Entrevista

Historia

Roberto Muñoz Bolaños, sobre las 13 Rosas: "El termino correcto sería 'guerrilleras'"

El historiador publica ‘Las 13 Rosas. La verdad tras el mito’, donde aborda este episodio tan capitalizado por la izquierda española

  • Homenaje a las 13 rosas, una de las fábulas políticas más engañosas de -

Casi un cuarto de siglo llevamos a cuestas ya con la Memoria Histórica, un proyecto del progresismo español para estigmatizar a sus adversarios políticos. Uno de sus mayores mitos es la tragedia de unas jóvenes que, tras terminar la guerra, fueron fusiladas en las tapias del cementerio del Este de Madrid (junto a otros 43 compañeros comunistas). El historiador Roberto Muñoz Bolaños desmonta el relato en Las 13 Rosas. La verdad tras el mito (Espasa), un libro que destaca por su rigor y detalle documental. Bolaños ofrece un análisis exhaustivo de la actividad política de las 13 Rosas, su detención y se ejecución, así como los diversos ensayos, novelas y películas sobre estas mujeres.

Pregunta. Su libro contiene una narración histórica detallada de las actividades, juicio y condena de las llamadas 13 Rosas (sin excluir la crueldad de la represión franquista). Más allá de este episodio, ¿cree que circulan muchas falsedades históricas sobre nuestra Guerra Civil?
Respuesta. Como en todos los conflictos armados, en el caso de la Guerra Civil española existen muchos lugares comunes que carecen de veracidad. Entre las más significativas, podemos citar las siguientes: la sublevación del 17 de julio de 1937 se adelantó a una revolución comunista que ya estaba preparada, justificación que no se ajusta a la verdad histórica; el bando rebelde era de ideología fascista, cuando el componente de esta ideología era minoritario en 1936; la represión en la zona republicana se hizo “desde abajo” y “en caliente”, cuando las obras de Fernando del Rey y de Julius Ruiz demuestran el carácter planificado de esta dinámica en numerosas localidades y casos; la zona republicana se convirtió en zona roja o Comunista durante el conflicto, cuando por el contrario el resto de las organizaciones políticas del Frente Popular siguieron activas y en marzo de 1939 se rebelaron contra el Gobierno de Juan Negrín, apoyado por los comunistas, y lo derrocaron, etcétera.

P. El texto demuestra que las 13 Rosas no eran activistas pacíficas, ni se limitaban a repartir propaganda de la JSU (Juventudes Socialistas Unidas), sino que participaban en acciones de guerrilla urbana, que podemos llamar terroristas, escondiendo y proporcionando armas.  ¿Que un político o una ley omitan este detalle es falsificar la historia?
R. El termino correcto sería “guerrilleras”. En ninguna página de mi obra aparece la palabra “terroristas”. El hecho de que algunas personalidades públicas omitan la verdadera actividad de estas militantes comunistas en sus declaraciones es consecuencia de su ignorancia de su trayectoria pública, más que de un deseo de falsificar la historia. En relación con las leyes de memoria histórica, en ninguno de estos textos legales se hace una referencia explícita a las 13 Rosas.  
 
P. Frente al retrato heroico hecho por la izquierda, las 13 Rosas terminaron siendo confidentes policiales, traicionando a sus compañeras. Es una reacción humana pero que se hurta en los relatos oficiales. ¿La memoria histórica progresista solo puede sobrevivir con estereotipos maniqueos? ¿Cuál cree que debe ser la participación de los políticos en el debate histórico?
R. Las declaraciones originales de las 13 Rosas y la Rosa 14, tanto ante la policía como la indagatoria realizada frente al juez instructor nunca han sido recogidas en las obras que estudiaron a estas militantes comunistas. Por tanto, existe un desconocimiento completo de su contenido tanto en el ámbito político como en la opinión pública. No obstante, no todas mantuvieron la misma actitud en sus testimonios judiciales y más que actuar como confidentes —esa función la cumplieron otras militantes comunistas que precisamente no fueron juzgadas en el mismo consejo de guerra—, lo que hicieron fue denunciar a otros comunistas en sus declaraciones. Esa actitud también la tuvieron sus compañeros masculinos y puede explicarse en función del miedo y del deseo de salvar la vida. En relación con la Memoria Histórica, se trata siempre de una construcción subjetiva, articulada sobre sentimientos y emociones, donde la Historia como conocimiento científico y académico tiene un peso relativo. De ahí que se apoye en mitos, más que en hechos, y esos mitos deben ser “limpios”, lo que supone eliminar cualquier acontecimiento que pueda ensombrecerlos. Finalmente, considero que los políticos no deben participar en el debate histórico, como tampoco en ningún debate relacionado con un conocimiento científico.     

La guerra, cualquier guerra, es sinónimo de caos

P. Usted señala que el interés por la Memoria Histórica comienza con la mayoría absoluta de Aznar en 2000, cuando la izquierda necesita munición simbólica para volver a relacionar a la derecha con la dictadura. ¿Quiénes y cómo inician esta batalla cultural? ¿Cree que ha sido un éxito?
R. Desde la llegada de Adolfo Suárez a la Presidencia del Gobierno, y más concretamente desde la celebración de las primeras elecciones generales en 1977 y la aprobación de la Constitución al año siguiente, siempre existieron sectores en la izquierda que rechazaron el proceso de cambio político porque no se había llevado a cabo un “ajuste de cuentas” con la dictadura. En este sentido, fueron incapaces de comprender que lo que ellos llamaban el “pacto de silencio” sobre el que se articuló el consenso que hizo posible la transición a la democracia, fue realmente un “perdón colectivo” que permitió superar las diferencias existentes para construir un nuevo país. En el año 2000 estos sectores achacaron la victoria por mayoría absoluta de José María Aznar precisamente a ese “pacto”, que había permitido “blanquear” a los supuestos herederos del franquismo. Para romper esta dinámica, decidieron entonces resucitar el pasado con el objetivo no solo de exhumar los cadáveres de las víctimas de la dictadura y mostrar el carácter criminal de este régimen, sino también de vincular la derecha democrática con el franquismo. Así surgió la Asociación para la Recuperación de la Memoria Democrática en diciembre de ese año. Transcurridos 25 años podemos decir que estos sectores, minoritarios en los años 70 y 80 del siglo XX tanto en el PSOE como en el PCE, han logrado su objetivo, no solo porque se ha incrementado las posiciones críticas sobre la Transición en el seno de la sociedad española, sino sobre todo porque se ha polarizado la opinión pública y ha desaparecido el consenso que hizo posible el establecimiento de un sistema democrático en nuestro país.         

P. El libro contiene una revelación descolocante: el asesinato fortuito del comandante franquista Isaac Gabaldón por parte de tres guerrilleros del PCE. ¿Nuestra Guerra Civil fue más anárquica y descontrolada de lo que imaginamos?
R. Ese asesinato fortuito, para hacerse con un coche, desencadena la persecución feroz de las 13 Rosas…La guerra, cualquier guerra, es sinónimo de caos. En este sentido, la Guerra Civil española no se distingue de otras y, en todo caso, no fue tan cruel, por ejemplo, como el segundo conflicto mundial. La muerte del comandante Gabaldón, su hija y su chofer, no desencadenó como tal la persecución de las 13 Rosas y sus compañeros de las JSU y el PCE porque ya estaban encarcelados, pero fue clave en su condena a muerte.

P. Usted se posiciona más cerca de las leyes de concordia que las de memoria histórica, ya que considera imposible sintetizar una versión de los hechos satisfactoria para todos. Cita a José Álvarez Junco y su aspiración a una memoria más “inclusiva” y “reconciliadora”, a lo que usted añade que más documentada. ¿Cómo de lejos estamos de ese ideal en 2025?
R. Estamos muy lejos porque la polarización política invade todos los sectores de la sociedad. Mientras no seamos capaces de recuperar el consenso, será difícil que se pueda alcanzar la aspiración de Álvarez Junco. 

P. Menciona las falsedades y “ambigüedades calculadas” de la película de Emilio Martínez-Lazaro y también de alguna letra de grupos de rock (Barricada, Vinos Chueca) sobre las 13 Rosas. ¿Cree que pesa más la ignorancia o que existe una intención de falsificar la historia de manera militante?
R. La película de Emilio Martínez-Lázaro se construyó a partir de las obras publicadas y de los testimonios orales de antiguas compañeras de las 13 Rosas que habían contribuido a crear su mito. Por tanto, las omisiones e inexactitudes que aparecen en este largometraje son consecuencia de las fuentes utilizadas para escribir su guion. Respecto a las canciones que han escrito diferentes grupos sobre el tema, la característica común es que lo han hecho a partir del mito público creado sobre estas militantes comunistas por la Memoria Histórica, y no como resultado de una investigación histórica exhaustiva. Por tanto, presentan todas las limitaciones de esta construcción memorialista.  

 

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