“El poder desgata solo a quien no lo posee”, decía el político italiano Giulio Andreotti. Una frase que hay que leer junta a otra, la del escritor Giuseppe Di Lampedusa, que inspiró al llamado gatopardismo: “Cambiar todo, para que nada cambie”. Ambos aforismos encajan a la perfección en la experiencia de los autodenominados alcaldes del “cambio” de Podemos, que, tras invocar la limitación de mandato y atacar a los políticos de profesión, pugnarán el próximo 26 de mayo para mantenerse en el poder y convertirse en statu quo.
Se trata de municipios importantes de todo el país. Desde Cádiz, hasta A Coruña, Zaragoza, Valencia y, por supuesto, Barcelona y Madrid. En cada uno de ellos reinan mayorías construidas sobre acuerdos ad hoc entre regionalistas y siglas enmarcadas en la izquierda alternativa al PSOE. Cada una de esas alcaldías tuvo en 2015 la bendición del líder de Podemos, Pablo Iglesias. Pero ahora muchas de ellas prescinden de su apadrinamiento.
Pulso andaluz
El caso de Cádiz es, quizás, el más emblemático. El alcalde, José María González Kichi, pareja de la lideresa de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, mantiene con Iglesias un enfrentamiento sobre la línea estratégica del partido. Una diferencia de fondo que lo envuelve todo y que hace una semana cristalizó en el rechazo, escrito negro sobre blanco, del trabajo de Iglesias para entrar en el gobierno de Pedro Sánchez.
Para Podemos Andalucía esa maniobra responde más al interés personal de Iglesias para blindar su liderazgo en el partido morado, que en un proyecto político de largo alcance. Esa declaración resonó como una bomba en la dirección madrileña de Podemos, y en estos días Iglesias evitará acudir a Cádiz para respaldar al que hace cuatro años fue su candidato.
Otra ciudad donde se ha perdido la unidad es Zaragoza. En la capital de Aragón el actual regidor, Pedro Santisteve, ha renunciado a la supervisión de Iglesias. La confluencia se ha roto en pedazos (entre Zaragoza en Común y Podemos), con el peligro, ahora, de que los socialistas capitalicen la división y se hagan con el bastón del mando.
Barcelona y Madrid
Barcelona es donde la conexión municipalista de los comunes y el pablismo han logrado salvar los muebles. Ese acuerdo se ha fundamentado en la imposición de Ada Colau de la lista, acompañada por el visto bueno de Iglesias para que sus dos pesos pesados, Jaume Asens y Gerardo Pisarello, acudan al Congreso a través de En Comú Podem.
En la capital de España, en cambio, Iglesias ha perdido influencia y control. La decisión de Manuela Carmena de ir por libre con la nueva plataforma Más Madrid ha obligado a Podemos a renunciar a tener miembros en el futuro pleno del Consistorio. Se trata de una decisión que ha levantado mucha polémica, y que en los círculos de Podemos se ha leído como una “traición”. Por ello, según fuentes de Podemos, el partido morado apoyará de manera extraoficial la candidatura de izquierdas alternativa a la alcaldesa, Madrid en Pie, para intentar obtener cargos de confianza en el Ayuntamiento.
Carmena hace cuatro años aseguró que su intención era evitar la profesionalización de la política y gobernar solo durante un mandato. Ahora la regidora ha decidido corregirse y espera permanecer otro mandato. Eso sí, ha anunciado que si no sale elegida no piensa trabajar en el pleno desde la oposición.
Incógnita en Galicia y Valencia
En Valencia, el cabeza de lista de Compromís, Joan Ribó, logró desalojar a los populares de la alcaldía. Pero también él concurrirá a los comicios fuera de la galaxia de Podemos. Según la última macroencuesta del CIS, Ribó podría revalidar el gobierno municipal gracias al apoyo de Podemos y el PSOE. Aunque sobre Compromís va creciendo el temor de que a nivel municipal se repita el guion de las elecciones generales: el pasado 28 de abril, el partido de Mónica Oltra no cumplió las expectativas y redujo su presencia en el Congreso a tan solo un diputado.
Situación parecida se vive en En Marea, en Galicia. El alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro, prescindirá de Iglesias. En 2015, el líder de Podemos acudió a la ciudad gallega para dar un gran mitin que sonó a aldabonazo definitivo. Pero ahora, el secretario general de Podemos ha decidido no acudir a A Coruña, según el programa de actos oficial. Iglesias tampoco visitará Santiago de Compostela, donde el alcalde, Martiño Noriega, ganó las elecciones gracias a una lista de Unidad de Popular que ahora ha implosionado.
En definitiva, la ola de cambio se ha traducido en un enfrentamiento fratricida. El resultado es que en casi todas las ciudades mencionadas los sondeos apuntan al equilibrio de fuerzas con los partidos del centro-derecha y la recuperación del PSOE. Hace cuatro años, Podemos y sus siglas municipalistas capitalizaron la indignación popular por la crisis. El próximo 26 de abril se verá si la sociedad decide que esos gestores cumplieron con las expectativas y merecen la oportunidad de mantenerse al mando de las alcaldías otros cuatro años.