Entrevista

Gastrópoli

Kilómetro cero y vanguardia: cómo Andrés Castaño ha cambiado el panorama culinario de Lugo

El chef y Bea han demostrado que con pasión, trabajo y una cocina honesta, se puede conquistar incluso a los paladares más tradicionales

  • Andrés Castaño

Hace un año, Andrés Castaño y su pareja y directora del proyecto, Bea Novoa, decidieron abrir Ourizo en Lugo, un restaurante que prometía una cocina honesta, de kilómetro cero, con un equilibrio entre tradición y vanguardia. "Nunca es el momento adecuado para abrir un restaurante, es como tener un hijo", bromea Castaño. Pero la pasión por la gastronomía y el deseo de ofrecer algo diferente en la escena culinaria lucense les llevó a dar el paso.

Con una trayectoria en cocinas de renombre como Platea, Ramses o Robuchon, Andrés Castaño ha absorbido lo mejor de cada experiencia. "He tenido la suerte de trabajar con grandes chefs, como Aurelio Morales, de quien aprendí no solo técnicas culinarias, sino también gestión de equipos", explica. Esa formación se ha traducido en Ourizo, donde el chef no solo busca la excelencia en los platos, sino también en el ambiente y la experiencia del comensal.

El reto de conquistar a Lugo

Abrir un restaurante en Lugo, lejos del bullicio gastronómico de Madrid, no fue tarea fácil. "Los primeros meses fueron duros", admite Castaño. Ourizo se ubicó en un local que anteriormente era un bar de barrio, con clientes que esperaban encontrar el periódico del día y el partido de fútbol en la televisión. "Nos preguntaban por qué no poníamos el fútbol", recuerda con una sonrisa. Con paciencia y constancia, fueron ganándose a la clientela, que hoy en día entra al restaurante y confía plenamente en sus propuestas: "Ponme lo que quieras" es ahora una frase habitual entre sus comensales.

Ourizo se concibió inicialmente como un pequeño comedor para 20-25 personas, pero el local en el que finalmente se instalaron contaba con una gran barra. "Tuvimos que adaptarnos y crear una carta más canalla para la barra", explica Castaño. Hoy en día, la combinación de un comedor acogedor y una barra más desenfadada permite atraer tanto a quienes buscan una experiencia gastronómica más pausada como a los que quieren disfrutar de una cena más informal. 

Restaurante Ourizo

En la barra, triunfan platos como las hamburguesas o los tacos, mientras que en el comedor se mantiene una carta cuidada, con platos que han ganado el corazón de los clientes. "Nuestros clásicos son los platos que la gente pide una y otra vez. Como el arroz de erizos con calabaza y queso Shropshire", detalla el chef.

En cuanto a la carta, cuentan con platos como el steak tartar de picaña madurada de 120 días, la ensaladilla de pulpo ahumado y zanahoria asada, tartar de vieira con caldo gallego y codium, rodaballo salvaje con meunière cítira y espagueti de mar; y en platos de la tierra, cuentan con callos; mollejas de ternera mayor con lyo, pepitoria y azafrán; carrillera de vaca, beurre blanc y boniato y su postre estrella, el coulant de tarta de santiago, con almendra laminada tostada y helado. 

En cuanto al nombre, Ourizo guarda un significado especial para el chef. Además de su "obsesión" por los erizos de mar, hace referencia al animal y a su apellido 'Castaño', relacionándose con los árboles que producen las castañas, en los cuales crecen  "erizos" antes de obtenerse el fruto seco de su interior.

El alma de Ourizo: producto gallego y cocina honesta

Castaño tiene claro que Galicia ofrece una ventaja indiscutible: "Tenemos una carne, un pescado y una huerta espectaculares". En Ourizo, trabajan con pequeños productores locales, reforzando la identidad del restaurante y su apuesta por el kilómetro cero. "Nos interesa crecer juntos con nuestros proveedores", explica. Esa filosofía se traduce en platos donde el producto es el protagonista, con una elaboración que respeta su esencia, pero aporta un toque innovador.

Ourizo

La selección de vinos en Ourizo es otro pilar fundamental. Desde el primer día, han apostado por bodegas gallegas como Attis y Viña Somoza. "Los conocimos a través de amigos y desde el principio encajamos perfectamente", dice Castaño. Para celebrar el aniversario, prepararon una experiencia especial: "Cada bodega explicó el vino de la otra, para darle un giro divertido y didáctico al maridaje".

El mayor logro, la confianza de los clientes

La evolución de Ourizo ha sido constante. "Este primer año ha sido sobre todo un aprendizaje de gestión", admite el chef. "Por mucho que nos guste cocinar, detrás hay que pagar facturas, sueldos y alquiler". A pesar de las dificultades, Castaño y Bea han conseguido consolidar un proyecto que cada vez tiene más adeptos. "El mayor logro ha sido ganarnos la confianza de los clientes", afirma.

Aunque de momento su prioridad es seguir creciendo en Lugo, Andrés no descarta llevar Ourizo a Madrid en el futuro. "Nos encantaría volver a Madrid con un pequeño Ourizo, creo que podría funcionar muy bien", comenta. De momento, el objetivo es seguir innovando, manteniendo la esencia del restaurante y ofreciendo nuevas experiencias gastronómicas a su clientela.

Con un primer aniversario cargado de celebraciones y una clientela cada vez más fiel, Ourizo se consolida como una de las propuestas gastronómicas más interesantes de Lugo. Andrés Castaño y Bea han demostrado que con pasión, trabajo y una cocina honesta, se puede conquistar incluso a los paladares más tradicionales.

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