Política

Sánchez se niega a humillarse ante Puigdemont y abandona la idea de que Junts le apruebe los Presupuestos

El presidente solo contempla fotografiarse con el expresidente catalán, pero no tolera que el Congreso debata sobre si debe someterse a una moción de confianza

  • Pedro Sánchez, en una imagen de archivo. -

Pedro Sánchez no va a dejarse humillar por Carles Puigdemont. El presidente del Gobierno se niega a aceptar que el Congreso debata sobre la conveniencia de que se someta a una cuestión de confianza, como le exigió Junts a cambio apoyar los Presupuestos Generales del Estado y seguir manteniendo con vida al PSOE en el Gobierno. El líder socialista solo contempla fotografiarse con el expresidente catalán, pero poco más. En cualquier caso, todo parece indicar que Moncloa se resigna a que sus socios independentistas les impidan dar luz verde a las cuentas. O incluso a algo peor: que rompan directamente el acuerdo.

Junts sigue en máximos. O toda la gestión de la migración y cuestión de confianza o nada. Pero el Gobierno no está dispuesto a dejarse chantajear. Puigdemont convocó este viernes a la dirección permanente de su partido con el fin de decidir si mantiene o no la relación con Sánchez, a quien acusa sistemáticamente de no cumplir lo pactado. Mientras, el Gobierno considera que la verdad está en algún punto intermedio entre la cesión constante a los independentistas, que tanto critica la oposición, y el incumplimiento sistemático de los acuerdos, que tanto critican los posconvergentes.

Mientras, los socialistas esperaban que Junts se contentara con la polémica proposición de ley que presentaron en el Congreso para acotar las acusaciones populares en los procesos judiciales. Todo para comprar a Puigdemont, una vez más, el relato del 'lawfare'. Pero el expresidente catalán no parece dipuesto a aceptar tan poca cosa como trueque a cambio de que Sánchez se escape del debate sobre la oportunidad de someterse a la cuestión de confianza -prerrogativa, en cualquier casi, de la Presidencia del Gobierno-. Por si todo esto fuera poco, Moncloa se animó, en otro guiño descarado, a desclasificar documentos del CNI sobre el imán de Ripoll y los atentados del 17-A en Barcelona. Pero no hay manera de suavizar las exigencias de Junts.

En cualquier caso, hace semanas que Puigdemont ha enseñado el camino a Sánchez: cada vez más sintonía con el PP en las votaciones en el Congreso y dos bofetones con la senda de déficit que fuentes gubernamentales achacan fundamentalmente a la complejidad del Parlamento que salió elegido en julio de 2023. Y, aunque queda muy lejos que se forme una mayoría absoluta alternativa a la que llevó a al líder socialista a Moncloa -pese a los cantos de sirena del PP a Waterloo-, el presidente del Gobierno debería tomar nota. La Legislatura ha colapasado y parece haber entrado en vía muerta.

Lo impepinable es que en la decisión de Puigdemont sobre la el futuro de la política española influirá, inevitablemente, el devenir de la amnistía, que no tiene asegurada, ya que será el Tribunal Constitucional el que termine dirimiendo sin fecha en el horizonte (previsiblemente este verano). Mientras, todo son quejas en Waterloo: Sánchez "no es de fiar", porque un año después del acuerdo de investidura no ha cumplido. El expresidente catalán quiere que Sánchez le visite en la 'Casa de la República'. Pero no parece probable que suceda. Tampoco se espera que ese ecuentro, de producirse, sea en la Reper española en Bruselas, porque Puigdemont podría ser detenido al ser las embajadas territorio nacional.

La apuesta Montero

Desde que Sánchez situó a la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como candidata a hacerse con las riendas del PSOE-A, la sensación que se ha extendido en el partido es de incertidumbre total por el devenir de la Legislatura. Moncloa sigue defendiendo que Montero puede hacerse con las riendas de todo, pero en su partido ven muy complicado que lo pueda compatibilizar. Por eso, las fuentes consultadas creen que el mensaje político que emite Sánchez es contradictorio. 

Lo cierto es que crecen las dudas de que Montero vaya a poder sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, por mucho que su entorno asegure que va a por todas. Es más, algunas de estas fuentes señalan que tendrá imposible seguir negociando con los grupos independentistas y seguir cediendo ante ellos, puesto que el electorado andaluz es terriblemente sensible al agravio que sienten con cada logro secesionista. En las filas del partido se extiende una bruma que impide ver con claridad el futuro. "No sabemos qué va a pasar con la Legislatura", concede un cargo del partido. "La verdad es que me faltan claves y creo que las cosas no son como parecen. En fin, habrá que estar atentos", cuenta un barón territorial.

Además, como contó este diario, buena parte del PSOE asume que la victoria de Miguel Ángel Gallardo en las primarias extremeñas desestabiliza la candidatura de la ministra de Hacienda en Andalucía. Algunos dirigentes consultados por este diario ven con cierta inquietud el proceso interno en el PSOE-A. Por mucho que Montero tenga todas las papeletas para hacerse con las riendas de la federación socialista más importante de España, en Ferraz se lee la reeleción de Gallardo de la semana pasada -con más apoyo que en marzo de 2024-, como un respaldo de una parte importante de la militancia a la corriente de opinión contraria al cupo catalán.

El rival de Montero, Luis Ángel Hierro, que acepta lo imposible de su victoria, quiere debatir sobre financiación con su compañera, consciente de que es el único aspecto en el que puede hacerle daño e intentar arrastrar a su lado a la militancia andaluza, muy alineada con la extremeña en el rechazo a los privilegios de las comunidades con pulsión independentista. Hierro solo necesita reunir los avales necesarios para poder medirse con ella en unas primarias.

¿Qué dirá Andalucía si finalmente hay primarias? Los socilistas andaluces tienen mucho que decir, ya que se posicionarán sobre el liderazgo de su partido que quiere asumir la responsable de de los pactos con el independentismo catalán. En verdad, el enfado de los militantes y cargos intermedios del socialismo andaluz con el pacto con Cataluña y con su exconsejera de Hacienda es monumental. El propio Juan Espadas, obligado a no criticarlo abiertamente, ya fue tibio al conocerse cuando advirtió que los andaluces no deben ser menos. Aunque poco después le dio un voto de confianza a la espera de las explicaciones de la cúpula federal de su partido. Pero estas no llegaron nunca y se resolvieron en el Congreso Federal con una declaración tan ambigua que todas las sensibilidades sobre la financiación autonómica tuvieron cabida.

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