El rebrote violento de los últimos días en el País Vasco y Navarra tiene su origen en algo mucho más profundo que la reivindicación de un preso. Es la expresión de puertas para fuera de una fractura en el entorno proetarra que se viene larvando en privado durante años, concretamente desde el fin de ETA. La izquierda 'abertzale' institucional que encabeza Arnaldo Otegi siempre ha optado por negar o minimizar el problema. Ahora, ese sector más radical toma fuerza ante los ojos de todos para evidenciar que el cierre de filas en torno a las vías políticas de hace una década fue mayoritario, pero no total.
Estos ataques a sedes de partidos, el acoso a políticos, la quema de cajeros o contenedores no son la antesala de un regreso a las pistolas. Al menos así lo creen, de momento, los expertos en la lucha antiterrorista que derrotaron operativamente a ETA. Los comunicados de la amalgama de marcas y plataformas que integran ese ala dura tampoco piden eso. Lo que denuncian es haber renunciado a exigencias históricas del movimiento como la amnistía completa para todos sus presos. Pero no solo eso. La cuestión carcelaria es la más visible, pero no la única.
Es también una crítica a las prisas con las que los herederos de Batasuna se incorporaron al sistema en su regreso a las instituciones de la mano de Sortu, uno de los partidos que hoy integra EH Bildu. Acusan a la formación que encabeza Otegi de centrarse demasiado en las clases medias mientras ellos practican un lenguaje ortodoxo, propio de manifiesto comunista y defensa del proletariado. Es una enmienda incluso al modelo de organización al haber pasado de las asambleas a los cuadros de partido tradicional. “Solo falta que pongan una cuota mensual”, ironizaban algunos al principio. Y la pusieron.
"Nos condena a que la situación se repita"
En los últimos tiempos ese sector minoritario ha ido ganando espacio en su pugna interna. La marca más representativa es ATA (Amnistía Ta Askatasuna). Nació en 2014 con el objetivo de agarrar la bandera de la defensa de los presos que a su juicio estaba abandonada. "Mientras las causas por las que surgió el conflicto en Euskal Herria sigan existiendo, no habrá solución real, tan sólo un parcheo que nos condena a que la situación se repita una y otra vez", decía su comunicado fundacional. Los reclusos más irredentos se han marchado del histórico EPPK (Colectivo de Presos de ETA) o han sido expulsados por acercarse a su rival interno.
Vozpópuli ha publicado algunas de las confidencias de Patxi Ruiz -el preso declarado en huelga de hambre que ha motivado el último rebrote violento- a su entorno desde la cárcel. En ellas se pone de relieve esa tensión interna que se libra bajo el radar de los medios de comunicación. Pasarse a ATA tiene consecuencias, desde dejar de recibir asignaciones a que tus familiares no puedan ir a visitarte en el autobús con el resto de familias pasando por que retiren de tu foto de la herriko taberna del pueblo.
En la órbita disidente han surgido plataformas nuevas como Jazarpenari bidea Itxi (Paremos el abuso policial), Gazte Kordinadora Sozialista o el sindicato Langile Autodefentsa Sarea, una alternativa al histórico LAB. En sus comunicados piden establecer un relato de “lucha y confrontación”. Otras organizaciones con más solera, también se han postulado del lado de este ala más radical como Ikasle Abetzalea, una referencia en el sector estudiantil, que rivaliza con Ernai, las juventudes de Sortu.
El año pasado celebraron su VII Congreso en Berriozar (Navarra) y de aquel encuentro salió una ponencia llamada Errainu (Rayo). Quienes han tenido acceso a ella afirman a este periódico que queda patente el alejamiento también de la izquierda abertzale oficialista. Lo mismo ha sucedido con los grupos ultras de fútbol, también afines a lo que representa ATA. El pasado diciembre organizaron un marcha hasta una cárcel francesa en solidaridad con los presos de ETA y estos la rechazaron al ver en ella un intento de ahondar en la división.
Origen de la fractura
Hay varios hitos que explican las heridas en un mundo tradicionalmente muy cohesionado. El primero es finales de 2009. ETA seguía mandando en todo su entorno a pesar de su debilidad fruto de los golpes policiales. Dirigentes de Batasuna, entonces ilegalizada, asumieron que si no saltaban de ese barco, se hundían con él. Y empezaron a esbozar un cambio de estrategia por pura supervivencia. Fueron fechas de declaraciones, escenificaciones, comunicados, mediadores internacionales y la colaboración de otros partidos como EA o Aralar abogando por las vías políticas.
Pero donde de verdad se jugó la batalla fue en las discusiones internas y las asambleas proetarras. Confrontaron dos ponencias: la titulada Zutik Euskal Herria (Euskal Herria en pie), promovida por Batasuna y Mugarri, defendida por ETA y EKIN, los guardianes de la ortodoxia etarra en todas las estructuras del entorno. Frente a la apuesta por las vías exclusivamente políticas, la banda proponía más muertos. De hecho, en 2010 asesinaron a un gendarme francés y buscaron nuevos escondites en Portugal. La sorpresa de aquellas asambleas fue que, por primera vez, los miembros de EKIN vieron que su postura era derrotada en cada reunión. Este comisariado político de ETA acabaría autodisolviéndose.
La cúpula de ETA interpretó esto como un desafío a su autoridad. Eran habituales los comunicados de la organización terrorista abroncando a su brazo político por osar a marcarles el ritmo. Pero las detenciones no cesaron y los pistoleros no tuvieron más remedio que aceptar la salida que le proporcionaron la mayoría de partidos vascos con el visto bueno del Gobierno en la declaración de Aiete en octubre de 2011. Varios líderes internacionales pidieron a ETA acabar con los asesinatos y pocos días después la banda declaró el cese definitivo de la violencia.
ETA, contra la disidencia
Ese proceso comenzó a vislumbrar reacciones críticas. La primera disidencia que llamó la atención se llamaba IBIL y la representaba un exmiembro de ETA llamado Fermín Sánchez Agurruza, de pasado discreto en la banda. Antes de eso, en Vizcaya ya había circulado el nombre de otra corriente llamada ELEKA, que aglutinaba a varios grupos de carácter comunista revolucionario. Ni IBIL ni ELEKA se afianzaron. Sánchez Agurruza fue detenido años después por la Guardia Civil por enfrentarse a los agentes tras ser sorprendido pegando carteles de una manifestación convocada por ATA.
La organización terrorista, ya convencida de la nueva estrategia, siempre reaccionó con dureza contra estos movimientos. "Quienes utilizan maliciosamente la memoria de los gudaris y los símbolos y las reivindicaciones históricas de la izquierda abertzale para dañar la actual estrategia y dividir el movimiento de liberación no cuentan con el apoyo de ETA. Es más, ETA considera esas actuaciones muy perjudiciales", advirtió la banda en un comunicado en 2014.
El diario abertzale Gara, siempre con buena información de los movimientos en ese mundo, nunca ha prestado excesiva atención a esta disidencia, que busca otras vías para difundir sus mensajes en portales de Internet como Lahaine, Boltxe o www.amnistiaaskatasuna.com, entre otros.
El aviso de Rufino Etxeberria
Prueba de las tensiones internas en ese mundo es que todavía en 2016 una de las voces más autorizadas del mundo batasuno Rufino Etxeberria tuvo que dar un toque de atención al frente de cárceles. En una intervención muy dura en Pamplona, instó a los presos de ETA a asumir los nuevos tiempos: “La caracterización actual de EPPK corresponde a otra época política. EPPK era uno de los principales exponentes de una estrategia ya superada, y ahora el colectivo de presos necesita otra caracterización, pues así lo exigen el cambio de estrategia y el nuevo tiempo político". Era su forma de insistir en que la amnistía ya no era una opción realista.
Actualmente quedan algo más de 200 presos en España y 30 en Francia. Cuando ETA decretó el cese de la violencia, había 700. Muchos de ellos eran viejos generales de la organización. En el año 2013, arrastrados por la presión desde fuera y al no recibir ninguna contraprestación por el fin de la violencia, anunciaron que aceptaban la legalidad penitenciaria. Esto quiere decir optar a beneficios y progresiones de grado. ETA siempre se lo había prohibido porque entendía que eso era propio de presos comunes, no de prisioneros políticos.
La situación en las cárceles
La realidad es que no ha sido hasta hace relativamente poco cuando lo han empezado a hacer de verdad. La disolución definitiva de ETA en 2018 les dejó sin ningún elemento de presión ante el Estado de cara a buscar una negociación. Antes intentaron buscar una solución general para todos, pero chocaban con la administración y los jueces, que imponían una revisión caso a caso al no reconocerles como colectivo. Los presos también pusieron límites como no colaborar con la justicia o mostrar el arrepentimiento que les exige la ley.
El Colectivo de Presos de ETA sometió la decisión de acogerse a beneficios penitenciarios. El 73% se mostró a favor. Eso quiere decir que al menos un 27% no estaba de acuerdo con el plan. En ese grupo caben desde presos que están ya desconectados de todo o ese sector disidente. Algunos presos lo han hecho público como Daniel Pastor, Aitor Cotano, Oskar Barreras, el propio Patxi Ruiz... Pero hay más.
La pelea es en todos los frentes y barrio por barrio, asamblea por asamblea. No es la primera vez que se reproducen episodios de violencia callejera. En marzo de 2017 hubo un rebrote igual o peor que el actual en pleno confinamiento por la pandemia. Lo que empezó como una pugna por ver quién reunía a más gente en sus respectivas convocatorias o guerras de carteles y pintadas, ha ido a más. Con unas elecciones a la vista, esta situación ha cogido a EH Bildu con el pie cambiado.
En su comparecencia de este jueves, Otegi se limitó a hablar del acuerdo con el Gobierno sobre derogar la reforma laboral, pero no hizo ninguna mención a ataques como el que sufrió en su casa la dirigente del PSE Idoia Mendia. Su partido se ha limitado a rechazar, pero se negó a condenarlos en una declaración conjunta con el resto de partidos. Desde ATA han aprovechado esta indefinición para volver a cargar contra su enemigo interno: “Sortu nos pide responsabilidad para tapar sus miserias. Por encima de todo, y más aún en estos duros momentos, hay que respetar la voluntad de Patxi, que ha dejado claro que las actitudes políticas de EH Bildu y Sortu no tienen su beneplácito”.