España

Padre

En la muerte de Ignacio Pérez de Herrasti y Nárvaez Orellana-Pizarro y de Ulluoa

  • En la imagen, Ignacio Pérez de Herasti recibe el premio Adalid del Madoc en 2015

Padre, ayer te fuiste. No habíamos llegado a  las 11 de la mañana y decidiste, rodeado de veinte de los tuyos, que la llamada era para tí. No querías retrasarte, llevabas mucho tiempo esperándola y estabas sobradamente preparado. Como el Adelantado de Castilla, tú, abriendo trecho.

Alguno no ha llegado a tiempo muy a su pesar, estaban cumpliendo con la Patria allende los mares. Orgulloso estarás de ver a los tuyos cumpliendo con el deber, donde sea, cuando sea.

Dejas en mí un tremendo vacío, un dolor indescriptible con el alma rota.

Déjame que te escriba padre cuatro letras que me sirvan de desahogo en este momento de congoja. Mucho he podido disfrutar y aprender de ti. Tu paulatino deterioro físico contra el que luchabas sin desmayo y tu edad ya nos anticipaba que este momento estaba al llegar y a pesar de ello no puedo evitar un agujero profundo en el alma y un vacío desgarrador que no será fácil de rellenar.

Padre, has sido un tipo excepcional en todos los sentidos con profundas convicciones, con dos vectores guiando tus 88 años de existencia; una ferviente y sin mácula, devoción mariana a Ntra. Sra. la Virgen del Pilar unida a tu amor y pasión por tu familia y a cuya cabeza y como referencia siempre situabas a Madre de quien no te has separado en 62 años de feliz matrimonio.

Pilar de Goyeneche y Moreno, “Pili Guaqui”, mujer firme, generosa y de bondad inabarcable, ha sido tu banderín de enganche y juntos como una collera perfectamente acompasada, habéis formado una familia increíble junto a vuestros ocho orgullosos hijos, dos nueras, cuatro yernos y una caterva importante de nietos, incluidos José Luis Mora-Figueroa y María Moreno, tus queridísimos nietos políticos y tus por ahora, dos bizbietos. Una familia íntimamente unida y que ya supera las cuatro decenas. Un lujo.

Los rasgos que definieron tu carácter y quehacer diario no eran otros que una tremenda capacidad de lucha, honestidad y entusiasmo por el trabajo bien hecho. Ninguno de ellos menguó con el paso de los años.

Tus últimas grandes alegrías te las han proporcionado las bodas de tus nietos, lo éxitos deportivos de otros más chicos y sobre todo la entrada por esfuerzo y derecho propio en la Escuela Naval Militar de Marin (Pontevedra) de tu nieto Rodrigo.

Los rasgos que definieron tu carácter y quehacer diario no eran otros que una tremenda capacidad de lucha, honestidad y entusiasmo por el trabajo bien hecho. Ninguno de ellos menguó con el paso de los años. Duro en la ejecución, enemigo de la escusa o del lamento, pero extremadamente generoso tanto en el agradecimiento o en la felicitación como en el perdón.

Dos grandes ideales han marcado tu trayectoria vital. Tu inquebrantable lealtad no exenta de cariño, por nuestro Rey, S.M. D. Juan Carlos I y tu Patria, nuestra Patria, nuestra querida España, con su historia, sus héroes y sus logros, sus leyendas y sus hazañas, pero también con sus sombras, miserias y las torpezas de unos dirigentes muchas veces inanes movidos por cortoplacismos, egoísmos o incompetencias personales.

Dos fueron las Instituciones que mejor reflejaron tus valores y creencias. Nuestras queridas Fuerzas Armadas y la Real Maestranza de Caballería de Granada. El honor que para tí significa servir y representar a SM El Rey como su Teniente de Hermano Mayor como antes que tú hicieron otros Pérez de Herrasti, desde D. Juan Manuel Pérez de Herrasti y Ferrer-Gadea, caballero-maestrante y co-fundador de esta noble Institución allá por 1686 hasta tu padre D. Antonio Pérez de Herrasti y Orellana-Pizarro, Marqués de Albayda y de la Conquista.

No puedo olvidarme en este breve recuerdo de tus tres grandes pasiones. Tu campo, tus caballos y tus amigos de siempre.

¿Qué habría sido de ti sin tu campo? ¿sin tus mastines? Esos que llegado el momento de reemplazarlos no dudaste  en recorrer commigo y tu nieto Ignacio, con 85 años cumplidos 800 kms en una sola jornada para simplemente ir a ver a un criador al norte de León del que te hablaron bien, sin olvidar esa tremenda chuleta de buey de casi 2 kgs que luego nos apretamos en "El Capricho". Que habría sido de ti sin tus maíces o tus ovejas, tus praderas o tus yeguas, en definitiva, de ese negocio al aire libre, que tan difícil es de gestionar y que tanto te apasiona.

Tus caballos. El caballo, en toda su extensión, como raza, como compañero, como diversión y algunas veces, aunque no muchas gracias a Dios, como ruinoso negocio.

A alguno los que fuiste perdiendo por el camino. Ahora te los vas a volver a encontrar. No me imagino el abrazo".

Has tenido una enorme sensibilidad para disfrutar de este animal de Reyes, lo mismo de una yegua con su rastra olisquear los primeros brotes de pradera de primavera, que de un gran pura-sangre rematando una llegada por corta cabeza, de una monta magistral de tu entrañable amigo Luis Alvarez-Cervera o unos apretados auites en tablas de Pablo Hermoso de Mendoza.

Lo mismo disfrutaste manejando a caballo, con destreza y a apunta de garrocha el encierro de una corrida brava que de un quite por verónicas del maestro Morante lo mismo de una tertulia hípica en la Gran Peña que de un buen cordero en casa de tu entrañable Jesús Varela. Allí donde nos juntábamos con los Carlos López-Quesada, los Maldonado, Santi Varela, Pepe Arango, Micky Cabanillas, Fernando Basail y Enrique Martínez de Vallejo (D.E.P.). Dos generaciones de hípicos de toda la vida. ¡¡Cómo disfrutabas!!

Tus amigos de siempre, Madrid, San Sebastián, Salamanca, Granada… Aquellos con los que echabas tan buenos momentos, ¿te imaginas la vida sin los Vicente Orbe, Juanitín Nárdiz, Juan Travesedo, Manolito Martin de Paz, Tito Goróstegui  o Ignacio Puch? A alguno los que fuiste perdiendo por el camino. Ahora te los vas a volver a encontrar. No me imagino el abrazo. 

Siempre creíste que era mejor perder el tiempo con los amigos alrededor de una buena chacina y un vino que perder los amigos con el tiempo.

Te deseo padre de corazón que los nuevos caminos se allanen a tus pies. Que el viento sople siempre a tu espalda. Que el sol brille templado en este viaje sobre tu rostro. Que tu amor a madre, la familia, España y tu Rey, tu honestidad y decencia te guíen hasta la luz. Que la Virgen del Pilar, al verte, te sonría. Y que Dios te sostenga siempre y para siempre con su mano protectora. Gracias padre.

Has sido un ejemplo, un faro y un referente y sobre todo, un padre. Te echaré mucho de menos. Te quiero mucho y lloro profundamente y sin consuelo tu pérdida. Espero estar a la altura. Descansa en paz. Un beso fuerte.

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