Política

Sánchez oculta al Congreso que España necesita llegar al 3%, no al 2%, de gasto militar

El presidente del Gobierno no quiere admitir, hasta que haya un mandato supranacional, que deberá alcanzar la cifra que ya ha puesto encima Von der Leyen

  • Pedro Sánchez, este miércoles, en el Congreso. -

La realidad, casi siempre, se termina imponiendo, aunque Pedro Sánchez se esté esforzando en esconderla. El presidente del Gobierno oculta al Congreso que España, en verdad, necesita llegar al 3% de gasto militar sobre el PIB -y no al 2% como se ha comprometido hasta ahora el líder socialista-. Sánchez no quiere admitir, hasta que haya un mandato supranacional, que deberá alcanzar la cifra que ya ha puesto encima de la mesa la presidenta de la Comisión Europea, la conservadora alemana Ursula von der Leyen. Fuentes gubernamentales del núcleo duro del Ejecutivo, cuestionadas sobre este asunto, explican que hasta que no se pida otra cifra, la que se baraja es la del 2%.

Fuentes socialistas, no obstante, admiten que "es posible" que el gasto en defensa se termine disparando por encima del objetivo al que quiere llegar el presidente. Otras fuentes diplomáticas de alto nivel aseguran que el plan anunciado este miércoles en el Congreso por Sánchez "para impulsar la seguridad" antes del verano no deja de ser otro gesto vacío, carente de contenido, para ganar tiempo. El presidente se encuentra en un callejón de difícil salida. Fuentes gubernamentales reconocen que dicho plan "será político", que recogerá "líneas generales" de actuación y que no tendrá una concreción de medidas que tengan que pasar por el Congreso de los Diputados. 

Sánchez quiere sacudir a la opinión pública, a la que bombardea con mensajes de urgencia, casi de emergencia, ante cambios geopolíticos inéditos que, en efecto, son de una envergadura desconocida desde la Segunda Guerra Mundial. Pero Sánchez sabe, como dijo él mismo, que los españoles "no quieren contribuir a una carrera armamentística". De manera que le toca hacer pedagogía, consciente de que la imposición que le llega de Bruselas, que quiere invertir 800.000 millones para rearmar al viejo continente, no es bien recibida por los ciudadanos. En especial por los de izquierda, cuyos intelectuales ya gritan 'no a la guerra' enfrente del Congreso y firman manifiestos.

El presidente dice que hasta que los 27 no acuerden cómo se pagará el rearme comunitario, no podrá sentarse a hacer números y trasladarlos a la Cámara. Por eso, para evitar que las partidas sociales sufran lo mínimo, el Gobierno socialista se ha puesto como loco a recapitular todas las hojas diseminadas por todas las cuentas de todos los ministerios que puedan incluirse en Defensa. Si aflora el gasto real, será más fácil asumir un 3%, puesto que el incremento será menor y electoralmente menos costoso, piensan en Moncloa. El Gobierno, en cualquier caso, espera a la próxima cita de la Alianza Atlántica, en La Haya, a finales de junio, para mover ficha.

Aunque el presidente ya tiene en mente sortear la falta de apoyos de su mayoría parlamentaria con por la vía de contingencia, es decir, mediante ampliaciones de crédito aprobadas en el Consejo de Ministros, ya que estas no requieren ratificación de las Cortes, que es exactamente lo que ya se ha hecho en los últimos años. De hecho, y como consecuencia de ello, el gasto militar real puede duplicar el previsto en los presupuestos en vigor, aprobados en 2022. Algunas fuentes aseguran que en este último ejercicio se han movido 90.000 millones con ingeniería fiscal sin luz ni taquígrafos. Sánchez ha reconocido que es altamanente probable rondar ya el 2% del gasto. Pero lo cierto es que el presidente burlará al Congreso para imponer una subida del gasto militar sin precedentes.

Los diplomáticos españoles, como ya contó este diario, están preocupados a la par que decepcionados, porque, una vez más en la historia, ante un momento crucial para el devenir de Europa, España no podrá sentarse en el puente de mando. Las fuentes consultadas en el mundo diplomático admiten que, por el momento, Madrid quedará fuera de la toma de decisiones estratégicas para el rearme y la defensa comunitaria. La situación política interna del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo impide, aunque esté yendo a todas las citas internacionales para abordar la crisis. Una fuente diplomática de alto nivel explica a este diario el difícil panorama que afronta el líder socialista: "El presidente Sánchez tiene serios problemas. Jugará a quitarse presión con gestos y anuncios, pero, por ahora, no hará mucho de manera efectiva".

Sánchez, en efecto, no puede liderar la escalada armamentística que han abrazado Francia, Alemania o Reino Unido. Y, por eso, intentará influir en las decisiones europeas desde su altar de líder socialdemócrata. El presidente jugará la única baza que le queda: saberse el único faro de la otra gran familia política que construyó la Unión junto a los conservadores, quienes, pese a su preponderancia en la mayoría de las cancillerías europeas, no pueden permitirse obviar a los socialdemócratas. En la UE solo resisten España, Dinamarca y Malta con partidos en el Gobierno pertenecientes a la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. Y, fuera de la gran familia europea, capea el temporal el primer ministro británico, el laborista Keir Starmer.

Lo cierto es que el presidente del Gobierno ha pasado en poco menos de dos años de considerarse un "actor global" con influencia —según su equipo— a perderla poco a poco. Las coordenadas políticas de Occidente están cambiando aceleradamente y se están desacoplando de la sensibilidad ideológica del PSOE. La primera potencia del planeta, Estados Unidos, está comandada ahora por Donald Trump. La llegada del republicano a la Casa Blanca ha trastocado por completo la sintonía entre Bruselas y Washington. Y nadie garantiza que esta crisis no se lleve por delante el Gobierno progresista 2.0.

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