donde, a mi juicio, dejó su impronta en esa gran reinvención de España que fue la etapa de la Transición, durante la cual se logró la reforma pacífica y consensuada de la legislación laboral heredada del franquismo, y el establecimiento de unas relaciones entre empresarios y sindicatos basadas en la negociación y el acuerdo.
En ambas cosas Julio Sánchez Fierro fue una figura clave. Concretamente era la persona que, cuando se llegaba a un gran acuerdo confederal, se encargaba de ponerlo en el papel, en un texto articulado que jamás contenía errores, tal era la meticulosidad y el profundo conocimiento del Derecho Laboral que tenía Sánchez Fierro.
Y cuando digo que se le encargaba no me refiero solamente a sus jefes de CEOE. Los propios líderes sindicales ponían en sus manos la redacción de los textos: “Ahora, dejemos a Julio que trabaje”, era la frase que seguía al acuerdo verbal logrado generalmente a altas horas de la madrugada. Y Julio trabajaba… ¡y cómo! Nunca se vio igual capacidad a la hora de redactar con todo detalle lo negociado, su exactitud en el empleo de los términos jurídicos, ni su absoluta ecuanimidad para reflejar lo pactado sin arrimar su ascua a la sardina de los empresarios, a pesar del cargo que desempeñaba.
Quizás una anécdota ilustre mejor su personalidad: Viajó Sánchez Fierro a cierta ciudad española para participar, en nombre de CEOE, en un coloquio de cara al público con dos representantes sindicales, de UGT y Comisiones Obreras. Pero a punto de comenzar el evento surgió un grave contratiempo: el vehículo donde viajaban los dos sindicalistas, que venían juntos, se había averiado y no tenían forma de llegar a tiempo para el coloquio.
Los organizadores estaban consternados y no sabían cómo comunicárselo a un auditorio compuesto por varios centenares de personas. Pero Julio tomó el micrófono y salvó la situación: “Distinguido público: a causa de una avería, mis compañeros de los sindicatos no van a poder participar hoy en este debate. Así que, si no tienen inconveniente, yo les expondré primero la postura de la CEOE, luego la de UGT y a continuación la de Comisiones Obreras.”
¡Y así lo hizo! Durante más de dos horas desgranó con la misma elocuencia y objetividad las enfrentadas posiciones de la patronal y los sindicatos, ante un auditorio que atendía con los ojos como platos y que al final le recompensó con un largo aplauso. Amable e inteligente, Julio Sánchez Fierro fue un producto de la Transición española, nuestro Camelot perdido, cuando nosotros teníamos ideas y no eran las creencias las que nos tenían a nosotros, como ha sucedido luego, cuando el sectarismo y el sentido de la pertenencia al grupo se ha impuesto sobre la negociación y el acuerdo entre diferentes.
El legado de Julio Sánchez Fierro será por siempre recordarnos que el entendimiento es posible, desde el conocimiento del Derecho y el respeto a la Verdad. Descanse en paz.