El presidente del Gobierno ha preparado ya el tablero en el que se jugarán las próximas elecciones. Serán en noviembre de 2015 y no habrá ni adelanto electoral ni convocatoria tardía para llevar las urnas a enero de 2016, tal como dijo en su balance anual del pasado viernes. Eso significa que el Ejecutivo confía en que la recuperación económica se sustancie en los próximos 11 meses para ganar las elecciones y el Programa de Estabilidad 2014-2017 que el Gobierno acaba de remitir a Bruselas contiene las bazas con las que el gabinete de Mariano Rajoy pretende ganar las elecciones.
El gobierno juega con el déficit público: lo sitúa en 2014 más allá de lo exigido por Bruselas para poder relajarlo en 2015, año electoral
El Gobierno ha jugado con el ajuste de déficit público, situándolo en 2014 más allá de donde exigía Bruselas para poder relajarlo en 2015, casualmente, el año de las elecciones. Así, según reconoce el Ejecutivo en la actualización del Programa de Estabilidad remitido a Bruselas para 2014-2017, apunta que ha cerrado “un objetivo fiscal más ambicioso en 2014 del 5,5% (frente al 5,8% que exigía la UE)” de forma que “el esfuerzo fiscal a desarrollar en 2015 resultará más equilibrado”.
Ese menor esfuerzo fiscal en 2015 es el que va a permitir no sólo rebajar impuestos –una de las medidas de las que más rédito electoral espera Moncloa—sino también dar oxígeno económico a ayuntamientos y autonomías para no perder poder en las próximas elecciones municipales y autonómicas.
Oficialmente, el Gobierno sostiene que “no habrá nuevas políticas públicas de estímulo al crecimiento económico”, tal y como aseguró Luis de Guindos a Vozpópuli. Sin embargo, esa baza puede ser también jugada cuando se acerque la cita con las urnas dado que el esfuerzo de años anteriores lo permite.
Mejora de las previsiones de crecimiento: El Gobierno espera un crecimiento muy superior al que ha remitido a Bruselas. En concreto, el Programa de Estabilidad habla de un crecimiento del 1,8% el año que viene que fuentes de Economía confían en situar cerca del 2,5%. Esas 8 décimas de crecimiento extraordinario se basan en una expectativa muy optimista sobre el consumo de las familias (que el Gobierno cree que subirá un 1,8%) y de la inversión empresarial, en concreto del sector del ladrillo que –según reconoce en la documentación enviada a Bruselas— “se espera un crecimiento de la inversión en construcción a partir de 2015”.
Desempleo y congelación salarial: El Ejecutivo prevé una bajada de la tasa de paro durante los próximos tres años, aunque el problema político para el Ejecutivo es que esa rebaja parece ser a ritmos insuficientes como para generar rendimientos a la hora de votar. El Gobierno no espera una caída del paro por debajo del 20% hasta, al menos, 2017. Por eso, ha desplegado una campaña de comunicación que pretende magnificar el alcance de la recuperación también en términos de paro: augura una creación neta de 600.000 empleos y apunta que “disminuirá el número de parados en cerca de 800.000 personas desde finales de 2013 a finales de 2015”. La emigración de españoles en busca de trabajo en el extranjero es lo que reconcilia esas dos magnitudes, por lo que implícitamente el Gobierno admite que en 2015 habrá mejor tasa de empleo pero también más emigración a tasas similares a las de 2014. Según los datos del INE, la población de España disminuyó en 48.146 personas durante la primera mitad del año de los cuales 24.734 fueron españoles (42.685 españoles emigraron y 17.951 inmigraron a España). Ese ritmo se mantendrá, pues, durante 2015, según los augurios del gobierno.
Igualmente, en el cuadro macro se contempla una nueva congelación salarial en 2015 y pérdida de poder adquisitivo hasta, al menos, 2017. Lo que el Gobierno presenta como “ganancias de competitividad” se mantendrán hasta el final del actual programa de estabilidad.