El Parlamento luso dio este viernes el visto bueno a los Presupuestos para 2014 en su fase inicial, documento que recoge profundos recortes del gasto público y que es defendido por el Ejecutivo como un antídoto para acabar con la "pesadilla" del rescate. Portugal, que atraviesa la peor crisis de su historia reciente y se encuentra bajo la asistencia financiera internacional desde 2011, vio cómo la coalición conservadora en el Gobierno aprobaba su proyecto justo en el día de Todos los Santos, uno de los festivos que, víctima de la austeridad, ya desapareció del calendario.
Mientras los diputados discutían y aprobaban los Presupuestos, fuera, a escasos metros de la escalinata que da acceso a la Cámara, miles de portugueses convocados por el principal sindicato luso se concentraban en rechazo a los ajustes, parapetados tras pancartas en las que se repetía la palabra "delincuentes".
La Cámara volvió a reflejar la evidente división política que vive el país, con los conservadores lusos convencidos de que su proyecto ayudará a convencer a los inversores de que pueden confiar en Portugal y con la oposición de izquierdas centrada en los efectos recesivos de nuevos recortes.
Los Presupuestos para 2014, que no serán sometidos a la votación definitiva hasta finales de mes -una vez debatidas las enmiendas que plantee cada partido-, recogen medidas dirigidas a conseguir un ahorro en las cuentas públicas de 3.900 millones de euros.
Las rebajas en el salario y las pensiones de los trabajadores públicos son la medida más polémica que incluye el documento, que también consagra una elevada presión fiscal al no aliviar la subida de impuestos aprobada para 2013 y que se mantendrá el próximo ejercicio.
El Gobierno portugués, liderado por el primer ministro, Pedro Passos Coelho, considera que no hay otra vía para que Portugal logre reducir su déficit público hasta el 4 % en 2014, como le exige la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), que declinó su petición de volver a flexibilizar estos objetivos para disponer de más tiempo.
Argumenta, asimismo, que gracias a estas medidas los inversores tendrán más confianza en el grado de compromiso mostrado por el país para reformar su economía, lo que podría ayudar a que pidiesen menos intereses para comprar su deuda, una condición imprescindible para no necesitar de un segundo rescate una vez deje de recibir la ayuda internacional, en junio de 2014.
El "número dos" del Ejecutivo luso, Paulo Portas, recordó en el Parlamento que estos serán los últimos Presupuestos aprobados con el país bajo control de la troika lo que, en su opinión, pondrá fin "a la pesadilla del rescate". "Portugal es un país internado en cuidados intensivos", continuó el viceprimer ministro portugués quien comparó la pérdida de autonomía aparejada a la firma del rescate, en mayo de 2011, con la invasión de España en el siglo XVI y la unificación de ambos reinos entre 1580 y 1640.
Desde la izquierda, sin embargo, se acusa al Ejecutivo conservador de ceder sin oposición a los planteamientos de los organismos internacionales.
Hoy mismo, el líder del principal partido de la oposición, el socialista António Jose Seguro, insistió en que el primer ministro luso "engañó sin recato alguno a los portugueses para conseguir sus votos" en los comicios legislativos de 2011.
"Passos Coelho prometió no aumentar los impuestos, no cortar el salario, no despedir trabajadores y jamás reducir de forma retroactiva las pensiones. Llegó al poder, rompió sus compromisos e implementó una agenda radical que desmantela el Estado social", subrayó Seguro.
Tanto comunistas como marxistas censuraron las políticas de austeridad por sus negativos efectos en Portugal, que cerrará 2013 por tercer año consecutivo en recesión y con una tasa de paro superior al 16 %, aunque las previsiones oficiales auguran que regrese al crecimiento el próximo año.
Cuando firmó el memorando con la troika, el país esperaba volver a crecer ya este año (se hablaba entonces de una subida del PIB del 1,2 %) y pretendía bajar su déficit hasta el 3 %, cuando la previsión para el actual ejercicio es del 5,9 %.