Política

Parte del PSOE pide que Montero salga del Gobierno y se centre en Andalucía: "Es un error que tenga los dos perfiles"

Cunde la preocupación entre los socialistas porque la candidatura de la ministra de Hacienda va a entorpecer la acción comunicativa del Gobierno

  • María Jesús Montero, este viernes, en Sevilla. -

María Jesús Montero es una mujer pluriempleada: vicepresidenta primera del Gobierno, ministra de Hacienda, próxima secretaria general del PSOE andaluz y candidata a la presidencia de la Junta. Y tanta actividad comienza a levantar suspicacias entre sus compañeros de filas. Una parte del PSOE, según relatan varias fuentes consultadas por este diario, pide que Montero salga del Ejecutivo y se centre en Andalucía, porque lo contrario va a entorpecer la acción comunicativa del Gobierno: "Es un error que tenga los dos perfiles", explica una veterana socialista.

La vicepresidenta, que reapareció este viernes en Sevilla tras cuatro días ausente por enfermedad, defendió, por fin, la tributación del IRPF de quienes perciben el salario mínimo, porque ya es un "sueldo digno". Pero en ese lapso provocó una crisis comunicativa en Moncloa de dimensiones épicas que todavía colea y que estalló el martes en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, cuando su ministerio informó, poco antes de que arrancara la comparecencia, de su intención de gravar el salario mínimo. Su socia en Moncloa, Yolanda Díaz, puso el grito en el cielo en directo y denunció haberse enterado por la prensa. La respuesta de sus compañeros socialistas fue un ninguneo televisado que no se había visto en esa sala ni en tiempos de Pablo Iglesias.

Desde entonces, la última subida del salario mínimo se ha convertido en un dolor de cabeza para el Ejecutivo, porque una medida de la que podía haber sacado partido se ha convertido, una vez más, en ruido. Nadie en Sumar entendió por qué Montero y el PSOE se han enrocado por 2.000 millones de recaudación cuando las arcas de Hacienda están en máximos. Los socialistas, pese a que es muy probable que terminen perdiendo la batalla en el Congreso, están convencidos ideológicamente. Pero están irritados por la gestión de la crisis, que ha consistido en dar la callada por respuesta durante cuatro días. Y el silencio ha permitido a Sumar atacar con una fiereza inusitada a María Jesús Montero y a la oposición enseñar los dientes.

Las fuentes consultadas en el PSOE señalan, en privado, las dudas que les genera el desembarco de Montero en la plaza andaluza. "Parece que la parte de voto moderado, que ya se ha llevado Juanma Moreno, se va a consolidar con él. Y ahí ella recupera poco", concede un socialista al tanto de los movimientos orgánicos del partido. Andalucía es la comunidad del país donde más personas perciben el salario mínimo, por eso no se entiende bien la decisión de la vicepresidenta. Montero, claro, está protegiendo su candidatura y para ello se vale de los recursos del Gobierno. No por casualidad, este lunes, desde un hotel ilegal en Carboneras (Almería), anunció que el Ejecutivo aceleraría los trámites para su derribo. Montero está en campaña, y eso casa mal con la acción de gobierno cuando, además, es la ministra de Hacienda.

Los guardianes de la Hacienda pública son quienes más peleas tienen dentro y fuera de Moncloa, porque son quienes deciden el reparto de fondos con los que se ejecutan las políticas públicas. Y eso implica, en muchas ocasiones, mala prensa. Es decir, lo que menos necesita una aspirante a presidir una comunidad que duele mucho en el PSOE, porque perdió la afinidad tras cuatro décadas de idilio. Para más inri, Montero intenta convencer de que peleará por aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Pero en el PSOE ven la meta (casi) imposible.

Y, una vez más, se antepone el perfil de candidata de Montero. Las fuentes consultadas se preguntan cómo podrá seguir negociando con los grupos independentistas y seguir cediendo ante ellos para conseguir dar luz verde a esas cuentas si el electorado andaluz es terriblemente sensible al agravio que sienten con cada logro secesionista.

El enfado de los militantes y cargos intermedios del socialismo andaluz con el pacto fiscal con Cataluña y con su exconsejera de Hacienda es monumental. El propio Juan Espadas, obligado en su día a no criticarlo abiertamente, ya fue tibio al conocerse, cuando advirtió que los andaluces no deben ser menos. Aunque poco después le dio un voto de confianza a la espera de las explicaciones de la cúpula federal de su partido. Pero el lío de la financiación se resolvió en el Congreso Federal con una declaración tan ambigua que todas las sensibilidades tuvieron cabida.

Ahora, Montero blande la bandera verdiblanca y defiende un modelo de financiación singular para Andalucía; su carta de presentación para templar a un partido sumido en la desazón por la política de Moncloa con el secesionismo y el aplastante dominio de Juan Manuel Moreno. La lógica tras esa postura es que lo que sirve para Cataluña también sirve para Andalucía. Y Montero espera que le sirva el nuevo 'café para todos'. Aunque sus perspectivas no son buenas. Dentro de la M-30 se lee el desembarco de Montero como un castigo.

Ella no quiso volver a cruzar Despeñaperros. Y hace tiempo que dejó claro que solo lo haría si se lo pedía Pedro Sánchez. Así fue. El exvicepresidente Pablo Iglesias, que aún conserva su olfato político, comenta con sorna en las tertulias en las que se prodiga que el presidente del Gobierno la ha desterrado a la Siberia andaluza por asomarse al balcón principal de Ferraz durante los cinco días de reflexión del líder. "La verdad es que me faltan claves y creo que las cosas no son como parecen. En fin, habrá que estar atentos", cuenta un barón territorial cuando se le pregunta por qué Montero y por qué ahora. Lo que está claro es que cada día que intente compaginar sus trabajos será un quebradero de cabeza.

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