En esta cuarta etapa dejamos atrás Logroño y, desviándonos brevemente del Camino cuando la ocasión lo merece, avanzamos por tierras riojanas hasta la capital de Burgos.
Un alfarero de los de antaño
Varios de los talleres de alfarería que se conservan en el pueblo de Navarrete ofrecen venta directa al público. No todos, sin embargo, deparan el privilegio de ver sentado en el torno al alfarero, casi como se hacía siglos atrás. Es el caso del veterano Antonio Naharro, cuyas manos teñidas por el barro dan forma a piezas tradicionales medio desaparecidas de La Rioja, Navarra y el País Vasco aunque, sin resistirse a innovar, también moldea vajillas, ánforas y ornamentos que con todo derecho podrán lucir en las mejores tiendas de decoración.
Santa María la Real de Nájera
Si hubiera que quedarse con uno solo de los tesoros que adornan este monumental pueblo que ya aparecía en el Codex Calixtinus, el elegido sería este monasterio. Tras sus hechuras de fortaleza, Santa María la Real alberga una iglesia gótica verdaderamente formidable y, dentro de ella, además de valiosísimos retablos, el no menos espectacular panteón de los reyes, cuyos sepulcros minuciosamente labrados en piedra, honran a una treintena de reyes castellanos y navarros. Atención sobre todo al de doña Blanca de Navarra.
Catedral Santo Domingo de la Calzada
Pueblo coqueto donde los haya éste de Santo Domingo de la Calzada, donde, como reza el dicho, “cantó la gallina después de asada”. Su cogollo histórico se abre en callejuelas y placitas empedradas sobre las que domina la verticalidad de la catedral y, en lo más alto, su torre del campanario, desde donde admirar entera esta villa cuajada de palacios de piedra y nobles caserones blasonados.
Experiencias gastronómicas en Echaurren
La segunda -y merecidísima- estrella Michelin le caía este año a Francis Paniego por su cocina creativa en el Portal del Echaurren. Su hermano. Chefe, es un asesor para cualquier producto de la zona y su asesoramiento en vino, casi un ritual.
Sin embargo, a dos pasos de este restaurante de vanguardia abre el otro Echaurren, el de toda la vida, donde los que mandan son los platos de cuchara, las buenas carnes y mejores verduras de La Rioja o las croquetas memorables de su madre, Marisa. Quienes se desvíen un poquito del Camino para rendir tributo a la cocina de los Paniego podrán, siempre en el precioso pueblito de Ezcaray, hacer incluso noche en el gastro-hotel de la familia, donde los huéspedes pueden regalarse un puñado de experiencias vinculadas a la gastronomía. Entre las mejores, echar una mano al chef en los fogones.
Yuso con nocturnidad
Bien merece desviarse de nuevo del Camino -¡ventajas de ir en coche!- para asomarse a los dos monasterios de San Millán de la Cogolla, declarados Patrimonio de la Humanidad por, entre otros motivos, ser la cuna de la lengua castellana. Arriba, el más pequeño y antiguo de Suso, y abajo, el espectacular de Yuso, donde los sábados de agosto se admiten también visitas durante la noche -8 euros- siempre que se respete el riguroso silencio monacal.
La bodega de Eugenia de Montijo
A diferencia de tantas otras bodegas, la de finca La Emperatriz no está de momento abierta al público. Sin embargo puede esgrimirse como excusa el ir a adquirir alguna botella a su pequeña tienda para colarse en la propiedad y admirar los espléndidos viñedos que mandara plantar la entonces emperatriz de Francia, Maria Eugenia de Montijo. Tras pasar por muchas manos, como las de la Casa de Alba, desde 1996 sus dueños y señores son los hermanos Hernáiz, empeñados en aprovechar su suelo tan peculiar para elaborar ‘vinos de parcela’, toda una rareza de la que pueden presumir muy pocos otros caldos de La Rioja.
Embutidos Casalba
Si los caminantes que pasan frente de esta pequeña industria familiar supieran de las delicatessen que artesanalmente se elaboran dentro, más de uno aparcaba su triste bocadillo del mediodía y hacía aquí un alto gourmand para cargar la mochila. Porque lo que tienen a la entrada no es un bar, sino un generoso mostrador en el que probar antes de comprar sus chacinas, de altísima calidad, sin aditivos y con el punto perfecto de curación o ahumado: jamones, paletas, lomos, chorizos, pancetas o fuets, todos ibéricos de bellota, tocineta adobada, morcillas, sobrasadas, una cecina memorable con dos años de curación…
Cita con los orígenes en Atapuerca
Esta sierra burgalesa alberga el mejor yacimiento pleistoceno conocido del planeta, una auténtica enciclopedia en la que seguir cada etapa de la aventura humana desde la llegada del hombre prehistórico al sur de Europa. Es preciso llamar con antelación para, desde los centros de visitantes de Atapuerca o Ibeas de Juarros, participar en las visitas al yacimiento y al parque arqueológico en el que aprender cómo era el día a día de nuestros antepasados. Después, ya en Burgos, habrá que culminar la experiencia en el imprescindible Museo de la Evolución Humana.
La olla podrida de Los Claveles
Sobre la Nacional 120, en Ibeas de Juarros, por fuera dice más bien poco. Sin embargo, en cuanto se pone un pie esta casa queda claro que no se trata ni por asomo de un restaurante de carretera al uso. A pesar de su estilosísimo interior decorado en blanco y negro, lo que manda aquí es la cocina casera y, entre ésta, la consabida olla podrida, es decir, unas suavísimas alubias rojas de la comarca, acompañadas con guindillas encurtidas y un homenaje al colesterol integrado por tocino, chorizo, oreja, morcilla y demás derivados de la matanza con mucho fundamento.
Pinchos de altura en Burgos
En la calle Avellanos por la que discurre el Camino, muy cerca de la verticalidad gótica de la Catedral, la taberna La Favorita presume -y con razón- de sus pinchos. De hecho el año pasado ganaron el Concurso Nacional de Bocadillo de Autor por su ‘Anchoa a La Favorita con mermelada de pimiento de piquillo y cebolla pochada’. Si quieres hacer de jurado te recomendamos sus empanadillas de bacalao y pimiento, sus canutillos de cecina con micuit, sus copitas de queso de cabra o su crema de calabaza con txangurro.