Historia

De Galdós a Aramburu, de 1808 a ETA: ¿Cómo las novelas han contado la historia de España?

El historiador Jordi Canal publica 'Contar España', un fascinante viaje a la España contemporánea a través de 12 novelas

  • Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, de Francisco de Goya.

Solo podía ser un experto en el carlismo, esa performance política que resulta gasolina para cualquier ficción, la persona capaz de abordar este excelente ensayo sobre la novelística y la historia llamado Contar España (Ladera Norte, 2024). A través de 12 obras de ficción, así, Jordi Canal (Olot, 1964) hace un repaso de un país asediado por las contradicciones y también por unos tipos humanos tan excesivos como fascinantes.

Pregunta. ¿De dónde surge este libro? ¿Incidió el editor de 'La Aventura de la Historia' en la elección de las novelas?

Respuesta. No, era una vieja idea que yo tenía. Lo que no tenía muy claro era cómo materializarla. Y se me ocurrió que, al ser colaborador de esta revista, quizá sería una buena manera de publicar una serie de doce textos.

P. ¿Por qué no has empezado en la edad moderna? Muchos echarán de menos los clásicos barrocos

R. Y, de hecho, yo quería insistir mucho en lo que significaba la novela para el conocimiento de la sociedad contemporánea. Y yéndome más atrás, yo creo que debería haber planteado las cosas no solamente en la novela, sino posiblemente introducir también el teatro. Bueno, recuerdo que en una conversación sobre esos temas que tuve hace tiempo con el historiador francés Roger Chartier. Chartier me decía que, para un modernista como él, lo que yo intentaba hacer con las novelas, él lo veía mucho más con el teatro. Y quizás sí, tenía razón.

P. Chartier tiene cierta razón porque evidentemente a través de Moratín tienes media España de finales del siglo XVIII.

R. Sí, sí, pero bueno, con eso abrirías otro frente, yo creo, si te vas hacia el XVIII y si te vas todavía más hacia el XVII y el XVI. Y, de hecho, yo quería partir de una fecha simbólica importante como es 1808. Y de ahí la elección de la primera, Galdós y Episodios Nacionales, en el inicio del libro.

P. Viendo la elección de novelas, Paz en la Guerra por ejemplo, veo una necesidad de evitar piezas muy sesgadas ¿me equivoco? ¿Buscabas que representaran a todos los bandos?

R. Evidentemente hay que evitar esas cosas tan sesgadas porque no es lo que yo estaba buscando. Yo lo que buscaba en las novelas era intentar conocer cómo los hombres y mujeres del pasado actuaban, se posicionaban. Y en ese sentido, en el momento de conflictos como la guerra civil en el siglo XIX o la guerra civil en el siglo XX preferí posiciones un poquito más moderadas en ese sentido como eran las de Unamuno por un lado o las de Gironella por otro.

P. ¿No es el carlismo el movimiento más literario de la historia de España? Entre Conrad, Valle-Inclán o Unamuno, se ha creado un imaginario casi propio de Tolkien

R. Sí, habría que añadir Baroja también y algunos otros, pero realmente es un fenómeno que dio mucho para el tema de la literatura. No sé si el que más, porque la guerra civil del siglo XX de 1936-39 ha dado y sigue dando todavía para mucha. Pero sí, es uno de esos fenómenos que se puede ver o se podría situar en un marco prácticamente europeo y como reflexión sobre un conflicto civil y que ha dado más obras que las guerras de la Vandea en Francia o algunas del “Risorgimento” en Italia.

P. La Vandée en la revolución francesa apenas dura tres años, mientras que el carlismo supera el siglo en duración. De hecho, los carlistas participan en la guerra civil española y es la única que ganan…

R. Y, de hecho, eso les acaba de alguna manera condenando a la casi desaparición. Porque una vez han ganado la guerra, las razones que les habían impulsado a levantarse desde los años 30 del siglo XIX terminan. Han ganado y eso, evidentemente, provoca un debilitamiento del movimiento y mucha gente deja de ser carlista militante, aunque continúe siendo carlista histórica. Eso lleva al mismo tiempo a una escisión o escisiones múltiples y un alejamiento luego del franquismo por considerarse no bien recompensados precisamente por esa victoria.

P. La legislación franquista general, de hecho, se llamaba foro y no constitución bajo inspiración de los teóricos reaccionarios de la carlistada

R. Estoy totalmente de acuerdo, aunque el carlismo en origen no es totalmente foralista: se convierte a los fueros entre la primera guerra carlista y la segunda. De hecho, el franquismo mantiene esos privilegios. Y no solo este régimen ya que de alguna manera el cupo vasco actual tiene que ver también con esos privilegios; son viejos privilegios leídos ahora en clave autonomista.

P. Me encanta tu vindicación de Pequeñeces; pieza moralista contra la aristocracia corrupta de la Restauración ¿No podría ser vista esta novela como La edad de la inocencia española? Es un excelente libro de costumbres

R. Lo que ocurre es que, claro, al ser una pieza muy de época hay que intentar no verla anacrónicamente. Y eso quizás costaría para un lector actual, lo cual explica solo muy parcialmente porque no se lee. Creo que la razón básica tiene que ver con que es una novela católica, identificada como mucho de lo católico con el franquismo, aunque no tenga nada que ver, y en definitiva fuera del canon.

P. ¿No crees que duele la ausencia de Valle-Inclán en la selección de obras literarias? Luces de Bohemia sigue siendo válida ahora para la cultura española y muchos de sus tipos son reconocibles

R. Sí, ese es uno de los problemas mayores cuando uno se plantea que solo puede haber en este caso doce novelas. Lo tuve que hacer sobre todo para el momento de finales del XIX a principios del XX: realicé una selección muy drástica y dejé fuera autores que son grandes, pero no era posible meterlos si el libro quería estar equilibrado.

P. La llamada edad de plata…

R. Evidentemente, está Galdós, pero solo con una sola novela y posiblemente podría haber estado “Clarín”, el cual me costó mucho no colocarlo (incluso José María Pereda). En ese sentido, Valle-Inclán sería otro autor: podría haber cubierto parte del carlismo y sus guerras civiles con él. Pero, al final, me quedé con Unamuno. 

P. Me sorprenden algunas elecciones del siglo XX como Imán o Los cipreses creen en Dios ¿Querías reivindicar estas novelas olvidadas?

P. Bueno, el caso de “Los Cipreses…” yo creo que es una novela muy olvidada, aunque no es una obra de extraordinaria calidad literaria. Con todo, tiene dos cosas interesantes: la primera es la experiencia del propio autor, que consigue trasladar a las páginas del libro, y luego la otra que es importante sociológicamente e históricamente ya que fue un “best seller”.

P. De hecho, Gironella -que fue el escritor más importante de Girona, más famoso que Pla- está totalmente olvidado y es despreciado como prosista pedestre

R. Claro y, de hecho, sin Gironella yo creo que la editorial Planeta, la empresa actual, no existiría. Esta se construye en la dupla Lara – Gironella. Tiene sentido, en esa manera, colocarla ahí y hacer justicia sobre su importancia social. Gironella, también, es de los primeros que plantean una idea que luego va a ser retomada desde muchos sectores que es aquella de la reconciliación nacional.

P. Es cierto eso: tanto las obras de Barea como Foxá contemporáneas sobre la guerra civil son piezas de propaganda, no aceptan al otro.

R. Y déjame hablar sobre Imán, ya que no es el mismo caso y juzgo que es una novela espectacular…

P. Es violentísima en comparación las vivencias de Barea en La Forja de un Rebelde

R. Es una novela que también hay que situarla en su momento: pertenece a un momento de radicalización de Sender, el cual regresa de su paso por el norte de África muy impactado. De hecho, él dice en un momento determinado que su paso por África lo radicalizó. Es una gran novela, infravalorada desde mi punto de vista en el canon. Fue tan violenta como ese momento histórico.

P. En los periódicos de inicios del siglo XX, de hecho, el apelativo “conocido africanista” era casi equivalente a tipo violento o con problemas mentales. La guerra del Riff era durísima…

R. Lo que cuenta Sender es literalmente una auténtica caza al hombre en la estampida de los soldados españoles. Muchos de ellos habían sido reclutados por ser pobres y el protagonista es un tipo que nunca ha salido de su pueblo. Evidentemente, todo eso lo desubica absolutamente en ese marco violento del norte de África en la época de Abd el-Krim.

P. ¿No crees que faltan obras del mundo colonial español del siglo XIX? Los hechos que narran Sender o Barea son brutales, es un contexto potente para la ficción

R. No hay mucho y una de las más interesantes es Aita Tettauen, otro Episodio Nacional de Galdós, y hablo de ella en el libro. Está muy marcada, también, por lo que significa el 98 y es un Galdós que se ha hecho republicano, contra la restauración y que se acerca a los socialistas. Aplica a ese conflicto dos visiones: la del colonizador y la del colonizado, lo cual es muy moderno.

P. Háblame un poco de Max Aub, ¿No crees que se le entiende mejor ahora que en el tardofranquismo? Se le ha ignorado por poco castizo y ser bastante independiente del partido en el antifranquismo

R. Sí, bueno, Aub era un socialista y tuvo contactos con los comunistas sobre todo en la república y la guerra civil. Él siempre se definió como un socialista…

P. Pero La gallina ciega, las memorias de su vuelta, es uno de los pocos testimonios del exilio donde hay dudas y culpa. Por eso fascina su lectura

R. Sí, eso por una parte, y por la otra, yo creo que son unas memorias fantásticas para entender que los exiliados españoles se quedaron anclados en el tiempo. Es decir, fueron incapaces de pensar que la España que habían perdido, por decirlo de alguna forma, iba a evolucionar hacia otros lugares. Cuando Max Aub en La gallina ciega cuenta como llora ahí en un árbol porque nadie le pregunta lo que hicieron, porque nadie le reconoce lo que hicieron en la guerra civil es realmente impresionante. Max Aub, además, me parece un autor tremendamente original...

P. No tuvo escuela, de hecho, en España

R. Quizás fue demasiado prolífico a veces, pero es un tipo además con una inventiva y una capacidad de imaginación espectacular.

P. Juega bien con el simbolismo

Sí, tiene piezas como el El manuscrito cuervo o La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco que me parecen realmente textos increíbles.

P. Solo veo parecidos antes con Blanco White en esa visión de España desde fuera. Carecen los dos del odio cainita del país.

R. No, lo que ocurre es que, bueno, Blanco White a nivel literario no es un escritor de primera fila, a diferencia de Aub.

P. ¿No es admirable la labor de crónica de Jorge Semprún en novelas y novelas? Ha hecho casi una novela larga del antifranquismo del siglo XX, un tanto oculta por el odio del viejo comunismo al expulsado

Bueno, yo creo que Semprún es el autor español más universal, por eso está en este libro. Es universal no en el sentido de ser leído, sino de tener en la cabeza lo que está pasando por el mundo: ubica España en el contexto internacional. Es una persona que vivió directamente las dos grandes tragedias del siglo XX, comunismo y nazismo, y lo supo convertir en literatura. Y todo desde una mirada autobiográfica.

Textos como los de Federico Sánchez -su pseudónimo en el antifranquismo- La escritura o la vida o Aquel domingo son hitos de la literatura española y más allá. De hecho, escogí Veinte años y un día de él porque la escribió en castellano, en lugar de francés como era habitual. 

P. ¿No crees que el libro de Cercas del 23F abusa de la literatura cuando no tiene una fuente bibliográfica? Sus perfiles de los políticos en el hemiciclo son bastante inocentones, de hecho…

R. Bueno, sí. Pero, también, resultan literariamente y creo que Anatomía de un instante es la gran obra de Cercas además que sirve para entender muchas cosas de la transición y el 23F. Es una novela compleja: muchos historiadores les gustó como libro de historia y otros la odiaron (quizá como si les hiciera un poquito de competencia).

P. En descargo de Cercas, tampoco es que tuviera acceso, como todos, a fuentes directas del 23F. Pero no deja de ser una “no ficción”, siguiendo a Arcadi Espada. Además, ese final moralista…

R. Pero eso o es ser muy crítico o no entender el juego híbrido de Cercas. Él habla de historia y de hechos reales, pero desde la novela. Este género le permite determinadas licencias que en un libro de historia no se podrían tener.

P. ¿A qué se debe el éxito tardío de Chirbes y sus crónicas / novelas? ¿A su crítica al felipismo? Mimoun era ya brillante develando a gente como Goytisolo…

R. Hasta Crematorio Chirbes es un autor de minorías que no es fácil de leer. Sus posiciones tanto literarias como políticas, que en este caso van juntas, le ubica en una cierta marginalidad…

P. No era amigo de Juan Cruz…

R. (Risas) Bueno, no era amigo de mucha gente, digamos. Era un tipo que iba a la suyo, con amistades sólidas, pero no era una persona de gran trato. Era severo consigo mismo y con los demás (los diarios, en este sentido, son espectaculares). Ahora, en Crematorio consigue hacer un texto más legible para un público amplio que algunas de sus novelas anteriores. Toca un tema que estaba en el aire y prolonga ese éxito con En la orilla…

P. Y, la última pregunta, ¿No hay una novela que inmortalice el tiempo del 15M? ¿Quizá Lectura Fácil de Cristina Morales?

R. Ahí tuve que elegir cómo cubrir la primera etapa del siglo XXI y Patria me permitía tratar un tema que yo creo que es fundamental en la historia de España que es el del terrorismo y sus bases nacionalistas. Era una buena novela, aunque la mejor obra del tema por Aramburu es Los peces de la amargura, y fue muy leído y visto gracias a la serie de televisión. Permitió que las víctimas no fueran invisibilizadas.

P. Es interesante lo que dices: la novelística de Bernardo Atxaga tiene apenas víctimas de ETA en sus libros

R. Por eso Aramburu es muy a destacar porque coloca a las víctimas en un primer plano. Para terminar, yo creo que el 15M y otros momentos recientes todavía no tienen su gran novela.

 

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