“En tiempos de guerra, todos los días son lunes”. Frase de combate, de zona de operaciones. Y, ahora también, de pandemia. Ni Mali, ni Afganistán, ni Líbano: el mayor despliegue de las Fuerzas Armadas en las últimas décadas ha tenido lugar en suelo español. Al mismo tiempo, el coronavirus ha puesto en jaque los planes de Defensa en el exterior, con problemas para que los buques atraquen en los puertos y obligando a replegar a tropas de algunas de las misiones más relevantes. “Todos hemos podido cometer errores”, afirmaba Margarita Robles; llevaba la contraria a algunos de sus compañeros de Gobierno -Marlaska negó poco antes que hubiera motivos de los que “arrepentirse” en la gestión sanitaria-. Ministra con buena acogida en el grueso del Congreso... pero con adversarios políticos entre los pasillos de Moncloa.
“El Gobierno despliega al Ejército por las calles de España para luchar contra el coronavirus”. Con este titular, Vozpópuli informa de una intervención militar hasta hace poco impensable. Es 15 de marzo. Apenas una semana antes, el Ejecutivo no encontraba razones de peso para suspender encuentros multitudinarios, tales como eventos deportivos o manifestaciones -la del 8 de marzo tendrá un polémico recorrido en los tribunales-.
Desinfección, apoyo sanitario, vigilancia de infraestructuras; la Operación Balmis recibe el nombre de Francisco Javier Balmis, quien llevara la vacuna de la viruela a América a principios del siglo XIX. Los apoyos puntuales pronto se convierten en un despliegue exigente en todo el territorio español, incluidos Cataluña y País Vasco -éstos últimos no exentos de puntuales polémicas partidistas-. Las cifras de la misión: 98 días de actividad con un acumulado de casi 190.000 efectivos y 20.000 intervenciones en 2.000 localidades. También el traslado de toneladas de material sanitario desde Asia a España o la colaboración en el hospital de IFEMA, entre otros.
El desgaste es físico, pero más aún moral: los miembros de la UME alertan de la presencia de cadáveres en las residencias de ancianos, sumidero por el que se escurren cientos de vidas. También son los militares los que transportan cadáveres y los que acompañan a enfermos moribundos de coronavirus que no pueden despedirse de sus familias desde la cama de sus hospitales.
Problemas en misiones y reforma en Defensa
“Todos hemos podido cometer errores”, asevera Margarita Robles. Muchos lo comparan con las declaraciones de su compañero Fernando Grande-Marlaska de unos días atrás: “Este Gobierno no tiene ningún motivo para arrepentirse de nada”, aseveraba éste. No es el único punto en que difieren ambos ministerios. Defensa e Interior no logran desplegar las tan anunciadas patrullas mixtas de militares y policías o guardias civiles. Tampoco sale adelante la Operación Zendal para que los miembros de las Fuerzas Armadas apoyen a Sanidad en labores de cribado y test masivos a la población; aunque, en este caso, se asume que la cancelación del despliegue es una decisión ajena al departamento que dirige Margarita Robles.
Jaque a las misiones en el exterior. Este diario adelanta que buena parte de las tropas españolas en Irak se repliegan a causa del coronavirus. También se hará en Afganistán y en Mali. Los buques españoles desplegados en los océanos tienen severos problemas en el planeamiento de sus misiones: las restricciones que imponen en medio mundo obligan a modificar algunas de sus rutas y paradas de aprovisionamiento.
En esas, Margarita Robles cambia algunas de las piezas más importantes de su equipo. Su número dos, el secretario de Estado Ángel Olivares, se jubila. Y aparta al tres, el subsecretario Alejo de la Torre. Esperanza Casteleiro y Amparo Valcarce, respectivamente, ocuparán los puestos. Una cúpula ministerial compuesta por mujeres.
Los roces con Podemos
“No toca gastar en tanques”. Pablo Iglesias arremete contra los programas armamentísticos suscritos por Defensa: blindados 8x8 para el Ejército de Tierra; nuevos cazas y aviones entrenador para el Ejército del Aire; la continuación de los proyectos de submarinos y fragatas para la Armada. El líder de Podemos rechaza abiertamente la inversión pública en tiempos de pandemia. La ministra Robles le desdice -“algunos quizá hablan desde el desconocimiento”- y, a la hora de la verdad, logra un aumento del 10% de la inversión en armamento.
Cuando eres la ministra favorita de los poderes que quieren que gobierne el PP con VOX, quizá estés haciendo daño a tu gobierno.
Ser humilde es no dejarse adular por la derecha mediática.https://t.co/pGdH12RSSd
— Ione Belarra (@ionebelarra) November 20, 2020
Varios son los rifirrafes entre vicepresidente segundo y titular de Defensa. Son notorios en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, en la opinión que tienen sobre los medios de comunicación o en la gestión de las residencias en las Comunidades Autónomas durante la pandemia, así como en su visión sobre la Guardia Civil. La brecha entre ambos es sensible.
Podemos embiste -de manera directa o indirecta- contra Robles. “Cuando eres la ministra favorita de los poderes que quieren que gobierne el PP con VOX, quizá estés haciendo daño a tu gobierno”, reflexión de la diputada Ione Belarra en su cuenta de Twitter. El digital que dirige Dina Bousselham, apoyado públicamente por dirigentes de la formación morada, también la vincula con “la derecha”.
La "gran familia" militar
Y ese término “la derecha”, es el mismo que emplea Margarita Robles para desacreditar los movimientos que orbitan en torno a los militares en las últimas semanas: “No vamos a dejar que la extrema derecha se quede con nuestras Fuerzas Armadas ni con nuestros símbolos”. Reflexiones de la ministra de Defensa tras las polémicas cartas que antiguos mandos han enviado al Rey. También por el contenido del chat donde se hablaba de “fusilar” a 26 millones de españoles que ha terminado en manos de la Fiscalía.
La respuesta de Robles a todos estos episodios es contundente: “El único valor que mueve a las Fuerzas Armadas es la Constitución”. La ministra se siente cómoda en su puesto y -a pesar de ciertos rumores que hablan de un cambio de rumbo- prevé seguir al frente del departamento de Defensa durante los próximos años: ya habla de los militares como su “gran familia”. Su principal desgaste, por el momento, llega desde trincheras amigas.