El PP de Cataluña atraviesa momentos inciertos desde la puesta en marcha de la ‘Operación diálogo’, que lidera la vicepresidenta del Gobierno de cara a ‘pacificar’ el frente independentista. Sáenz de Santamaría ha nombrado a Roberto Bermúdez de Castro como su número dos en el ‘ministerio para Cataluña’ y a Enric Millo como su ‘embajador plenipotenciario’ ante la Generalitat.
Moncloa ha asumido las riendas de la interlocución con el gobierno de Puigdemont. El PP catalán pierde perfil y fuerza. Su actual líder, Xavier García Albiol, aparece ahora algo desdibujado, con un margen de maniobra algo reducido, según fuentes populares. Su estilo, firme y algo bronco, no casa con la actitud de diálogo y consenso que pretende imprimir la vicepresidenta en esta etapa.
La rumorología y los candidatos
Circulan ya versiones de que el actual jefe de filas del PP catalán, que todavía preside nominalmente Alicia Sánchez Camacho, instalada en la Mesa del Congreso de Madrid, podría ser desplazado del cargo en el próximo congreso regional, para dejar su plaza a algún dirigente con planteamientos más acordes a los vientos que soplan desde Madrid. Circulan ya incluso algunos nombres en las quinielas, como Alejandro Fernández, teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Tarragona, que gobierna el PSC, y que sustituyó a Millo como portavoz del grupo parlamentario. También aparece en las cábalas la figura de Nacho Martín Blanco, un joven periodista que no milita en el partido y que goza de cierta relevancia pública merced a sus beligerantes apariciones en debates y tertulias televisivas.
El futuro de Albiol está en el alero, aunque desde el PP catalán desmienten firmemente tal teoría. “De aquí al congreso, que se celebrará antes de Semana Santa, van a pasar cosas”, comentan sin embargo en fuentes de la formación en Madrid. Sáenz de Santamaría no sintoniza con el estilo ríspido de García Albiol, quien fue un excelente alcalde de Badalona. Para eso nombró a Millo, quien ya ha celebrado días atrás un encuentro con el presidente Puigdemont. Tampoco Albiol reúne respaldos suficientes en la cúpula de Génova. Su futuro está en el aire.
La herencia valenciana
La marejada es menor en la Comunidad Valenciana, donde Isabel Bonig tiene que hacer frente a la herencia tóxica de la corrupción que recibió de su partido. Bonig, “la Thatcher levantina”, quiere que el congreso del PP de su comunidad se celebre cuanto antes, para reafirmar su liderazgo y redondear con mano firme la renovación que precisa su partido.
El trágico fallecimiento de Rita Barberá ha alterado levemente las aguas en el seno de su formación, donde todavía se mueven algunos personajes muy vinculados al pasado. La actual presidenta regional se mostró decidida y combativa con los escándalos de corrupción detectados en el Consistorio valenciano, cuando Barberá era la alcaldesa. Nadie duda de que Bonig resultará elegida presidenta de la organización valenciana, aunque se detectan extraños movimientos de piezas que hasta hace unas semanas no estaban previstos.
Al hilo de los funerales y homenajes por la exalcaldesa desaparecida, ha emergido, por ejemplo, Francisco Camps, expresidente de la Generalitat, quien ha deslizado la posibilidad de que pugnar por la alcaldía de la ciudad. Hay marejadilla subterránea, aunque parece que de corto vuelo. Bonig se siente fuerte. Sus resultados electorales, tanto el 20-D como el 26-J, le avalan, con una recuperación firme de su respaldo electoral.
Bonig está preparando a conciencia la limpia definitiva de todo vestigio de la etapa de Alfonso Rus, quien fuera referente indiscutible del partido en los años más polémicos vividos en esta Comunidad. En estas próximas semanas se detectará claramente si estos movimientos incipientes desde el ‘viejo PP’ para plantarle cara a Bonig son tan sólo meras charlas de café o hay algo de mayor calado. Bonig, en cualquier caso, cuenta con el respaldo absoluto de Génova, en especial de Dolores Cospedal, todavía ‘número dos’ del partido, quien apostó por su nombramiento al frente de la organización regional desde el primer momento.
Un viejo escándalo en Murcia
Un poco más al sur, en Murcia, otro feudo tradicional del PP, el presidente regional, Pedro María Sánchez, quien también aspiraba a confirmar su liderazgo regional en primavera, vive momentos de inestabilidad. No se trata en este caso de peleas intestinas sino de un asunto relacionado con un presunto caso de corrupción. Una jueza de Lorca acaba de pedir al Tribunal Superior de Murcia que abra una investigación por cuatro presuntos delitos relacionados con el denominado ‘caso Auditorio’, que data de 2006. Una imputación a un presidente regional en ejercicio es cuestión que preocupa enormemente en los altos despachos de Génova. Sánchez accedió a la jefatura del gobierno regional merced al apoyo de Ciudadanos, que podría reconsiderar su posición. Además, el líder del PP murciano también ha aparecido en algunos episodios relacionados con el ‘caso Púnica’, como ha venido informando puntualmente Vozpópuli.
Tiempos de zozobra en el PP mediterráneo que se evaporarán una vez celebrados los respectivos congresos regionales. En la sede nacional apenas inquietan estos episodios, muy locales y posiblemente coyunturales. Génova se centra en la preparación de su Congreso Nacional para mediados de febrero. Moncloa, por su parte, perfila y pule la ‘Operación diálogo’, un reto complicado y serio que Sáenz de Santamaría pretende desactivar con moderación y prudencia. Y desde luego, bajo el imperio de la ley. Aunque, eso sí, quizás haya que incurrir en algunas concesiones y hasta en la Constitución por el camino.