La Salud Mental sigue siendo una asignatura pendiente en España. Para muestra, algunos datos; en España solo hay 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea se sitúa en 18; en cuanto los psiquiatras, en España hay 8 por cada 100.000 frente a los 20-22 en Europa. Además, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en nuestro país, por delante de los accidentes de coche.
Por si fuera poco, España lleva sin Estrategia Nacional de Salud Mental desde 2013. A lo largo de estos 8 años los profesionales de la Psiquiatría y la Psicología no han dejado de reclamar la necesidad de una estrategia que siente los objetivos en Salud Mental a corto y medio plazo.
La exministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, buscó resucitar el proyecto, para lo que contó con el Consejo Asesor del Ministerio de Sanidad, órgano paralizado desde la llegada de Salvador Illa, y con especialistas de reconocido prestigio en el ámbito. El constante goteo de ministros para este Departamento (Illa y Carolina Darias) junto con la llegada de la pandemia han sido importantes obstáculos para su desarrollo.
Sin embargo, a medida que la situación pandémica fue mejorando, Sanidad fue dedicando mayores esfuerzos en su desarrollo y, tal y como confirman fuentes cercanas al mismo a Vozpópuli, el Ministerio ha apretado el acelerador y el texto se encuentra en su fase final de desarrollo.
Los días 13 y 14 de septiembre, la Coordinación Científica de la Estrategia de Salud Mental evaluará más de un centenar de alegaciones que se han recibido de las comunidades autónomas y las sociedades científicas del sector. “Se hará con respeto y rigor, como no podría ser de otra forma”, señalan dichas fuentes.
Se trata del penúltimo paso antes de su aprobación definitiva, pues el texto deberá marchar a continuación al Consejo Interterritorial para que las CCAA den su visto bueno final.
Contenidos de la Estrategia de Salud Mental
Además de los expertos del Ministerio de Sanidad, la Estrategia de Salud Mental ha contado con la participación de sociedades científicas del ámbito y asociaciones de pacientes. Establece diez líneas prioritarias de actuación, dos más que la anterior.
Entre estas líneas se encuentran los efectos en la salud mental de la covid-19, la infancia y la adolescencia, el suicidio, la prevención, la promoción de acciones contra el estigma del enfermo mental, los derechos de las personas con trastornos mentales y el papel del trabajo comunitario.
El ansiado Plan para la prevención del suicidio está enmarcado en esta estrategia, y contiene “todo el contexto de la conducta suicida, objetivos y recomendaciones”. Eso sí, la estrategia no propone un ratio determinado de psicólogos o psiquiatras por cada 100.000 habitantes. Sí se va a mostrar que en España, como ya se ha señalado, esta ratio está muy por debajo de la media europea.
También se dedica un capítulo al tratamiento en medios de comunicación de la enfermedad mental. “Es intolerable que siempre que alguien comete un asesinato se le intente buscar una patología mental. Esa relación entre enfermedad mental y comisión de delitos es totalmente falsa”, lamentan fuentes del proyecto.
El objetivo de la Estrategia es que sirva de faro y guía para las comunidades autónomas en el abordaje de la Salud Mental, priorizando aquellas líneas de actuación que consideren más urgentes.
La sombra de Redondo es alargada
El que fuera Richelieu de Pedro Sánchez, Iván Redondo, también trató de meter mano a la Estrategia de Salud Mental. Al parecer, se interesó por el proyecto y quiso incluir en sus capítulos algunos de los párrafos incluidos en el Plan España 2050, donde se advertía de que "los eventos extremos y el cambio climático también afectarán negativamente sobre la salud mental de la población".
Redondo también solicitaba en su plan que aumentase el número de profesionales de la Salud Mental en el Sistema Nacional de Salud (SNS) y se redujera el consumo de psicofármacos entre los españoles.
Un proyecto ‘maldito’
La última Estrategia de Salud Mental española abarcó el período 2009-2013. Desde entonces, con el líder popular Mariano Rajoy al frente del Gobierno, se comenzó a trabajar en una segunda estrategia, que contó, entre otros, con el exalto cargo de la Consejería de Sanidad madrileña Carlos Mur. El documento, sin embargo, fue rechazado en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud en 2016.
Desde entonces ha sido misión imposible culminar un nuevo borrador definitivo y el Comité encargado de su desarrollo ha sido cambiado en múltiples ocasiones. Es más, la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) se desligó del penúltimo borrador, previo a la llegada de la pandemia covid, por desacuerdos formales y su presidente, Celso Arango, la tachó de "vaga y genérica". No obstante, esta sociedad científica sí ha decidido participar en el borrador final.