Pedro Sánchez, aspirante socialista a la presidencia del gobierno, quiere labrarse una imagen de estadista. Para ello esta semana ha emprendido una gira por Hispanoamérica que le llevará a México, Chile, Perú y Colombia. Su idea en todos los casos es siempre la misma: entrevista con el periódico de referencia del país, reunión con empresarios y visita al gobernante de turno para dar la sensación de ser alguien importante.
En su primera parada el plan ya ha fallado. Llegaba Sánchez a México con la intención de hablar con Enrique Peña Nieto, presidente del país y uno de los líderes de la región. En teoría tenía el mexicano un hueco en su agenda para recibir a Sánchez, pero la reunión nunca se dio. La foto que buscaba Sánchez nunca llegó a realizarse, pues ambos no se vieron ni se verán en este viaje. Le ha pasado algo similar a lo que le ocurre con frecuencia a Artur Mas, que visita países y no suele tener opción de ver a los mandatarios que busca.
Le quedan en el horizonte tres países con sus tres dirigentes. En Colombia, si los planes socialistas se cumplen, tendría que entrevistarse con Juan Manuel Santos; en Perú con Ollanta Humala y, finalmente, en Chile con la presidenta Michelle Bachelet, una de las líderes de referencia en América aunque en los últimos tiempos pase por sus peores momentos de reconocimiento. El éxito de la gira americana de Sánchez depende en gran medida de que el resto de los mandatarios no le fallen. La primera parada ya tiene un borrón.