La promesa del líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia de presentarse en Caracas el 10 de enero para asumir el cargo de presidente, en desafío directo al régimen de Nicolás Maduro, enfrenta un manto de dudas. La creciente represión en Venezuela, la desaparición de allegados a González y la falta de una estrategia logística clara para su retorno siembran interrogantes sobre la posibilidad real de que cumpla su palabra.
El gobierno de España, uno de los aliados internacionales de González, expresó en las últimas horas sus escepticismos sobre el plan del líder opositor. “No hay ningún elemento que nos haga pensar que González esté preparando un viaje para ir a Caracas el día 10”, afirmaron fuentes del Ejecutivo español, desmintiendo además haber recibido solicitudes de apoyo logístico por parte de su equipo. En septiembre pasado, un avión de la Fuerza Aérea Española facilitó su traslado desde Caracas a Madrid, pero en esta ocasión, no se ha producido una petición similar.
Desde el entorno del líder venezolano, se asegura que su entrada al país sigue en pie, aunque no se han divulgado detalles sobre cómo se efectuará. Sin embargo, expertos coinciden en que el regreso de González depende de la colaboración de una potencia extranjera, algo que, según el gobierno español, no se ha confirmado.
Clima de represión y amenazas
La militarización de Caracas y la activación del Órgano de Dirección de Defensa Integral (ODDI) por parte del régimen de Maduro han incrementado los temores de una posible detención de González si logra ingresar al país. En las últimas semanas, las fuerzas de seguridad chavistas han intensificado los operativos contra opositores, incluyendo la detención de varios activistas. Entre los casos más preocupantes está la desaparición de Rafael Tudares, yerno de González, quien fue secuestrado en Caracas mientras llevaba a sus hijos al colegio. A día de hoy, no se tienen noticias de su paradero.
Maduro ha reforzado el discurso de criminalización de González, calificándolo como “exagente de la CIA” y “mercenario”. Diosdado Cabello, número dos del chavismo, declaró públicamente que el líder opositor “no se atreverá a pasar de la palabra a los hechos” y amenazó con detenerlo si pisa territorio venezolano.
En los días previos, González ha recorrido varias naciones para consolidar respaldos internacionales. Su agenda incluyó reuniones con el presidente estadounidense Joe Biden en la Casa Blanca, donde recibió el reconocimiento explícito como presidente electo de Venezuela. En un comunicado oficial, Biden reiteró su apoyo a la transición democrática y condenó la represión del régimen de Maduro.
González también mantuvo encuentros con nueve expresidentes latinoamericanos, quienes expresaron su disposición a acompañarlo en su retorno a Venezuela. Sin embargo, esta estrategia ha sido duramente criticada por el oficialismo, que anunció medidas estrictas en los puntos de entrada al país para “someter a la justicia” a cualquier figura opositora.
El respaldo internacional ha sido clave para la legitimidad de González, pero también ha generado tensiones dentro de los gobiernos que lo apoyan. España, por ejemplo, mantiene una posición equidistante, sin reconocer formalmente a González como presidente, en línea con la postura de la Unión Europea. Desde el Ministerio de Exteriores español se insiste en que los resultados de las elecciones presidenciales de julio son cuestionables en ambos bandos, considerando insuficientes las actas presentadas por la oposición.
Un desafío logístico
El regreso de González no solo implica riesgos políticos, sino también logísticos. Entrar a Venezuela sin el apoyo explícito de un gobierno extranjero complica considerablemente su llegada. Según fuentes del gobierno español, “esto no funciona con subirse a un avión; necesita cobertura y coordinación”. Además, se especula que su retorno podría frustrarse debido a la intensa vigilancia en los aeropuertos venezolanos y la capacidad del régimen de interceptar vuelos sospechosos.
Cabello llegó a declarar que su partido instaló una “oficina de control” en el principal aeropuerto de Caracas para interceptar a cualquier figura opositora que intente ingresar al país. Esto refuerza la percepción de que González no cuenta con las condiciones necesarias para regresar sin enfrentar una detención inmediata.
La estrategia de la oposición
Mientras tanto, en Venezuela, la líder opositora María Corina Machado ha anunciado que saldrá de la clandestinidad el 9 de enero, convocando a los ciudadanos a una movilización masiva contra el régimen de Maduro. Machado, quien lleva meses evadiendo el arresto, calificó la jornada como “histórica” y exhortó a las Fuerzas Armadas a desconocer al gobierno chavista.
Sin embargo, los llamados de la oposición enfrentan un contexto de miedo generalizado y represión creciente. El régimen de Maduro ha movilizado a más de 1.200 efectivos adicionales en Caracas para contener las protestas y garantizar su investidura el 10 de enero.
La posición internacional sobre la crisis venezolana sigue siendo ambigua. Aunque muchos países reconocen a González como presidente electo, la falta de una acción coordinada para respaldarlo efectivamente ha debilitado su capacidad de tomar medidas concretas. En Estados Unidos, la reunión de González con Biden fue vista como un gesto significativo, pero también como un recordatorio de las limitaciones en el ámbito diplomático.
En el Congreso estadounidense, González recibió un fuerte respaldo bipartidista, con líderes republicanos y demócratas comprometidos en aumentar la presión sobre Maduro. Sin embargo, figuras como el senador Bernie Moreno expresaron dudas sobre el enfoque de Donald Trump hacia Venezuela en un posible nuevo mandato, generando incertidumbre sobre el futuro de la política estadounidense en la región.
El 10 de enero, una incógnita
Con el 10 de enero a la vuelta de la esquina, la promesa de González de estar en Caracas para asumir la presidencia se percibe cada vez más como una apuesta arriesgada. La ausencia de un plan logístico claro, el clima de represión en el país y la militarización de los puntos estratégicos generan dudas incluso entre sus aliados más cercanos.
En palabras de González: “El pueblo venezolano merece que su voluntad sea respetada”. Sin embargo, la pregunta que resuena en todos los círculos políticos es si realmente podrá cumplir su compromiso.
buzondecorreos23
09/01/2025 10:38
Si los venezolanos no se lanzan a la calle a luchar por su libertad merecerán seguir viviendo bajo la bota del analfabeto y criminal Maduro durante muchos, muchos años más.